En pasadas semanas he escrito tres artículos sobre mi último viaje evangelístico y periodístico que incluyó tres países: Estados Unidos, Nicaragua y El Salvador. Espero no haber aburrido al lector con mis historias.
Hoy escribo otro, que creo será el último, dedicado a El Salvador.
MIÉRCOLES 7 DICIEMBRE
A las cinco de la tarde me dirijo al aeropuerto de Managua para viajar a El Salvador. Sólo 45 minutos de vuelo. En el aeropuerto me esperan
Alexander Castellanos, la esposa, Silvia y la hija de ambos, Ligia. Lo natural en estos casos. Después de los abrazos, preguntas de rigor. “¿Qué tal el viaje?” “¿Cansado?” “¿Cómo te ha ido por Nicaragua?” “¿Dispuesto a iniciar aquí el programa?”.
A El Salvador le llaman el pulgarcito de América Latina. Sólo tiene 21.041 kilómetros cuadrados. Pocos más habitantes que Nicaragua, siete millones. Las estadísticas afirman que dos millones de salvadoreños viven en el extranjero.
Este país figura como uno de los más violentos en América Latina. El segundo después de México, dicen. Los pandilleros, con los Maras en primera línea de extorsionadores, atemorizan a la población. En un culto dominical me saluda una chica de 25 años que tenía una mano vendada, Sara Flores. Le pregunto la causa y me dice que un pandillero le pegó con un machete para arrebatarle el teléfono móvil que iba utilizando mientras caminaba. Lo comento con el predicador, Efrain Gutiérrez, y me dice que eso es cosa de todos los días. Añade: “En nuestra congregación hay una señora que tiene dos autobuses y se ve obligada a pagar 300 dólares mensuales a los extorsionadores. Ellos le llaman “renta”. Como esta señora, otros muchos en la congregación”.
Antonio López Lara, también predicador en San Miguel, tenía un pequeño negocio de venta de plástico. No podía pagar “la renta” que pedían los extorsionadores. Una mañana de domingo le dispararon seis tiros a la puerta del local de culto. Muerte fulminante.
He aquí datos tomados de “El Diario de Hoy”, San Salvador 11 de diciembre: “Tres colonias destacan por homicidios de los maras”. “En un solo municipio, Soya Pango, se han registrado 157 asesinatos entre el 1 de enero y el 28 de noviembre”. “218 salvadoreños se suicidaron de enero a diciembre de 2010. Otros 1.075 lo intentaron, acosados por pandillas de delincuentes”. “Hay una paranoia defendida, medidas como no llevar dinero, no salir a cierta hora de la noche, y eso mina la libertad de la persona. El 43 por 100 de los salvadoreños ha restringido los lugares donde comprar por miedo a la violencia”.
Todo esto en el periódico de un solo día.
Difícil vivir en un lugar donde la vida está a diario amenazada.
Con todo, El Salvador es un país religioso, de mayoría católica. El protestantismo crece tanto como en Nicaragua y otras repúblicas centroamericanas. A fecha de hoy los evangélicos suman unos dos millones. A la cabeza figuran las Asambleas de Dios y otras denominaciones pentecostales. Siguen los bautistas. Y dentro de los no cristianos los Testigos de Jehová.
Los amigos que me esperan en el aeropuerto me dejan en el Hotel Alameda, donde me he hospedado en otras ocasiones.
Ya en la habitación, tendido en la cama, enciendo la tele y con el mando voy de una emisora a otra. Una de ellas es pentecostal. El hombre que habla, micrófono en mano, sin consultar la Biblia, se expresa acalorado. Dice: “Bendito sea Dios. Aleluya. Qué hermoso es Jesucristo sanador. Qué lindo. Quiere curar todas tus enfermedades. Ahora mismo, en el lugar donde te encuentras. Si tienes cáncer Él te lo quita hoy. Cualquier enfermedad puede desaparecer de tu cuerpo mientras yo oro”.
Y oraba. Gesticulando los brazos como si ensayara un combate de boxeo. Apasionado. Convulso. En cualquier momento podía entrar en éxtasis.
Aprieto botones del mando. Otras dos emisoras protestantes. Ambas de la llamada teología de la prosperidad. Los presentadores son distintos al anterior. Afeitados. Bien peinados. Elegantemente vestidos. Camisa y corbata que desentona, pero allí eso no tiene importancia. Aquí el mensaje es otro. Dice uno de ellos: “Yo era pobre. El Señor me ha concedido una vida próspera. Dios no quiere que tú seas pobre. Entrega al Señor tus ofrendas y Él te dará cinco veces más”.
