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Sostres, injusto con los jóvenes

Tiempo atrás leí un artículo escrito por Salvador Sostres sobre los jóvenes, que me irritó.
ENFOQUE AUTOR Juan Antonio Monroy 10 DE MAYO DE 2011 22:00 h

Fue publicado en el diario EL MUNDO el 29 de enero último. Desde entonces lo he tenido entre papeles, dejándolo dormir el sueño de la indiferencia y el olvido. Ahora lo releo y lo comento. Sostres es injusto con los jóvenes españoles de esta generación. Los machaca. Dice de ellos cosas arbitrarias, injustificables, muy parciales. Además, generaliza, con lo que ningún joven se salva de sus incorrecciones. (Iba a escribir exabruptos, pero no me salió a tiempo).

He aquí algunas perlas del mencionado artículo:

“Es normal –y hasta lógico- que ningún joven tenga la sensación de que es necesario trabajar para poder vivir. De hecho, no hace ninguna falta. Está todo pagado. Absolutamente todo. Y lo que no esté pagado, no te preocupes. Pide una beca o una subvención o un subsidio y podrás igualmente comprártelo. Si estos chicos se tuvieran que pagar –o copagar, por lo menos- el médico o el hospital, seguro que tendrían un poco más la sensación de que tal vez no sería mala idea ponerse a trabajar. Si estos chicos se tuvieran que pagar o copagar la universidad, seguro que sus resultados académicos serían más brillantes”.

Ahí queda eso. Hay más:

“La última encuesta de población activa refleja que cada vez hay más jóvenes en el paro. Siempre he pensado que en el paro es un eufemismo buenista de no hacer nada; de ser un vago, de tener una jeta infinita y de pretender vivir sin trabajar. Especialmente cuando hablamos de personas de esta edad. La crisis será económica, pero el drama es moral. A la luz de estos últimos datos se empieza a hablar de “generación perdida” y, aunque entiendo el concepto, esta denominación tiene algo de mítico. Sería mejor decir sin embudos que tenemos a una generación de jóvenes atontados y holgazanes”.

“Es la consecuencia de tanta subvención, de tantos derechos adquiridos, de tanto servicio público, de tanta manifestación, de tanto Estado del Bienestar, de tanto relativismo. Y de tan poco orden y tan poca disciplina, de tan poca espiritualidad y de tan poco temor de Dios, de tan poca exigencia y de tan poco rigor, de tan poca ambición, de tan poco compromiso, de tan poco sacrificio, de trabajar tan poco”.

¡Qué rosario de acusaciones más engañosas! Este hombre alucina.

Me gustaría que Salvador Sostres se tomara la molestia de reflexionar sobre la herencia que las dos últimas generaciones han dejado a los jóvenes de hoy. Si lo hiciera los culparía menos, los exculparía un tantico.

El siglo XX ha dejado a los jóvenes de hoy una herencia nefasta. Uno de los tangos más conocidos de Carlos Gardel es el titulado Siglo XX, Cambalache, que empieza así:
¡Siglo XX,
cambalache,
melancólico y febril..”.

La palabra “cambalache”, de poco uso, es un sustantivo que familiarmente expresa cambio, trueque de objetos.

El autor del tango, cuya música desgarraba las gargantas de aquellas gramolas antiguas, estaba muy lejos de imaginar que en su verso doliente definía las características de un siglo que por entonces alboreaba.

Nietzsche decía que “es preciso llevar en sí el caos para alumbrar una estrella danzante”. La estrella que alumbrará el siglo XXI está aún por ver. Pero el caos, desde luego, lo lleva dentro.

El XX fue, efectivamente, un siglo melancólico y febril. Pero, sobre todo, fue un siglo cambalache. El trueque de valores fue real y constante. Vivimos –si esto es vivir- sobre las ruedas de una noria. Los valores y las personas se hallan en movimiento continuo, en permanente traslación. Los hechos y las situaciones de signo negativo que han tenido lugar a lo largo del siglo XX darían material para una obra de muchos tomos.

El siglo XX, lo repito, nos ha dejado una herencia nefasta: dos grandes guerras mundiales, de 1914 a 1918 y de 1939 a 1945. La Primera ocasionó diez millones de muertos. La Segunda, cincuenta millones. Casi todos jóvenes. La revolución soviética de 1917 y la revolución comunista china dejaron veinte millones de muertos. Hiroshima y Nagasaki, ciudades bombardeadas por EE.UU., inauguraron la era atómica.

Y después de superar el trauma de la guerra, el siglo XX nos legó la sociedad de consumo, el clima de violencia y de inseguridad que impera en todo el mundo y, al final, la crisis económica que afecta a todos los países de la Tierra.

La falta de oportunidades se ceba en la juventud. El paro juvenil es dramático en todas partes. Los jóvenes terminan la universidad y no encuentran el trabajo que les gustaría realizar. Y, lo peor de todo, con todo esto viene la muerte de las ideologías.España es el país de las encuestas. Aquí se pregunta todo, se analiza todo, se dan porcentajes de todo. Las encuestas que se refieren a los jóvenes concuerdan en la increencia general. Los jóvenes españoles no creen en los políticos, ni en los religiosos, ni en los profesores. Casi no creen ni en la familia. La culpa es también nuestra.

