En la isla me sorprendieron dos acontecimientos de relieve. Uno fue la noticia de que Fidel Castro había sido operado “de una crisis intestinal aguda con sangramiento sostenido” y había delegado prácticamente todos los poderes en su hermano Raúl. La segunda, el embargo religioso impuesto por el presidente de Estados Unidos George Bush a las iglesias evangélicas de Cuba y a sus ministros de culto.
El bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba se ha extendido a lo largo de 45 años, desde la era Eisenhower, quien concluyó su segundo mandato presidencial en 1961. El bloqueo fue agravado por la Ley Helms-Burton, una aberración jurídica emitida por el Congreso de Washington el 12 de marzo de 1996, siendo Bill Clinton presidente del país.
No se ha cuantificado de manera fiable cuánto ha supuesto en términos económicos para la isla el embargo norteamericano y la Ley Helms-Burton. El Gobierno cubano afirmó ante las Naciones Unidas que el bloqueo había representado pérdidas por más de 79.000 millones de dólares.
Ahora ha tocado el turno a la religión. El presidente Bush ha impuesto a las iglesias de la isla un nuevo bloqueo económico.
La comisión que asesora al gobierno norteamericano en materia de políticas con Cuba y que preside la secretaria de Estado Condoleeza Rice, acaba de enviar al señor Bush un informe en el que recomienda que las iglesias de Estados Unidos no envíen ayuda económica ni humanitaria al Consejo de Iglesias de Cuba, donde están representadas el 80 por 100 de las iglesias evangélicas de la isla.
La reacción del Consejo Mundial de Iglesias, con sede en Ginebra, considera el informe de la señora Rice como “una flagrante violación de la libertad religiosa y una notoria interferencia en asuntos religiosos de otros países”. El pastor Samuel Kabia, actual Secretario General del Consejo, envió a mediados de julio una carta a Bush protestando por las medidas adoptadas por el Gobierno que preside.
Por su parte, la presidenta del Consejo de Iglesias de Cuba, la pastora pentecostal Rodhe González, condenó las regulaciones de la Administración estadounidense y agregó: “Creo que nosotros seremos capaces, como siempre hemos sido, de sobreponernos a todas las situaciones, porque las relaciones entre las Iglesias de Estados Unidos y Cuba son relaciones históricas”.
¿Qué ha llevado a la secretaria de Estado y al presidente Bush a la adopción de tales medidas? La creencia de que tanto el Consejo de Iglesias de Cuba como las demás iglesias evangélicas están controladas por el Estado cubano. Estas razones no pueden ser más irracionales, infantiles, carentes de lógica. ¿Existe algún país en toda la América Latina donde el Estado no controle la religión, e incluso la discrimine? Las naciones supuestamente democráticas y avanzadas de Europa, ¿no legislan sobre materia religiosa y la dominan? ¿Para qué existen, si no, las direcciones generales de Asuntos Religiosos en estas naciones y cuáles son sus funciones? ¿Acaso el mismo Estado norteamericano no mantiene una constante vigilancia sobre las religiones establecidas en su territorio? ¿No da golpes de avisos cuando algunas de ellas se extralimitan en sus funciones? Hay más: prohibir a las iglesias evangélicas del rico país que envíen contribuciones económicas a iglesias de Cuba, ¿no supone una intromisión descarada en la vida interna de esas iglesias? ¿Por qué una ley absurda y discriminatoria ha de prohibir a una congregación local que envíe su dinero donde le de la gana?
Me he referido a América Latina, Europa y Estados Unidos, pero ¿qué ocurre en países asiáticos donde el budismo y el induismo son religiones mayoritarias? ¿No soportan las duras condiciones impuestas por los gobiernos? De los países con mayoría musulmana es mejor no hablar. En esos lugares no es el Estado el que ejerce control sobre la religión, es la religión la que controla al Estado. ¿Acaso Cuba es el único país del mundo donde el Estado se preocupa por regular adecuadamente el funcionamiento de las iglesias?
Las medidas adoptadas por la Administración Bush en forma de embargo religioso contra el Consejo de Iglesias de Cuba está afectando ya muy negativamente a iglesias y pastores en toda la isla. Las iglesias de Estados Unidos que les enviaban contribuciones económicas las han suspendido radicalmente al tener conocimiento de las medidas adoptadas por su Gobierno.
Me he entrevistado con pastores cubanos sumamente preocupados por las consecuencias de las disposiciones adoptadas por la Administración Bush. Así, de pronto, sin previo aviso, sin retribución alguna, iglesias en Estados Unidos han dado por finalizadas las relaciones que mantenían con iglesias en Cuba. Estos pastores se han encontrado de la noche a la mañana económicamente desprotegidos, sin medios para el alimento diario de la familia, sin perspectivas de encontrar un trabajo que les permita sobrevivir.
Si esto es Cristianismo habrá que apuntarse a las filas del paganismo.
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