“Desde luego que John no quería decir que los
Beatles eran literalmente mayores que Jesucristo” – dice Paul McCartney en el 2004 –. “El sólo se refería a la falta de asistencia a la iglesia”. Aunque como Ringo Starr observa el año 2000, “no había más gente que iba a verlos, que a la iglesia”. Muchos seguidores del grupo, de hecho nunca creyeron que Lennon hubiera dicho tal cosa...
El origen de estas declaraciones está en una serie de entrevistas aparecidas en el diario británico
Evening Standard en enero del año 66. No eran obra de una periodista cualquiera, sino de una amiga de ellos, Maureen Cleave. Ella los conoció por medio de una entrevista en 1963. Era algo mayor que ellos, para ser una fanática del grupo, pero se ganó tanto su confianza, que valoraban mucho su opinión y cambiaron incluso las letras de
A Hard Day´s Night y
Help!, por sugerencia suya…
Maureen había nacido en la India. Era hija de un comandante del ejército británico y una irlandesa, que cuando iba a los 6 años con su madre a Bombay, su barco fue torpedeado por los nazis. Al ser rescatada, fue llevada a Belfast, donde se crió hasta estudiar Historia en Oxford y empezar a trabajar en este periódico en 1959. La entrevista con John Lennon fue la primera de una serie con cada uno de los
Beatles y el
manager Brian Epstein, hablando con ellos en su propia casa de muchos temas, sin ningún objetivo promocional…
FASCINACIÓN POR JESUS
La vida y enseñanza de Jesús siempre había intrigado a Lennon,
que se había criado en la iglesia. Según recuerda Maureen Cleave, fue él quien empezó a hablar sobre religión. “Estaba muy interesado y estaba leyendo algunos libros sobre ello”, dice ella al escritor evangélico Steve Turner. “Como yo recuerdo la entrevista, hablamos de cómo había declinado el poder del cristianismo en el mundo moderno, y sus comentarios intentaban ilustrar esto” – asegura Cleave –.
Hablaron muy poco sobre música. A Lennon le entusiasmaba la Historia y la poesía, pero también la religión y la mitología celta. El músico le enseñó a Maureen su nueva casa, una mansión que imitaba el estilo Tudor en St. John´s Hill, Weybridge. Tenía una gran colección de objetos y juguetes, que iban desde una armadura y un traje de gorila a una gran Biblia – que había comprado recientemente en Chester – y un enorme crucifijo de altar. Hablaron sobre todo de sus últimas lecturas…
Entre un libro sobre budismo zen, el Siddhartha de Herman Hesse y Las puertas de la percepción de Aldous Huxley, Lennon acababa de leer uno sobre Jesús, que se había editado en Londres hace tres meses. Era El complot de Pascua de Hugh Schonfield (publicado en Barcelona por
Martínez Roca en 1987). El escritor – que tenía 65 años entonces
–, se describía como “un historiador judío independiente de la fe de Nazareno”. Para él, Jesús no era el Mesías como los cristianos lo entendían. No era divino, ni había resucitado de los muertos…
TODOS PODEMOS SER CRISTO
Para Schonfield, la persona que los cristianos reverenciaban como el Hijo de Dios, era un religioso judío que intencionadamente buscaba cumplir las profecías mesiánicas. Su plan era aparentar su muerte en la cruz y revivir en la tumba, para que sus discípulos creyeran que era el Mesías. El plan se malogró cuando un soldado romano le atravesó el costado y se desangró hasta la muerte…
Lennon conocía por experiencia el poder impresionable de las masas y qué fácil era poder engañarlas. Esta teoría conspiratoria sobre Jesús, le resultó muy atractiva. Scholfield no pensaba que sus tesis sobre un complot, restara importancia a Cristo. “Más bien la aumentaba y animaba, porque él era de carne y hueso como nosotros, aunque no fuera Dios encarnado”, dice este escritor inglés. “La mente que estaba en el Mesías, puede estar por lo tanto en nosotros”, cree Schonfield.
