Si bien los antecesores de Acab y Jezabel en el trono fueron todos ellos funestos para la nación, con todo se limitaron a mantener el cisma que varias décadas antes había originado Jeroboam, pero ninguno se atrevió a trastocar ciertos fundamentos sobre los que la nación había sido fundada. De alguna manera, aun con los errores y desviaciones propios del cisma, todavía quedaban huellas y vestigios de cierto temor de Dios en el ánimo de la gente, habiendo determinados límites morales y espirituales que se respetaban. Pero con el ascenso al poder de Acab y Jezabel incluso esos mínimos van a ser dinamitados.
El culto a Baal y Asera supone la introducción de toda una cosmovisión radicalmente diferente a la que hasta entonces había habido. Baal controla todos los procesos naturales básicos, como la fertilidad y el clima, de ahí que las cosechas y por ende el sustento material, estén bajo su poder. Asera, cuyo significado gramatical es bendita o feliz y de ahí afortunada, representa la Suerte o la Fortuna, identificándose también con el sexo y la reproducción. En otras palabras, el tándem Baal-Asera personifica el sustento, el consumo, la suerte y el placer. En definitiva, el materialismo en estado puro. La ventaja añadida que tenían las nuevas creencias es que no exigían las elevadas normas morales y de santidad que fueron entregadas a Israel en Sinaí. Por lo tanto todo era favorable para su popularidad. En una nación ya propensa a la degradación, Baal y Asera son la excusa intelectual perfecta para justificar lo que de otra manera sería abominable. Si bien este culto ya había aparecido siglos antes durante el tiempo de los Jueces, la diferencia es que ahora, con Acab y Jezabel, recibe rango oficial y goza de patrocinio legal. Así pues Baal-Asera lo llenan todo, lo controlan todo y lo pueden todo, al menos en lo que a esta Tierra concierne. El programa de Acab y Jezabel es uno de gran envergadura para erradicar todo residuo de Dios en la vida del pueblo. En términos modernos supone una total alteración de valores.
Me da la impresión de que España se va pareciendo cada vez más al Israel de Acab y Jezabel. Ya se ha puesto en marcha un programa educativo destinado a cambiar toda una percepción del ser humano y de la familia por otra completamente diferente, que tiene respaldo y empuje gubernamental. A partir del curso escolar 2007-2008 los niños mayores de diez años aprenderán en el colegio que tener como padres a dos hombres o a dos mujeres es tan normal como tener a un hombre y a una mujer. El secretario general de Educación, Alejandro Tiana, lo explica de la siguiente manera:
"Es necesario que los niños comprendan cómo está organizada la sociedad en la que viven y dentro de ella existen varios tipos de familia: biparentales, monoparentales y homosexuales. Negarlas es negar la realidad". Por esta misma lógica también podríamos enseñar a los niños que es normal ser mafioso o terrorista, ya que negar ambas cosas es negar la realidad.
El Presidente del Gobierno anunció hace dos años su intención de acabar con la
‘moral carca’ de España para sustituirla por otra nueva y la Vicepresidenta anunció la legalidad de los matrimonios homosexuales como un logro que acababa con
‘siglos de discriminación’. Así que aquí tenemos la reedición actual de los antiguos Acab y Jezabel, sólo que trasladados en el tiempo y en el espacio, tratando de implantar a las nuevas generaciones un sistema de valores completamente alterado. Por su bien, deseo que el final personal de estos dos modernos Acab y Jezabel no sea como el de aquellos dos antiguos, pero por el momento es preciso proteger a nuestros hijos y nietos de su maligno programa; una protección que habrá que hacer extensible respecto a los maestros y profesores que asuman las nuevas tesis sobre la familia y el ser humano.
Mas la nueva doctrina sobre la familia viene de instancias superiores. Los redactores de la Constitución de la Unión Europea incluyeron un término que a estas alturas ya es de dominio público, orientación sexual, y que se halla en la Parte II, Título III, Artículo II-81:
“Se prohíbe toda discriminación, y en particular la ejercida por… orientación sexual” así como en la Parte III, Título I, Artículo III-118:
“…la Unión tratará de luchar contra toda discriminación por razón de… orientación sexual”. Ahora bien, esa aparentemente aséptica expresión tiene una proyección extraordinaria porque significa el reconocimiento jurídico de la antropología individual y familiar (y por lo tanto social) que el movimiento gay propugna. A partir de ahí se entiende perfectamente el caso Buttiglione, el propuesto comisario de Justicia de la Unión Europea que no pudo tomar posesión de su cargo en octubre de 2004 por pronunciarse públicamente en contra de la homosexualidad por razones morales.
Por lo tanto Europa, y España como alumna aventajada, caminan en una dirección bien definida: reducir todo lo que tenga que ver con Dios a la mínima expresión. En realidad todo esto no es nada nuevo, es la vieja filosofía que busca expandirse a sí misma para estar presente en todos los campos de la actividad humana, mandando, de paso, a Dios al exilio. Ayer se llamaba Baal-Asera, hoy se llama secularismo. Y si ayer Acab y Jezabel eran una amenaza para determinada nación, hoy sus sucesores lo son también para la nuestra y para Europa.
Viéndolo ahora retrospectivamente con casi tres milenios de distancia, resulta que los que intentaron desarraigar aquella herencia espiritual y moral, fueron ellos mismos, incluidos sus herederos, cortados de la faz de la tierra; en cuanto a la cosmovisión que intentaron implantar, su falsedad fue hecha manifiesta. Y es que cometieron un solo error: pensar que estaban luchando contra ideas o tradiciones, nada más. Cuando en realidad estaban luchando contra Uno que está vivo y activo, no sólo en el cielo sino también en la tierra. Uno que no se conforma con estar relegado a la mínima expresión sino que su propósito es gobernar sobre todos los reinos de este mundo, pese a quien pese, tal como enseña el texto de más arriba.
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