La vida entre pausas

Cuando aprendes a mirar la vida desde un prisma teñido de madurez, ésta te enseña que su recorrido además de complejo es enigmático.

Sabes dónde estás y percibes con reservas hacia dónde vas, pero siempre tiendes a preguntarte si podrías hacer de tu existencia un paseo más agradable, menos dificultoso.

Vivir es una relación confusa entre lo que acontece y uno mismo.

Atraes hasta ti cuestiones que crees haber resuelto y te das cuenta de que todo debería ser más sencillo de lo que has especulado.

Entre devaneos y fisuras, entre cuestiones que no son relevantes y problemas cotidianos, azorada por el dolor de la ausencia de alguien que ha dejado una marca imborrable en mí, he macerado la idea de que quiero tomarme tiempo para vivir entre pausas.

Abandonarme a lo que está establecido y pulir mis armas de mujer soñadora y así darme el placer de saborear la pausa. Detener mis prisas y valorar el reposo, el paréntesis, el alto en el camino.

Verter en mis oídos músicas que me alienten, suaves notas almizcladas que proporcionen descanso a mis cansados oídos.

No quiero rubricar malas gestiones, duras críticas, inconmensurables opiniones. Deseo que entre pausas la vida me rodee con brazos amistosos.

Exiliar la premura, el hacer por hacer, la sonrisa falta de sentido reflejo de un sinsabor camuflado.

Desterrar por y para siempre el querer quedar bien, la palmadita en la espalda, el elogio falto de sentido emitido por alguien que en realidad no eres tú.

Transcurrir con lentitud, disfrutando del paisaje. Aprender a escuchar a quienes hablan susurrando, ésos que casi no oyes pero que tienen mucho que decir.

Quiero aprender a vivir con menos equipaje. Quiero cortar ese cordón umbilical que me une al ayer y prolongar mi vista hacia otros parajes.

Tender una mano aliada a quien aún no me considera amigo. Experimentar la satisfacción de sentirme bien conmigo misma.

Fustigar la apatía demoledora y encender una pequeña llama de ilusión hacia proyectos sencillos pero colmados de pasión.

Ahuyentar con el soplo de la esperanza la insatisfacción, el desconcierto, la pena.

Quiero vivir entre pausas y dejarme mecer por esta nueva travesía en la que con ansias hoy me atrevo a caminar.