Y mucha gente cree todo esto. Cree que el cáncer puede desaparecer al instante, con sólo seguir las instrucciones del hombre que habla. Cree que Dios te hace rico de la noche a la mañana sin estar pendiente de que te toque la lotería.
El siglo XXI nació con un hueco en el alma y los mercaderes del espíritu medran con lo sagrado y falsean lo espiritual en beneficio propio, con la única intención de engordar sus cuentas bancarias. Se amparan en un Evangelio sano para comerciar con el dulce nombre de Jesús.
Son charlatanes, embaucadores con pico de oro que utilizan un mínimo de psicología intuitiva. Una verdadera parafernalia de gente sin escrúpulos que dejan abundantes secuelas de sectarismo y creencias terriblemente absurdas en las personas que creen y siguen lo que dicen.
He estado varias veces en El Salvador. En ocasiones, invitado a eventos evangelísticos. Otras con motivo de desastres naturales. En julio de 1982 cuando un terremoto de 7,0 en la escala de Richter afectó a una cuarta parte de la población. En octubre de 1986 y en enero de 2001 con motivo de otros terremotos. En el invierno de 1998 el huracán Mitch devastó amplias regiones de cuatro países centroamericanos: El Salvador, Nicaragua, Honduras y Guatemala. En España reuní 20.000 dólares y viajé a todos ellos. Me reuní con líderes cristianos, entregué 5.000 dólares a representantes de cada país y al mismo tiempo prediqué el Evangelio en iglesias locales. Me volqué especialmente con El Salvador, donde con una cantidad adicional construimos pequeñas casas de madera para cristianos que lo habían perdido todo.
JUEVES 8
Hoy empiezo el trabajo que me ha traído a El Salvador.
De tres a cuatro de la tarde, primera conferencia para líderes cristianos.
Tras quince minutos de descanso para todos, segunda conferencia hasta las cinco y media.
De seis a siete, predicación de una hora en la iglesia local.
VIERNES 9
De ocho y media a nueve y media de la mañana, tercera conferencia.
De diez y media a once y media, cuarta conferencia.
De cuatro a cinco de la tarde, quinta conferencia.
De seis a siete, segunda predicación en la iglesia. Unas 250 personas.
SÁBADO 10
De ocho a nueve de la mañana, sexta conferencia.
De once a doce, séptima y última conferencia para líderes cristianos.
Salimos a las cuatro de la tarde hacia San Miguel, dos horas de carretera. Conduce Efrain.
A las ocho, reunión de jóvenes. Unos 250, muchos de ellos llegados de iglesias cercanas. Hablo una hora. Tema: “Jóvenes en la encrucijada”.
DOMINGO 11
Por la mañana, culto unido en un gran salón alquilado. En torno a 800 personas. El predicador local, Efrain, me pide que levante el ánimo de quienes sufren extorsiones de los delincuentes. Elijo el tema: “Tempestades en la vida cristiana”.
Los dos periódicos más leídos que hay aquí comentan el partido de ayer entre el Barça y el Real Madrid. “La Prensa” le dedica la portada y 11 páginas en la sección de deporte. “Diario de Hoy”, 13 páginas y portada. En ambos rotativos, abundantes fotografías en color. Destaca la de Messi. Los comentarios giran a favor del Barça.
Regreso por la tarde a San Salvador.
LUNES 12
Almuerzo con la familia Castellanos. Después me llevan al aeropuerto. Asiento número 33 de pasillo, en la parte derecha de la cabina. Mi compañera de asiento es una mujer de 34 años. Me lo dice ella. Una gran cruz colgando del cuello adorna el pecho. Viste ropa normal. Le pregunto si es misionera católica en El Salvador y responde afirmativamente. Es de Pamplona. Va a casa de sus padres con dos meses de vacaciones. Todo el tiempo discutiendo amablemente y con sonrisas sobre doctrina católica y doctrina bíblica.
Nos despedimos al llegar a Madrid. Fin del viaje. Otra vez Barajas. Taxi y a casa.
Queda el cansancio, el recuerdo, las muchas experiencias vividas, los pueblos y la gente. Mucha gente. Almas envueltas en cuerpos, cuerpos envueltos en ciudades. Será hasta la próxima.
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