La idea de que todos podemos ser Cristo, fascinó a Lennon de una forma especial. En mayo del 68, su amigo Pete Shotton recuerda cómo un día se presentó ante él, Paul, George y Ringo, diciendo que era Jesucristo reencarnado – estaba bajo el efecto de drogas –. Quería que el agente de prensa de
Apple, Derek Taylor, lo diera a conocer en un comunicado oficial de prensa. Sabiamente, Taylor le siguió la corriente, confiando que pronto dejaría de estar bajo la influencia de la droga…
BÚSQUEDA DE SENTIDO
En 1963 Paul McCartney dice a la revista Playboy: “Ninguno de nosotros – los Beatles – cree en Dios, pero somos más agnósticos que ateos”. Pocos meses después tienen su primera experiencia con el LSD. La droga les ofrece la posibilidad de nuevas experiencias, cuando se estaban ya empezando a cansar de su éxito. “Tenemos todo lo que se puede comprar con dinero” – dice Ringo –, “pero cuando haces eso, las cosas dejan de tener valor después de un tiempo”. Entonces “buscas otra cosa, una nueva experiencia”…
George Harrison dice que la única cosa que merece la pena buscar en la vida es las respuestas a las últimas preguntas: ¿quién soy?, ¿por qué estoy aquí?, ¿a dónde voy? “Hemos conseguido dinero y fama” – dice George –, “fue divertido un tiempo, pero desde luego no es la respuesta a lo que es la vida”…
Paradójicamente, mientras los Beatles buscaban el sentido a la vida más allá de lo material, ellos se convierten a su vez en un sentido para la vida de millones de fans alrededor del mundo. Como explica un padre a la revista
Time en 1967, “parecían saber más que nosotros”. Por eso “imitábamos su forma de vestir y su conducta”, dice. “Estudiábamos sus entrevistas, para seguir su opinión”…
LENNON Y JESUS
Cuando John y Paul eran adolescentes, empezaron a hacer una obra de teatro. Tenía influencia de las obras absurdas de Harold Pinter. Su protagonista era alguien llamado Pilchard – según Lennon, “una figura de Cristo” –. En 1965 la describe al
New Musical Express como una historia “sobre Jesucristo volviendo a la tierra como una persona normal”….
A Lennon le gustaba reírse de los dignatarios eclesiásticos, parodiaba himnos y dibujaba viñetas blasfemas sobre Cristo en la cruz, como sólo puede hacer alguien que ha sido fiel miembro de iglesia alguna vez. Es como si se tuviera que probar una y otra vez a sí mismo, que estaba ya libre de la influencia de la iglesia anglicana. No obstante, no podía dejar de pensar en Jesús…
Cuando citaron sus héroes para la portada del Sgt. Pepper, Lennon mencionó por supuesto a Jesús, pero el diseñador Peter Blake lo encontró “demasiado controvertido”. En sus entrevistas, Lennon alude con frecuencia a historias bíblicas y parafrasea versículos de memoria.
Cuando en 1980 le preguntan sobre los Beatles, se refiere a tres pasajes del Evangelio: “¿Tenemos que dividir de nuevo el pescado y los panes, para las multitudes?, ¿ser crucificados otra vez?, ¿andar una vez más sobre el agua, porque muchos no lo vieron la primera vez, o no se lo creyeron? Eso es lo que están pidiendo: ¡bájate de la cruz!, que no lo entendimos la primera vez, ¿puedes hacerlo de nuevo? ¡De ninguna manera! No puedes hacerlo dos veces…”
A finales de los años sesenta, Lennon se convierte en una especie de Che Guevara, como el Cristo barbudo de la contracultura. Su frase “van a crucificarme”, en la
Balada de John y Yoko, evidencia el grado de identificación al que llega con la figura de Jesús…
LA RELIGIÓN DE LA DROGA
Cuando los Beatles graban Revolver, John y George empiezan a interpretar sus experiencias con el LSD en clave budista e hinduista. Había sin embargo una diferencia entre ellos. Mientras que Harrison lo ve como una confirmación de que todos somos divinos,
para Lennon parece demostrar todo lo contrario, que la divinidad no existe. John piensa que lo único que podemos saber seguro es que estamos aquí. No cree en ese sentido que haya un propósito último para el universo...
Maureen Cleave recuerda que una vez en el apartamento de John Riley – el dentista que les introduce al LSD en Londres –, Lennon se preguntaba si Jesús no podía haber tenido experiencias trascendentes similares al LSD, pero que luego la Iglesia las hubiera reducido a un árido dogma. Le pareció entonces entender la Biblia de nuevo…
Lennon se preguntaba sobre las palabras de Jesús acerca del “Reino de Dios dentro de ti”. Tal vez había que explorar dentro de uno mismo, en vez de mirar al Cielo. ¿No se referiría a una experiencia mística, cuando dice que “la verdad nos hará libres?, ¿o a una disolución del yo, cuando hablaba de su unión con el Padre?
Paul McCartney no prueba el LSD hasta finales de 1966, después de hacer
Revolver. Fue sin embargo el primero en darlo a conocer en una entrevista con la revista
Time. Su experiencia, la describe también en términos religiosos: “Esto me abrió los ojos al hecho de que hay un Dios”. Aunque “es obvio que Dios no está en una pastilla, pero explica el misterio de la vida”. Para él, “es verdaderamente una experiencia religiosa”.
