Según la Enciclopedia Británica la fiesta de Halloween retrocede en sus orígenes a los antiguos celtas de Bretaña e Irlanda, quienes creían que el día 1 de noviembre las almas de los muertos regresaban a sus hogares.
La gente encendía hogueras en las cimas de los montes a fin de ahuyentar a los malos espíritus, disfrazándose para evitar ser reconocidos por ellos. La asociación de ese día con brujas, demonios, duendes y hadas quedaba asegurada por la propia naturaleza de la celebración. El periodo se consideraba también favorable para practicar augurios, sortilegios y adivinaciones a fin de tomar decisiones sobre negocios, matrimonio, salud, etc.
Como sucedió con otras festividades paganas, la Iglesia del periodo medieval luchó por erradicarla, tratando de sustituir la conmemoración pagana por otra cristiana. De este modo la fiesta de Todos los Santos fue trasladada al 1 de noviembre, convirtiéndose así en un día santo (holy) o santificado (hallowed). Pero lejos de acabar con la costumbre lo que sucedió fue una mezcla de elementos paganos y cristianos que convivieron entre sí.
Aunque la Reforma puso fin a la festividad en los países protestantes, sin embargo en Gran Bretaña e Irlanda estaba demasiado arraigada para desaparecer. De allí fue llevada a las colonias de Nueva Inglaterra en América, donde fue estrictamente prohibida en la primera etapa colonial.
Pero la emigración continuada desde Europa hizo que la fiesta fuera cogiendo fuerza, hasta el punto de que en el siglo XX Halloween se convirtió en una de las principales fiestas en Estados Unidos, siendo muy popular entre los niños.
En España esta festividad nunca tuvo presencia, hasta que hace una dos décadas aproximadamente comenzó a celebrarse, al principio de manera minoritaria, aunque a estas alturas ya forma parte del calendario de festividades populares.
Si ya de por sí la fiesta tiene un componente oscuro y claramente pagano, en España posee una extraña faceta siniestra, dado que la muerte y los muertos son los protagonistas por excelencia en las máscaras, disfraces y demás parafernalia. Las alusiones a lo horroroso, lo grotesco y lo repulsivo se multiplican, de modo que se trata de una especie de apoteosis de lo terrorífico.
El intento es reírse de la muerte y con la muerte, invocarla y convertirla en un aliado nuestro o hacernos nosotros sus aliados. También a los niños se les disfraza de esqueletos, calaveras, monstruos, brujas y entes parecidos.
En resumen, si hubiera que definir Halloween en una frase se podría decir que representa la cultura de la muerte.
Que precisamente el enemigo por antonomasia del género humano sea festejado de manera tan entusiasta en España es revelador del estado de cosas al que hemos llegado. Porque
una buena pregunta que podríamos hacernos es ¿Por qué se ha importado esta fiesta y no otra? ¿Por qué ha tenido tanto éxito?
Puestos a importar ¿Por qué no se ha importado el día de Acción de Gracias? Pero no hace falta ser un lince para conocer la respuesta.
Halloween representa todo aquello que la sociedad española ha abrazado de forma efusiva. El día de Acción de Gracias está en las antípodas, al ser una fiesta en la que se honra a Dios, que es lo último que a nosotros se nos ocurriría hacer. Es mejor honrar a la muerte y todo lo que tiene que ver con las tinieblas.
Sin embargo, tanto darle el protagonismo a la muerte, tanto jugar con ella, tanto reírnos con ella y de ella, tanto invocarla de una y otra manera, ha tenido su amargo contrapunto en este Halloween de 2012 en Madrid. La muerte de varias jóvenes aplastadas por un tumulto en una fiesta multitudinaria esa madrugada ha puesto las cosas en su sitio. La muerte ha hecho acto de presencia, sí, pero no de la forma trivial ni divertida que nosotros habíamos imaginado, sino de la forma real.
Es decir, no era una máscara más o menos chistosa o más o menos horripilante, sino que era la muerte misma con su rostro implacable y terrible, segando prematuramente la vida de varias jóvenes. Al final, en el Madrid Arena, escenario de la tragedia, la última carcajada que resonó esa madrugada fue la de la muerte, que enmudeció a todas las demás.
El año que viene las madres volverán a disfrazar a sus niños de cadáveres y cosas semejantes, en los colegios se fomentará la fiesta y los jóvenes y no tan jóvenes buscarán la manera de volver a reírse con la muerte y de la muerte. Porque el escalofrío que nos ha ocasionado la muerte de este día de Halloween ya se habrá olvidado y habrá quedado en nada.
Aunque tal vez haya alguien que reflexione y decida buscar algo mejor que la cultura de la muerte, a aquel que dijo de sí mismo: 'Yo soy la resurrección y la vida.'
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