Un año después de la publicación del libro de Fukuyama apareció otro artículo periodístico que habría de tener gran resonancia titulado
¿El choque de civilizaciones? escrito por Samuel P. Huntington y que en 1996 se convertiría en libro bajo el título
El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. La tesis del mismo es la siguiente:
‘Es mi hipótesis que la fuente fundamental de conflicto en este nuevo mundo no será primordialmente ideológica ni económica. Lo cultural será la fuente dominante de conflicto y factor de grandes divisiones en la humanidad. Los Estados nacionales seguirán siendo los actores más poderosos en los asuntos del mundo, pero los conflictos principales de política global ocurrirán entre naciones y grupos de diferentes civilizaciones. El choque de civilizaciones dominará la política global. Las líneas rotas entre civilizaciones serán las líneas de batalla del futuro. El conflicto entre civilizaciones será la última fase en la evolución del conflicto en el mundo moderno.’
Así pues, Huntington iba más allá de la tesis de Fukuyama en el sentido de que si bien es verdad que las batallas ideológicas han terminado, los conflictos violentos van a estar determinados por líneas culturales y de civilización en vez de por criterios ideológicos. Es decir, la religión, la lengua, la historia y la tradición serán los factores determinantes de conflictos tras el final de la Guerra Fría. La solución a este choque para Huntington consiste en lo siguiente:
‘En vez de promover las características supuestamente universales de una civilización, los requisitos de la convivencia cultural exigen investigar lo que es común a la mayoría de civilizaciones. En un mundo de múltiples civilizaciones, la vía constructiva es renunciar al universalismo, aceptar la diversidad y buscar atributos comunes’.
No hace falta decir que asistimos actualmente a uno de los momentos de choque entre civilizaciones, si así denominamos a lo que está ocurriendo entre Occidente y el Islam. La crisis con Irán por su empeño en experimentar con actividades nucleares, la crisis no resuelta de Irak y el fallido intento de instaurar una democracia, la crisis siempre presente pero ahora en un punto álgido entre Israel y los palestinos, la crisis mundial tras el 11-S, el 11-M y los atentados de Londres y ahora la crisis por las caricaturas de Mahoma. (A propósito de esto, la prohibición de representarle no fue absoluta en el Islam como ahora se dice. Persia, la Persia chiíta, es el sorprendente origen de muchos bellos manuscritos ricamente ilustrados con delicadas pinturas en las que se incluyen escenas sobre la vida de Mahoma. Claro que tales representaciones no tenían como fin criticar al personaje sino todo lo contrario).
Pero volviendo a nuestro asunto, todo parece indicar que Huntington tenía razón: estamos ante un choque de civilizaciones. Y sin embargo el choque no es nuevo y la historia se repite de alguna manera, porque bien mirado el antagonismo existe desde hace siglos (trece), sólo que ha habido tramos de líneas discontinuas en el conflicto a lo largo del tiempo y ahora estamos en uno de línea continua que va
in crescendo. España, sin ir más lejos, fue escenario de ese choque de civilizaciones durante varios siglos. ¿Y como denominar a toda aquella empresa llamada Cruzadas si no con esa misma frase: choque de civilizaciones?
Frente al actual choque los presidentes del Gobierno español y turco promovieron en 2005 la Alianza de Civilizaciones, como respuesta y solución al conflicto. El pasado 6 de febrero ambos mandatarios hacían un llamamiento a través del
International Herald Tribune donde decían lo siguiente:
‘En un mundo globalizado, en el que las relaciones y los intercambios entre las diferentes civilizaciones siguen multiplicándose y en el que un incidente local puede tener repercusiones mundiales, es vital que cultivemos los valores del respeto, la tolerancia y la coexistencia pacífica… La publicación de estas caricaturas puede ser perfectamente legal, pero no es indiferente y debe ser rechazada desde un punto de vista moral y político.’
Es loable esta iniciativa de los dos presidentes, que representan a naciones con historias divergentes: en una el Islam fue derrotado y desarraigado, en la otra fue el cristianismo quien experimentó lo mismo. Sin embargo dos objeciones tengo que hacer: una referente a la terminología del comunicado conjunto, ya que, desde siempre, las palabras pueden tener un significado ambivalente y hasta polivalente y así los grandes vocablos como respeto, tolerancia y coexistencia tienen acá un contenido y allá otro muy diferente. Para un occidental hay que entenderlos en un engranaje laico y secularizado; para un musulmán esas mismas palabras significan otra cosa, porque las comprende desde una perspectiva religiosa integral, en la que no hay cabida para la separación de lo privado y lo público, de lo religioso y lo político. La otra objeción es sobre los dos protagonistas de la iniciativa; no estoy seguro que Erdogan, el presidente turco, pueda presentarse hacia fuera como paladín de la tolerancia pues el déficit de su país para con las minorías religiosas y étnicas es notorio. Tampoco estoy seguro de a qué clase de moral apela ahora el presidente español en el comunicado, ya que él ha herido profundamente la moral de muchos españoles con diversas decisiones que ha tomado.
Me parece que la Historia no ha llegado a su fin con la democracia liberal como proponía Fukuyama, ni el choque de civilizaciones de Huntington es novedoso. La Historia avanza hacia un punto que está expresado en el texto inferior, cuando gente de todas las culturas y civilizaciones, es decir de toda la diversidad humana posible, tendrán algo en común. No unos atributos comunes, como propone Huntington, sino un Salvador y una salvación común.
'Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.'
(Apocalipsis 7:9-12)
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