Dickens, además de duro, fue injusto con el gran país del Norte. Puede que sus políticos hayan estado enfermos de llagas y de úlceras, puede que repugne el tratamiento dado a otras naciones de su entorno y del resto del globo, pero un pueblo no puede ser juzgado por la clase política ni por los gobiernos de turno. Los sistemas políticos son meros accidentes en la Historia.
Los sistemas caducan, los hombres pasan, el pueblo permanece. “Francia va a durar más que yo”, dicen que dijo el rey Luís XV. Los gobernantes pasan, el pueblo queda.
El pueblo norteamericano, en general, es trabajador, generoso, amable, creyente. El americano cree en la justicia y en la dignidad de la persona, como demostró el presidente Lincoln. Está dispuesto a luchar por la libertad y a sacrificarse por la familia.
Yo fui a Estados Unidos por primera vez en 1964. En el pabellón español de la Feria Mundial que entonces se celebraba en Nueva York firmé ejemplares de mi recién salido libro LA BIBLIA EN EL QUIJOTE. En aquella ocasión permanecí seis meses en Nueva york, con breves excursiones a Puerto Rico.
Desde entonces he viajado a Estados Unidos tres o cuatro veces al año. He dado conferencias en Universidades, centros culturales, Institutos y predicado en iglesias de 29 de los 50 estados que tiene la Unión Norteamericana.
A finales del pasado mes de julio volé de nuevo desde Madrid a Orlando, en Florida. Allí tuvo lugar un congreso nacional de líderes de iglesias. Asistieron cuatro mil personas. Los organizadores me pidieron cinco conferencias. Hablé cuatro veces en inglés y una en español. El congreso tuvo lugar en el hotel y centro de convenciones Rosen Centre. Por muy acostumbrado que uno esté a estos eventos, estremece ver a cuatro mil personas puestas en pie aplaudiendo.
Mi gira americana siguió por un estado del Sur, Tennessee. En Nashville, considerada capital de la música, la única ciudad en el país que tiene en uno de sus grandes parques una réplica a tamaño natural del Partenón griego.
El Heraldo de la Verdad organizó una cena para recabar fondos destinados al trabajo que realiza a través de la radio, la televisión y la obra misionera. Estas cenas, llamadas
Fund-raising dinner, son frecuentes en aquél país. Otros países, entre ellos España, deberían imitar el ejemplo. Iglesias, organizaciones paraeclesiásticas, partidos políticos, universidades, centros de salud, entidades filantrópicas y otros organizan este tipo de cenas y recaudan cantidades considerables. Las personas que aceptan la invitación y acuden al acto ya saben que se les va a pedir dinero. A la que me tocó protagonizar en Nashville acudieron unas 150 personas. Hubo un impresionante coro que cantó a capela y luego me tocó el turno en la palabra.
Los organizadores me dijeron que lo recaudado había sobrepasado sus expectativas, de lo cual me alegré. Yo no vi un dólar, lo confieso. Se me pagó el viaje y el hotel. Pero también yo sabía a lo que iba.
Hablé con mucha gente, en algunos casos con políticos de cierta categoría que asistieron al congreso en Orlando. El tema del día son las próximas elecciones generales.
Unos menospreciaban a McCain y ensalzaban a Obama. Otros se expresaban en sentido contrario. Los dos afirman pertenecer a la Iglesia evangélica.
Contrariamente a lo que sucedió con Bush en las dos elecciones que ganó, la derecha republicana no está tan radicalizada. Leí en el New York Times que los jóvenes republicanos priman ahora la religión sobre la política. El sesenta por ciento de los jóvenes evangélicos blancos votan al partido republicano, pero están en contra de la guerra en Irak, en contra de la presencia norteamericana en Pakistan y en Afganistán e insisten en que el Cristianismo es la religión de la paz. Este mismo porcentaje de jóvenes evangélicos cree que los conflictos en Oriente Medio se deben en gran parte a la inmensa ayuda que Estados Unidos proporciona a Israel en detrimento de los palestinos.
Los votantes demócratas se han volcado en su candidato. Creen que si Obama es elegido presidente, la imagen de Estados Unidos cambiaría de golpe en el mundo y en particular en los países del Tercer Mundo.
Así las cosas, al día de hoy la intención de voto está al cincuenta por ciento. ¿Quién será el próximo presidente de Estados Unidos? ¿Barack Obama? ¿John McCain? Pronto lo sabremos.
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