Tu presencia lo cambia todo

Me arrastro por la casa como si llevara un gran peso sobre mis espaldas, una sobrecarga de la que no he podido deshacerme en la noche.

Vuelve un día más, con sus condicionantes, con sus horarios, con sus rutinarias labores.

Hoy no me quiero desprender del pijama, desearía quedarme embutida en la cama y dormir, dormir, dormir…

De pronto alguien se despierta en la casa, oigo como surge un repetitivo da, da ,da, ta, ta, ta. Es mi pequeñita que dice; a su manera, que ya es hora de emprender un nuevo día.

Casi sin ganas voy hasta su habitación, levanto con lentitud la persiana para que entre un poco de luz, esconde su rostro al recibir el ramalazo de claridad de la mañana y antes de que me acerque para darle el primero de los miles de besos que hoy recibirá, me regala una sonrisa amplia, clara, exenta de remilgos, pura y cuajada de palabras que ella aún es incapaz de pronunciar.

Sus buenos días hacen que mi morriña huya, de pronto despabilo y soy feliz. El simple hecho de verla despertar hace que todo cobre una dimensión totalmente distinta. Quiero vivir, despojarme de todo ese cansancio que el descanso no ha logrado mitigar y que la sonrisa de mi pequeña ha atenuado de forma sorprendente.

La vida es un escenario en el que cada día representamos nuestra particular obra. Existen momentos, en los que nos cuesta salir al frente y poner en escena nuestra actuación y así poder expresar lo que tenemos ejercitado.

Hay instantes en los que me gustaría permanecer entre bambalinas, cercarme de silencio y mantenerme callada, quieta. Sin embargo, siempre hay alguien que te anima a salir al escenario y poner tu arte al servicio del público.

Puede que no se reciban las ovaciones deseadas, que los aplausos estén ausentes, pero el hecho de abrazar la posibilidad de que éstos surgan, es más que suficiente, es un componente maravilloso para hacer que tu trabajo tenga un fin.

Me desperezo y ante la figura de mi hija pienso en esa otra presencia tan importante en mi vida. Ese ser prodigioso que utiliza pequeños útiles para hacer su labor. Una presencia elemental sin la cual nada en mí tendría sentido.

Una vez más compruebo cómo Dios sigue utilizando recursos humildes para hacer grandes cosas.