Contemplo una viñeta diseñada por Ricardo para el diario EL MUNDO. Unos niños juegan en el patio de una escuela. Dos de ellos dialogan en solitario. Uno dice al otro: “España debe ser el único país en el que nos duran más los zapatos que las leyes de educación”.
Aquí están reflejadas con sabiduría y nitidez las dos verdades del pastor y las tres verdades del barquero.
El actual ministro de educación, José Ignacio Wert, dijo el pasado 31 de enero en el Congreso de los diputados que cambiaría las leyes sobre educación promulgadas por el partido socialista. Y lo ha hecho. La ley de Educación para la Ciudadanía ha sido sustituida por la nueva ley de Educación Cívica Constitucional.
En 32 años se ha cambiado nueve veces en España la ley de educación.Aún así, el fracaso escolar está en el 32%. Al principio de la democracia estaba en torno al 16%. Este fracaso se debe al sistema educativo, no a los profesores, que enseñan lo que les mandan. Y el sistema no ha funcionado ni con el PSOE ni con el PP. Veremos qué ocurre con la nueva ley.
El panorama educativo de los jóvenes españoles es negro. España ocupa el puesto 26 de abandono escolar entre los 34 países desarrollados. Aquí seis de cada diez jóvenes no han superado la primera etapa de la Educación Secundaria Obligatoria.
El ministro de cultura nombrado por el partido en el gobierno tiene hondas raíces nacionalcatólicas. Es partidario de separar a niños y a niñas en diferentes colegios. La cadena de radio Cope, propiedad de la Iglesia católica, la televisiva Intereconomía, los grupos de derecha y de ultraderecha apoyan y alaban el cambio de leyes en el sistema educativo. Los obispos españoles que forman la Conferencia Episcopal saltan de alegría. Educación para la Ciudadanía, que según ellos tenía como objetivo adoctrinar en el socialismo a los adolescentes, ha desaparecido. ¿Qué ha desaparecido, la ley o el contenido de la ley? Porque la nueva ley de Educación Cívica Constitucional es otra forma de adoctrinamiento. El que acabe imponiendo la jerarquía católica que, si pudiera, volvería a las leyes sobre educación de 1939 y haría cantar a los niños antes de despedir la clase aquello de “con flores a María, que madre nuestra es…”. En un editorial sobre el tema, el diario EL PAÍS (2-2-2012) decía que el problema de Educación para la Ciudadanía, ley promulgada por el anterior gobierno socialista, “es artificial; generado por la Conferencia Episcopal y los sectores más extremistas, que tildan de adoctrinamiento la información acerca de puntos diferentes sobre la familia y las relaciones interpersonales”.
Dicen que la ley anterior era doctrina del PSOE y la sustituyen por otra que es doctrina de la Iglesia católica. Doctrina por doctrina. Nada nuevo bajo el sol ni bajo la sombra.
En el tema de la educación primaria, secundaria y universitaria el protestantismo español debería tomar iniciativas en dos frentes. Uno, creando más centros escolares propiose insistiendo en lo que se viene hablando desde hace algunos años, la fundación de una Universidad protestante en cualquiera de las grandes ciudades del país. Dos, preparando consciente y eficazmente a jóvenes de las iglesias para que estén en disposición de comunicar la fe cristiana a sus compañeros de estudio. Darles las herramientas intelectuales para esta labor de testimonio es esencial, y han de llevarla a cabo personas preparadas, mejor aún si se puede contar con licenciados universitarios, personas de carrera que hayan pasado ellas mismas por las distintas etapas de la formación escolar.
Esta concienciación de testimonio y comunicación debería empezar en la Escuela Dominical. Explicar lecciones de la Biblia y entretener a los niños con dibujos y franelas puede parecer bonito, y de hecho es necesario. Pero los maestros y maestras de las escuelas dominicales no deberían quedar ahí. Los años de la niñez son los tiempos fabulosos de la vida, tiempos de educación, de aprendizaje. Esos niños que aprenden Biblia en la Escuela Dominical pueden llegar a ser genios en el campo secular. De los maestros depende. Es un error creer que los niños son demasiado pequeños para asimilar ciertos temas. Los niños comprenden muy pronto. Cuando un niño pregunta “¿por qué?”, el director de la Escuela Dominical debe conocer la respuesta.
Los alumnos de primaria y muchos de secundaria viven, en general, una religión impersonal. La caída en la indiferencia religiosa o en el ateísmo se produce cuando entran en la Universidad. De aquí que los primeros años escolares sean decisivos para afirmarles en las creencias del Cristianismo de Cristo.
Padres protestantes deben estar presentes en las Asociaciones de Padres de Alumnos y en cuantas asociaciones de interés escolar existan. Con la sabiduría que recomienda el Evangelio éstos padres deben aprovechar cualquier oportunidad para referirse a las excelencias de una educación religiosa basada en la Biblia.
Si los padres evangélicos advierten la mínima señal de discriminación religiosa en los centros donde estudian sus hijos, no hay que callar ni poner paños calientes para minimizar o enterrar el problema. Deben actuar con firmeza y valentía, denunciar la situación ante las autoridades escolares y, si fuera preciso, informar a la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE) para que actúe en consecuencia.
El protestantismo español debe llegar con su mensaje a la Universidad. En otro artículo me he referido al gran trabajo que en este sentido hacen los Grupos Bíblicos Universitarios. Pero no es suficiente. No se debe dejar toda la carga de este ministerio a las organizaciones paraeclesiásticas. Nuestras iglesias deberían formar grupos de penetración en la secundaria y en la universitaria. Preparar a jóvenes y capacitarlos para que estén en condiciones de discutir sobre ateísmo con los ateos, catolicismo con los católicos, marxismo con los marxistas, sentido de la responsabilidad individual con los indiferentes. En este trabajo los Testigos de Jehová van delante de nosotros, a mucha distancia.
También faltan más profesores protestantes en la Universidad. No profesores fríos, indiferentes, despreocupados; profesores con fuego de Dios en el alma. Profesores que al mismo tiempo que desarrollan las tareas seculares que les impone el cargo, se acerquen a otros profesores con el mensaje del Evangelio y con la fuerza del testimonio personal.
A quienes niegan o dudan de la divinidad de Cristo, cambiarles la oferta. En palabras de Poncio Pilato presentarles al Hombre. Aún como Hombre Cristo ofrece al cerebro y al alma lo que ningún otro hombre ha ofrecido en la historia de los grandes héroes.
Estos y otros proyectos deben constituir un reto para el protestantismo español. Reto difícil, sin duda, pero no reto imposible, porque Dios está detrás de los grandes proyectos que beneficien a Su reino.
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