Paul cuenta al dominical británico
The People: “No sabía de qué hablaba la gente cuando decía que Dios está dentro de ti, que es el amor y la verdad. La única imagen que tenía de Él era la de un anciano en el cielo con una larga barba. No estoy diciendo que voy a dedicarme a la Iglesia o algo así. Para mí, es algo mucho más personal que eso. Dios es una fuerza de la que todos somos parte. Pero significa que ahora creo que la respuesta a todo es el amor.”
EL EVANGELIO SEGÚN LOS BEATLES
Esta idea del amor, proclamada en All You Need Is Love, se convierte en el verdadero evangelio según los Beatles. No ya que Dios es amor, como dice la Biblia (1 Juan 4:8), sino que el amor es Dios. Este es el credo que muchos mantienen todavía hoy, como el verdadero sentido de la vida, pero ¿es esto realmente bíblico?, ¿es amor todo lo que necesitamos?
En una época como la nuestra, en que muchos ya no quieren saber nada de la Iglesia, nadie duda en pensar que si Dios existe, tiene que ser Amor. Dios es presentado así como el que todo lo tolera, cuya bondad y benevolencia son incapaces de castigar la injusticia. Dios ya no es amor, sino que el Amor es Dios…
Es cierto que el amor está el centro de la enseñanza bíblica sobre Dios, pero se expresa siempre en el marco de otras realidades bíblicas, como la justicia, la ira y la santidad de Dios. Si el amor es la sola regla, cualquier otro sentimiento, por muy justo que sea, no puede sino estar en conflicto con el amor.
Se le atribuye así a Jesús una enseñanza que no es realmente la suya. Se le quiere ver como el precursor de una era de amor. Muchos contraponen incluso su enseñanza de amar a los enemigos (Lucas 6:27) con el Antiguo Testamento. Los orígenes veterotestamentarios de este mandato son en general poco conocidos (
Levítico 19:18;
1 Samuel 24:18-20;
Proverbios 25:21-22), pero la verdad es que ni Jesús, ni los apóstoles (
Romanos 12:17) enseñaron nada nuevo, en relación con la venganza personal (
Pr. 20:22). No es verdad que el Dios del Antiguo Testamento sea un Dios de venganza, y el de Jesús un Dios de amor…
No es cuestión de restar importancia al amor, sino entender que en la Biblia, Dios es uno. Él es a la vez amor y justicia. Lo uno no excluye a lo otro, ni se opone a lo otro. La buena noticia que necesitamos no es el evangelio según los Beatles, sino el mensaje de la Cruz, por el que el amor y la justicia se besan. Es por eso que no se puede comprender a Cristo, mientras no se entiende su cruz. Ya que es en definitiva el corazón del Evangelio.
EL EVANGELIO DE LA CRUZ
La cruz contrasta con la amable ternura y ñoñería de la Navidad. Aquí no hay estrellas, magos o pastores, sino la historia brutal de un hombre colgado de una cruz, traicionado por sus amigos y rechazado por su pueblo, siendo condenado a muerte, a pesar de su inocencia. Mayor cobardía, egoísmo, brutalidad y conveniencia, que en este atroz relato, es difícil de encontrar. Sin embargo la Biblia nos dice que
Dios allí “estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo”(
2 Corintios 5:9).
La muerte de Jesús manifiesta la justicia y santidad de Dios, sin la cuales no puede existir su amor, bondad y misericordia. El problema es que no creemos en la justicia de Dios, porque no pensamos que tengamos culpa de nada. La Ley de Dios sin embargo nos declara culpables:
“No hay justo ni aún uno” (
Romanos 3:10). Si dudas de la gravedad de tu mal, no tienes que pensar más que en la muerte, que es
“la paga del pecado” (
Ro. 6:23), pero el regalo de Dios es
“vida eterna en Cristo Jesús”...
Dios muestra así su amor para con nosotros,
“en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (
Ro. 5:8). La cruz muestra por lo tanto su amor y justicia (
Gálatas 3:13;
2 Corintios 5:21), ofreciendo su perdón por medio del verdadero arrepentimiento y la fe no fingida, que sólo Dios puede producir en nosotros por su gracia. Esa “locura de la cruz” se convierte así en nuestra auténtica esperanza…
Imagina entonces que si hay un Cielo,
culminación de todas nuestras aspiraciones y satisfacción de todos nuestros deseos. Confía y cree que hay un Padre esperándonos, que no es como nuestro padre en la tierra, que a veces nos falla y abandona. Piensa que en esa Cruz nos revela el verdadero amor y la justicia, cuya visión producirá tal asombro, que nunca dejaremos de contemplar extasiados sus maravillas. Porque el que está sentado en el Trono es el Cordero inmolado (
Apocalipsis 5:6), que trae un nuevo cielo y una tierra nueva, en el que mora la justicia.
Imagina si puede haber un mundo mejor que ese…
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