Aquella noche no era igual que las demás, porque en ella iban a comenzar a cumplirse los anuncios que Jesús les había venido dando a lo largo de dos años sobre su entrega a las autoridades, su rechazo y su muerte.
Era una Pascua muy especial la que estaba celebrando con sus íntimos y consciente de ello
Jesús va a realizar dos predicciones respecto a dos de los presentes que están sentados a la mesa con él. La primera tiene que ver con el ejecutor de la traición, la segunda con el protagonista de la negación. En la primera anuncia una caída irreversible, en la segunda una reversible. En ambas Satanás interviene, aunque de diferente manera.
Las palabras que Lucas emplea para describir la caída de Pedro son las siguientes:
'Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.'
[i]
Lo primero que llama la atención es el término Señor, que encabeza todo el párrafo y lo determina, siendo una de las apelaciones más corrientes que Lucas emplea para referirse a Jesús. Es muy apropiado que lo haga en esta ocasión, ya que Jesús manifiesta tener un conocimiento sobrenatural y divino de acontecimientos pasados y celestiales así como de futuros y terrenales. Los pasados y celestiales se refieren al hecho de que Satanás se ha presentado en la corte celestial ante Dios, para pedir el zarandeo de Pedro y sus compañeros. Una visita con sus pormenores que Jesús conoce perfectamente.
Los acontecimientos futuros y terrenales tienen que ver con el hecho de que Pedro negará, en el plazo de unas horas, por tres veces que conoce a Jesús. De modo que el conocimiento que Jesús tiene abarca tanto lo que ya ha pasado, aunque no haya pasado en la tierra, como lo futuro. Y tal conocimiento lo posee incluso en su estado de humillación.
Pero hay una diferencia entre el conocimiento de lo pasado y el de lo futuro. Lo pasado está acabado y cerrado, mientras que lo futuro está por realizarse e intervienen en el mismo múltiples agentes, actuando cada uno según su propia moción. Por tanto,
el conocimiento de lo futuro implica un gobierno del mismo, para que suceda exactamente lo que se predice. Es decir, hay una ordenación por anticipado de todos los sucesos que vendrán, lo cual no anula la responsabilidad personal de cada agente.
Y aquí
nos adentramos en el profundo misterio de cómo es posible que haya una disposición soberana e infalible de todas las cosas por parte de Dios y de Cristo y al mismo tiempo que esas cosas tengan su propia capacidad de decisión.
Uno de tales agentes es Satanás, quien ha solicitado zarandear a Pedro. Hay que destacar que el acto de Satanás no supone que tenga un poder independiente, ya que si solicita poder realizarlo significa que alguien puede concederle o no su deseo. Ese alguien es Dios y eso clarifica quién es soberano y quién no lo es, en lo cual
hay un gran motivo de consuelo para los hijos de Dios, al saber que no estamos en las manos de nuestro adversario, sino en las de nuestro Dios. La expresión 'zarandearos como a trigo' supone la facilidad de tal acción, ya que el trigo no es una planta robusta que sea difícil de remover sino que su misma constitución facilita tal acción. Es decir, el objetivo es zarandear a Pedro hasta que se suelte de Jesús a quien está agarrado, algo no difícil, si solo dependiera de Pedro, como no lo es en el caso del trigo.
Pero la intervención de otro agente es lo que va hacer posible que esta caída en vez de ser definitiva sea solo temporal. Ese agente es Jesús, quien con su intercesión hará la diferencia. Es decir, la razón de que la caída de Pedro sea recuperable en lugar de irrecuperable no está en Pedro mismo, ni en su fuerza, ni en su resolución, sino en la oración intercesora de Jesús. Y es que si la oración eficaz del justo puede mucho
[ii] ¿cuánto más la del Justo por excelencia, esto es, la del Hijo de Dios?
Hay que destacar que
la intercesión de Jesús no va dirigida para impedir que Pedro sea zarandeado, sino para impedir que caiga de la fe de forma definitiva. En otras palabras, Jesús no ahorra a Pedro pasar por una experiencia amarga y humillante, ya que de hecho tal experiencia le enseñará a no confiar en sí mismo y a conocer su propia debilidad congénita.
Presunción es confiar en uno mismo, dando por hecho la propia capacidad para solventar todas las situaciones, incluso las más complicadas.
Cuando Pedro afirma, negando lo que Jesús le acaba de anunciar, su determinación de que resistirá lo que sea con tal de seguirle, está manifestando el profundo desconocimiento de sí mismo que tiene. Aquí tenemos a un hombre de férrea voluntad, firme carácter y resolución decidida. Pero todas esas cualidades se vendrán abajo en el curso de unas horas ante algunos criados y doncellas.
¡Qué débil es la fuerza humana y qué insensata la palabra de presunción! ¿Qué sería el fin de tal presunción si no fuera por la condescendiente misericordia de la oración de Jesús en nuestro favor?
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