CAFEOMANCIA
Esta fórmula curiosa e inusitada de adivinación se remonta, según quienes la comercializan, al siglo XVII. ¿En qué consiste?
Dejemos que nos lo explique la ocultista Lauran Tuan, quien dedica su libro a la magia, la brujería, la adivinación, los fenómenos paranormales, etc. Dice: “La Cafeomancia
se practica mezclando el poso del café casi seco con un poco de agua que se recalentará hasta obtener un compuesto homogéneo. Se deposita entonces en un plato blanco que habrá de agitarse hasta que toda la superficie quede recubierta de poso de café; después se deja reposar el poso y se escurre. Los signos fantásticos trazados por los residuos del café forman figuras que el adivino deberá interpretar para realizar su predicción”
[1].
Algunos adivinos complican el rito pronunciando palabras misteriosas al vaciar el agua en la cafetera, al menear con la cuchara el brebaje y al derramarlo en el plato. Una vez aquí, en el plato, el mejunje deja varias figuras, cuyos significados interpreta el oficiante de turno. Si las figuras forman cruces, significa que la mujer casada será infiel y escapará del hogar. Si el consultante es un hombre joven y en el plato se forma la figura de una mujer, va a contraer matrimonio con una mujer rica. Y así, hasta lo infinito. También a esto llaman predecir el futuro.
ONIROMANCIA
La oniromancia es la previsión del futuro mediante
la interpretación de los sueños. Constituye una de las prácticas adivinatorias más antiguas de la humanidad. Homero antes y Virgilio después consideraban que los sueños podían salir por dos puertas, una de marfil y otra de cuerno. La traducción de una imagen, de un símbolo, llega a ser motivo de especulación para el adivino. Un entierro anuncia felicidad, una fiesta alegre, desgracia.
En tiempos actuales, el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud (1856-1939), elaboró una obra sobre la interpretación de los sueños, publicada en 1990, de la que se valen los adivinos que utilizan este sistema en sus predicciones. Freud decía que los sueños son la liberación del inconsciente, la salida a la superficie de los deseos, sentimientos, acontecimientos, recuerdos enterrados en la memoria y reanimados por un episodio cualquiera. Estas herramientas son asumidas por la videncia para teorizar sobre el futuro de su clientela.
La ENCICLOPEDIA DELOS SUEÑOS, publicada por la Editorial planeta, dedica nada menos que 434 páginas, desde la 73 a la 507, a explicar lo que puede significar cada sueño. Desde “Abacería a Zorro”, el tratado de la interpretación de los sueños pretende desvelar los intricados misterios de este mundo que no pertenecen a la materia ni a la razón. El autor de la Enciclopedia, Armando Carranza, afirma en la introducción que vivimos “inmersos en un campo energético que actúa como una mente infinita”. Es la energía que los adivinos dicen emplear en sus prácticas ocultistas.
RADIOESTESIA
Es, en síntesis,
el uso del péndulo. Según los adivinos, este oscila de distintas formas encima del objeto o sustancia buscada y se agita con una violencia particular. Hay que sostenerlo entre el pulgar y el índice de una u otra mano. Con frecuencia leemos en prensa diaria que en tal o cual ciudad se ha contratado a un adivino para que busque agua, para que localice tesoros escondidos o para que determine el lugar donde pueda encontrarse un niño desaparecido.
Algunos adivinos creen que el término radioestesia constituye un abuso del lenguaje y proponen en su lugar “sensación de las cosas escondidas”.
Como la bola de cristal, las cartas o el poso del café, el péndulo es un sistema de apoyo al extraño engranaje de la videncia. La ventaja del péndulo es su tamaño. En cualquier bolsillo no ocupa más lugar del que pueda ocupar un mechero. Mediante la utilización del péndulo, el adivino –dicen- puede encontrar un pendiente en la hierba o decir al consultante la dirección exacta que debe tomar ante una encrucijada de caminos.
[1] Laura Tuan, obra citada
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