A este grupo se uniría María Estuardo, hija de la primera y nuera de la tercera, que sería reina consorte de Francia, reina de Escocia y aspirante al trono de Inglaterra.
Todas estas mujeres, aunque muy distintas en personalidad y trasfondo tenían, no obstante, un denominador común: eran católicas con un fuerte sentimiento de hostilidad hacia la Reforma, hasta el punto de querer erradicarla totalmente de sus dominios.
Pero antes de hacer una breve semblanza de ellas, hay que decir algo de John Knox.
Su pasión se puede condensar en su oración: ´Señor, dame Escocia o me muero´, que sintetiza bien el propósito de su vida, esto es, que su país experimentara lo que había ocurrido en otros lugares de Europa con el surgimiento y consolidación de la Reforma. Durante el tiempo que estuvo exiliado en Ginebra (1556-58) conoció personalmente a Calvino y a otros reformadores, llegando a la conclusión de que Ginebra era
´la más perfecta escuela de Cristo en la tierra.´ y por lo tanto un modelo digno de ser imitado y llevado a otros lugares, entre los que por supuesto se encontraba Escocia.
Un compatriota suyo, Thomas Carlyle (1795-1881), dijo que Knox
´…fue el fundador de la fe que sería la de Escocia, la de Nueva Inglaterra y la de Oliver Cromwell, es decir, el puritanismo.´ Ahora bien
, la palabra puritano ha sido uno de esos apodos peyorativos que a lo largo de la Historia se han ido acuñando para denigrar a un determinado movimiento. Merecería la pena hacer un estudio de esos apodos despreciativos, entre los que se encuentran entre otros: en su origen el propio término cristiano, el ya mencionado de puritano, pero también los de pietista, metodista, protestante, anabaptista, hugonote, fundamentalista y algunos más. Términos denigrantes que, paradójicamente, han terminado siendo un timbre de honor para aquellos que son catalogados como tales.
Históricamente el término puritano ha sido satirizado como sinónimo de mente estrecha, rigidez de corazón, censura, hipocresía y puerilidad. Y lejos de menguar, esa caricatura ha sido desfigurada aún más por los actuales profetas y sacerdotes de la diosa Tolerancia, que se complacen en etiquetar de ese modo a cualquiera que ponga en entredicho sus pretensiones, de manera que puritano es lo más patético y ridículo que puedes ser en esta vida.
Pero más allá de tópicos interesados y de clichés engañosos es importante hacerse la pregunta ¿qué es un puritano? Martin Lloyd-Jones lo define de esta manera:
´Es un hombre de independencia, de pensamiento independiente. El puritano nunca es un hombre del sistema.´(1) Y yendo un poco más adelante resume los
dos principios rectores del puritanismo que guiaron a Knox: El primero y principal, la autoridad suprema de las Escrituras como Palabra de Dios, no meramente en un sentido teórico sino práctico y extendido a todos los aspectos de la vida; el segundo y derivado del primero, la necesidad de una reforma en la Iglesia
´en la raíz y en las ramas´. En nuestros días es frecuente escuchar pomposas declaraciones sobre la Sola Escritura a personas que, en la práctica, niegan ese principio mediante otras declaraciones y acciones en las que defienden el relativismo doctrinal y moral, lo cual está en las antípodas del puritanismo.
Otra característica esencial de lo que es ser un puritano es la que señala J. I. Packer al decir que
´…un puritano es un hombre supremamente comprometido con su conciencia.´(2) Uniendo las definiciones de Lloyd-Jones y de Packer obtenemos que un puritano es un hombre o mujer independiente y de conciencia; pero una independencia y una conciencia que están informadas por un solo elemento: la Palabra de Dios. Ser independiente conlleva un alto costo, porque significa no ser cautivo de nadie e ir contra corriente; ser de conciencia también implica un elevado precio, porque supone un rigor en primer lugar ejercido hacia uno mismo.
En su anhelo por implantar la Reforma en Escocia, Knox se encontró con las maquinaciones y oposición de las cuatro mujeres mencionadas anteriormente.
La primera,
María de Guisa o María de Lorena (1515-1560), así llamada por el apellido familiar o por su lugar de origen respectivamente, quedó como regente de Escocia tras la muerte de su marido, el rey Jacobo V, hasta que la hija de ambos, María Estuardo, tuviera capacidad legal para sentarse en el trono. Esta mujer era una verdadera Guisa, llena de ambiciones y que gobernaba Escocia de acuerdo a los intereses de Francia, su país de origen. La segunda,
María Tudor (1516-1558), reina de Inglaterra, ha pasado a la historia como María
la Sanguinaria, porque durante su mandato se instauró de nuevo el catolicismo en el país, desatándose una implacable persecución que llevó al patíbulo a muchos protestantes, como Ridley, Latimer y Cranmer, entre otros. La tercera,
Catalina de Médicis (1519-1589), era la esposa de Enrique II, rey de Francia, y madre de tres hijos y una hija que luego serían reyes. Ha pasado a la historia como prototipo de mujer maquiavélica e instigadora de la tristemente famosa Noche de San Bartolomé (1572), en la que miles de Protestantes (hugonotes) franceses fueron asesinados. La cuarta,
María Estuardo (1542-1587), que sería reina de Escocia y que desde su niñez había sido educada para recuperar a Escocia e Inglaterra para el catolicismo, dejó bien claro desde el principio que su propósito era aplastar la Reforma.
Teniendo en cuenta este escenario de mujeres en el poder, parecería que estaba justificado que Knox escribiera su Primer toque de trompeta contra el monstruoso gobierno de las mujeres, pues en efecto monstruosos eran sus gobiernos (aunque no más que los de algunos hombres). Y sin embargo,
este libro le iba a deparar bien pronto muchos problemas a Knox, hasta el punto de dolerse y retractarse en varias ocasiones de lo que había escrito en el mismo…
1) The Puritans: Their Origins and Successors, Banner of Truth
2) Among God´s Giants, Kingsway Publications
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