Según el libro “EL TERCER SECTOR SOCIAL EN ESPAÑA”, de Víctor Pérez y Joaquín P. López, en nuestro país hay 15.140 O.N.G. que trabajan con inmigrantes, mujeres maltratadas, enfermos de sida, toxicómanos, personas mayores, etc. América Latina, con el 58% de los proyectos, es el continente que acapara la ayuda de las O.N.G. españolas, seguida de África y Asia.
El último informe de la Coordinadora de O.N.G. de Cooperación para el Desarrollo (CONGDE) correspondiente al año 2003, indica que hay 4.000 profesionales trabajando en las O.N.G. españolas. Todos cobran un salario por encima de la media. El dinero para pagar estos salarios sale de las aportaciones privadas y de las subvenciones del Gobierno. De cada euro que uno aporta a la O.N.G. de su preferencia, ¿cuánto llega realmente al destino previsto? Antes de comprar pan para el hambriento, medicina para el enfermo, ropa para quien no tiene, las O.N.G. invierten grandes cantidades en publicidad, gastos de administración, pagos a profesionales, proyectos que no se realizan, viajes de ejecutivos y de personal a su servicio y un largo etcétera, porque a quienes trabajan con contrato fijo hay que darles pagas extras, abonar la Seguridad Social y otros emolumentos. Un estudio de la Universidad Johns Hopkins, realizado en 22 países, aclara que las O.N.G. generan anualmente 19 millones de puestos de trabajo. ¿De dónde sale el dinero para pagar a tanta gente? La pregunta tiene fácil respuesta, porque todas las O.N.G. del mundo sólo tienen dos fuentes de financiación: Lo que aportan algunos gobiernos y las donaciones de particulares, empresas e individuos.
Datos de 2005 indican que el Estado español concedió ese año a las O.N.G. unos 300 millones de euros. ¡Mucho dinero! Suficiente para alimentar a los hambrientos de toda África durante meses.
A partir de enero 2007 las O.N.G. recibirán del Estado dos décimas más del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Del 0,52% darán un saltito al 0,7%, idéntica cantidad que recibirá la Iglesia católica. Esto supondrá 43 millones de euros más que en 2006.
La acusación contra el despilfarro, la corrupción y los negocios de las O.N.G. no es sólo de David Jiménez. Un estudio de la Universidad de Harvard asegura que entre 1995 y 2002 más de un centenar de organizaciones no gubernamentales en Estados Unidos “se vieron implicadas en actividades criminales”. En el INFORME MUNDIAL SOBRE EL DESASTRE, publicado por Cruz Roja en junio de 2001, leemos que “parte del dinero destinado a las crisis humanitarias revierte en países ricos o se pierde”. Sigue el Informe: “Una vez que la opinión pública tiene conocimiento de un desastre humanitario, los fondos llegan en masa a las organizaciones internacionales, pero ese dinero no se administra siempre de la forma más eficaz y justa”.
A lo largo de 200 páginas, Cruz Roja denuncia que “en muchos casos el destino de la ayuda corresponde más bien a intereses políticos estratégicos que a preocupaciones humanitarias”.
Según el estudio presentado en Londres el 14 de julio de 2006 por la llamada
Tsunami Evaluation Coalition, organismo puesto en marcha en febrero de 2005 para evaluar la efectividad de las operaciones humanitarias en el mundo, la campaña de solidaridad llevada a cabo para socorrer a las víctimas del tsunami que en diciembre del 2005 invadió ocho países del sudeste asiático, recaudó la exorbitante cantidad de 10.600 millones de euros. Según este mismo organismo, a cada persona afectada correspondía 5.600 euros. ¿Se les entregó esta suma a los damnificados? ¡Qué pretensión! De haber sido así no habría pobres en la zona, donde todavía viven medio millón de personas hacinadas en barracas de madera.
El 20 de febrero de 2005 el periódico SUNDAY OBSERVER, que se publica en Colombo, capital de Sri Lanka, decía que “millones de dólares recogidos en países europeos, Canadá, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda y entregados a O.N.G. no habían llegado a víctimas del tsunami”.
Un reportaje enviado a EL PAÍS por Helena Cebrián desde Washington (16-6-2006) citaba datos facilitados a medios de comunicación por los responsables del Organismo Federal para el Manejo de las Emergencias en Estados Unidos. Según tales datos, 1.400 millones de dólares (1.109 millones de euros), fueron defraudados por organizaciones benéficas del dinero recibido para paliar en Nueva Orleáns los desastres causados por el huracán Katrina.
Una auditoria contratada por el Ayuntamiento de Madrid en diciembre de 2005 puso de manifiesto que la Fundación Humanismo y Democracia obtuvo una subvención de cuarenta y dos millones y medio de pesetas para construir 100 casas en Honduras con destino a damnificados por el huracán Mitch en 1998. La Fundación construyó menos de la mitad. ¿Dónde fue a parar el resto del dinero dado por el Ayuntamiento, es decir, por todos los madrileños que contribuimos?.
Se ha demostrado que los gastos en mantener las estructuras de las O.N.G. se llevan entre el 30 y el 40 por ciento de lo que la gente ofrenda. Buen negocio. Comercio despiadado con la miseria y el dolor.
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