Esta es la maniobra que sigue el Islam en el mundo, especialmente en Europa. Aquí sólo trataremos de España.
Según datos del Informe Anual del Observatorio Andalusi, en 2006 vivían en España 1.080.478 musulmanes. El censo publicado en 2008 por la Unión de Comunidades Islámicas de España elevaba la cifra a 1.130.000. A día de hoy, año 2010 Libertad Digital informa que en nuestro país tenemos 1.300.000 musulmanes. En su mayoría proceden de Marruecos y Argelia, pero también de Senegal, Oriente Próximo y de países asiáticos como Pakistan y Bangladesh. Un grupo minoritario, pero muy activo, está formado por musulmanes de origen saharaui, que cuentan con una oficina del Frente Polisario en Madrid.
En nuestras escuelas estudian 150.000 hijos de musulmanes inmigrantes, nacidos en España.
José María Contreras, director General de la Oficina de Relación con las Confesiones, ha declarado al diario “El País” que
los musulmanes residentes en España cuentan con 750 mezquitas (equivalentes a edificios donde celebran sus cultos las iglesias cristianas). Muchas de estas mezquitas han sido construidas en terrenos cedidos por los ayuntamientos. Otras están instaladas en domicilios particulares. Casi todos los imanes de las grandes mezquitas reciben el salario mensual de países como Arabia Saudita, Siria, Emiratos Árabes y, en menor proporción, de Marruecos. Un editorial del diario “El Mundo” (4-4-2010) decía: “Los servicios secretos han detectado la existencia de más de un centenar de escuelas coránicas en nuestro país donde se infunden ideas de odio a Occidente, se inculca la discriminación de la mujer y se justifica la violencia para imponer el Islam”.
Con todo, el Estado español les regala un millón de euros al año, que se reparten entre las seis grandes entidades musulmanas en las que están integrados casi el millón y medio de fieles.
Los dirigentes del Islam han creado en España un partido político al que llaman Partido Renacimiento y Unión de España (PRUNE), con vocación de implantarse en todo el país.
El 11 de agosto saldrán al aire nuevos canales de una emisora de radio que personalidades musulmanas están instalando en Andalucía. Se llamará “Radio Córdoba” y podrá ser captada en toda América, en el norte de África y Sur de Europa, donde viven varios millones de musulmanes.
Esta es la parte ancha del embudo.
La parte estrecha reviste caracteres dramáticos. No hay un solo país musulmán, ni uno, que permita la construcción, compra o alquiler de un simple local para dedicarlo al culto evangélico.
Ningún país musulmán permite anuncios pagados en prensa ni en radio para dar a conocer la fe cristiana.
Ningún país musulmán respeta el principio de libertad religiosa.
Ocurre todo lo contrario. Se discrimina y se arrincona a las minorías cristianas en países como Siria, Irak, Arabia Saudita, Irán, Nigeria, Afganistán, en las repúblicas musulmanas de la antigua Unión Soviética, Sudán y otros muchos lugares del orbe islámico. Edificios de iglesias quemados, Biblias confiscadas, misioneros expulsados. La O.N.G. World Vision recuerda que en agosto de 2009 fanáticos musulmanes prendieron fuego en Pakistán a 50 viviendas de un barrio cristiano. Murieron siete personas quemadas vivas y otras dos perecieron en el hospital. Para esta O.N.G., que trabaja en países musulmanes, “la libertad religiosa lejos de haber mejorado ha empeorado”.
El pasado 1 de abril un grupo de musulmanes llegados a España desde Austria penetraron por la fuerza en la antigua mezquita de Córdoba, hoy catedral católica, y pretendieron oficiar una ceremonia islámica, con rezos incluidos, a pesar de estar prohibido. Los invasores del templo se enfrentaron a la policía. Hubo varias detenciones.
Si un grupo de cristianos hiciera algo parecido en un recinto musulmán de La Meca, lo menos que se expondría sería a 39 azotes cada uno. Y puede que a cárcel o incluso a pena de muerte.
El magistrado que intervino en el caso declaró dos días después que los invasores del recinto católico “habían planificado lo que harían una vez dentro, ya que entraron de forma progresiva en grupos de dos o tres personas y portando consigo walkie-talkies para comunicarse”. A uno de los agentes de seguridad le pincharon una mano con navaja.
Esta es la ley del embudo. Lo ancho para ellos y lo estrecho para todos los demás. Habría que replantearse la pregunta del político francés del XVII, Sain Just, en el sentido de que si se debe dar libertad a los enemigos de la libertad.
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