¿Qué hemos de hacer, hundirlos, como lo pretenden Salvador Sostres en el artículo ampliamente citado y el catedrático de Historia José Manuel Sánchez en otro artículo que lleva por título “Juventud, maldito tesoro” (EL PAÍS 19-2-2011)?

El veterano escritor Stéphane Hessel acaba de publicar un libro que está siendo éxito de ventas en varios países de Europa, especialmente en Francia. Su título es LEVANTAOS. Alude al problema de los jóvenes en nuestro país y afirma que “en Europa necesitamos a la juventud española”. Prosigue su llamamiento a los jóvenes españoles y dice que es preciso “sacarlos del desánimo y la indiferencia, pues son ellos quienes han de construir el futuro”.

Este es el camino que hemos de seguir, no el trazado por autores como Salvador Sostres y otros.
 

 


5
COMENTARIOS

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Sergio Moliner Clemente
19/05/2011
06:52 h
5
 
Estimado José, La única esperanza que los jóvenes necesitan es Cristo. Lo único que realmente necesitan, como consuelo y modelo, es Jesucristo. El problema del Sr. Monroy es que se olvida que la juventud tiene el mismo problema que cualquier otra persona: El pecado. Evidentemente Sostres no es cristiano y no da respuesta al problema; pero el Sr. Monroy tampoco la da. Incitarles a la revolución no es ninguna solución cristiana. Tampoco es cristiano darle esperanzas de cambio basadas en valores humanos. La respuesta que necesitan los jóvenes es la conversión a Cristo y la adaptación de su estilo de vida pecaminoso y decadente en el de santidad que parece e nla Biblia.
 
Respondiendo a Sergio Moliner Clemente

José Valencia (Méx)
18/05/2011
07:58 h
4
 
Estimado Sr. Moliner, el asunto de los jóvenes es un factor tan importante en cualquier sociedad que es necesario atacar con una mentalidad y visión positiva, Sostres los hunde pero no les da la mano! Cuál es el fin de atacar a los jóvenes y no darles una salida? El Sr. Monroy comenta su profundo desacuerdo con la forma en la que Sostres califica, señala, hunde a los jóvenes. No se trata de izquierdas ni de derechas, no se trata de tirar la piedra y esconder la mano. Se trata de observar, analizar y proveer a los jóvenes alternativas de superación y motivación. Mis mas sinceros saludos. JV
 
Respondiendo a José Valencia (Méx)

Alfonso.Chíncaro (Perú)
14/05/2011
08:19 h
3
 
'Es normal –y hasta lógico- que ningún joven tenga la sensación de que es necesario trabajar para poder vivir.' Esa es una generalización bastante injusta. Me parece que el error parte de que Sostres, al parecer, habla de tendencias, no de la totalidad. Me baso en que hace mención de las estadísticas y de ellas sigue sacando conclusiones muy severas respecto de los jóvenes. Lo que menciona Monroy tiene mucho de cierto, solo que es más personalizado, no se trata del siglo XX, sino de la generación anterior. Algunos señalan que los adultos actuales venden una imagen tan mala de la vida adulta que muchos jóvenes solo piensan en disfrutar su juventud todo lo más posible antes de que se hagan ine
 
Respondiendo a Alfonso.Chíncaro (Perú)

Xabier
12/05/2011
14:16 h
2
 
De acuerdo Sr Monroy, Sostres es un poco burro....¿Y?, ¿usted que propone? ¿que primero nos levantemos y después nos indignemos? ¿O al revés? De acuerdo, el Sostres ese generaliza: ¿Y usted cuando dice que la culpa es de las generaciones anteriores qué hace? Bueno yo lo llamo generalizar. Hable por usted que yo tengo unos padres bonísimos. Yo lo veo así: estamos viviendo la última onda de la modernidad y los creyentes no acabamos de encontrar el mensaje a transmitir; nos echamos los trastos a la cabeza y mientras tanto el mundo se va por el deshagüe. Y por cierto crisis, lo que se dice crisis, aquí y otros parecidos, que los demás mejor que peor van saliendo.
 
Respondiendo a Xabier

Sergio Moliner Clemente
12/05/2011
11:44 h
1
 
Estimado señor Monroy, Es lamentable leer como su ideología izquierdista fagocita y enmascara su creencia Cristiana. Me entristece leer como critica, sin fundamento bíblico alguno, a Salvador Sostres y llega a lanzar descalificaciones graves contra él. Máxima cuando muchas de las cosas que escribe Sostres lo compartimos cristianos bíblicos. Es más, le recuerdo que la Biblia nos habla de la perdición del género humano, de la tendencia al mal que se produce desde la caída de nuestros Padres. En resumen su filosofía positivista choca frontalmente con la visión realista de la Biblia que nos dice que todos tendemos hacia el mal. Otro aspecto no menos censurable en usted es que apele a un
 



 
 
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