A tal fin se las ingeniará para hacer de la habitación de su madre un santuario comunista, pasándole incluso por televisión, mediante videos trucados, noticiarios antiguos, como si fueran actuales, en los que se alaban los logros del régimen a favor de la clase obrera. A escenas reales de gente escapando de la RDA para entrar en la RFA les cambia la locución, diciendo que son las masas de los países capitalistas que huyen de las garras del dinero para entrar en el paraíso socialista. La cinta mereció el elogio de la crítica y el premio Ángel Azul a la Mejor Película Europea.
La película, por tanto, trata de una forma desenfadada y con un enfoque original los drásticos cambios que ocurrieron en Europa el ya mencionado año de 1989.
Es un acercamiento, no tanto político sino humano a uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX. En ese sentido sería pareja de La vida es bella de Roberto Benigni, en la que algo tan terrible como el Holocausto provocado por los nazis, es reinterpretado en clave de juego y ternura por el protagonista a fin de proteger y salvar a su pequeño hijo.
Pero lo que me hizo recordar a
Good bye Lenin! fue la noticia que, procedente de Polonia, difundían los medios de comunicación hace unos días, según la cual el ciudadano polaco
Jan Grzebski (¿cómo podrán pronunciar este apellido?),
tras 19 años en coma ha recuperado la conciencia.
Antes del accidente que le produjo el coma, Grzebski vivía en una Polonia comunista, aunque sacudida por el sindicato Solidaridad y su líder Lech Walesa y enfervorizada con su compatriota en Roma, Juan Pablo II. Al volver en sí hace unos días, Grzebski ha despertado a una realidad muy diferente a la que dejó cuando entró en coma. Hoy el comunismo ya no existe en su nación y el Pacto de Varsovia, aquella temible máquina militar, se derrumbó como un castillo de naipes, habiendo entrado Polonia a formar parte de la Unión Europea. En el entretanto de su coma, Walesa llegó a ser presidente de la nación, Juan Pablo II falleció y ahora Polonia pertenece ¡a la OTAN! Vamos, como para volverse loco. En la esfera familiar ´se durmió´ con 4 hijos y ´ha despertado´ con 11 nietos.
Definitivamente, el caso de Jan Grzebski va más allá del de la madre de Alex en Good bye Lenin!, porque allí fueron ocho meses y aquí han sido diecinueve años en coma. Y es que, una vez más, la realidad supera a la ficción.
Pero el caso del ciudadano polaco tiene también otros factores que es preciso tener en cuenta. El primero es que los médicos le dieron de vida dos o tres años, tras el accidente, descartando que pudiera volver a recuperar la conciencia. Ahora son ellos los primeros asombrados ante su recuperación. El segundo, es que su esposa ha sido un ejemplo de abnegación y entrega en todo este tiempo, cambiándole cada hora de posición para que no cogiera infecciones por el roce con la cama, y esto no durante 19 meses sino durante 19 años. El tercero, es que el paciente recordaba vagamente las reuniones familiares a las que se le llevaba mientras estuvo en coma, así como los intentos de su esposa e hijos de comunicarse con él.
Si la toma de decisiones para el futuro de este ciudadano polaco se hubiera basado solamente en los datos de la ciencia y en la filosofía del bienestar que lo supedita todo a sí misma, hace ya mucho tiempo que Jan Grzebski estaría muerto. Pero más allá de los especialistas en medicina y de la mentalidad del bienestar dominante, hubo una persona, su esposa, que se sacrificó por él, aunque muchos consideraran su abnegación una lucha estéril y sin sentido. Su caso representa el triunfo del amor sobre el tiempo, las adversidades y el desánimo. Es decir,
su ejemplo nos enseña, una vez más, que el amor tiene capacidad redentora, algo a lo que la ciencia no llega y a lo que la filosofía del bienestar es totalmente ajena.
Pero el caso de Jan Grzebski también nos enseña que la vida humana no está en manos de nosotros mismos ni tampoco de la ciencia, sino que como dice el texto superior está en las de aquel que tiene las llaves (la autoridad) sobre la muerte. Dicha autoridad la tiene por partida doble: en cuanto Hijo de Dios tiene el poder de Dios sobre ella, pero además lo tiene también como hombre, porque habiéndola experimentado ha triunfado sobre ella (para desgracia de James Cameron y alegría de los que hemos creído en él).
Si este hombre, que es Dios, tiene autoridad sobre la muerte, eso significa que cualquiera que desee no ser engullido eternamente por su terrible poder, ha de ir a él, y a nadie más que a él, para tener vida verdadera y eterna.
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