Las promesas de los hombres

Las promesas dominan sus mítines, esperanzadoras palabras colorean los discursos. Una y otra vez repiten excelentes ofertas, invitando al ciudadano a ofrendarles su voto, un bien preciado sin el cual ellos no podrían ostentar el lugar que tanto desean ocupar.

Cuales niños, somos agasajados por un sin fin de proposiciones; alentadoras vías hacia un futuro glorioso.

Todos están en su derecho de proclamar lo que proclaman, pero aún así, ninguno de ellos posee la fórmula mágica para hacer que este país funcione de la mejor manera.

Sus promesas son efímeras, hoy son y mañana dejarán de serlo.

Es por ello que, votemos al partido que votemos, tengamos una inclinación política u otra, debemos saber que la mayoría de esas fantásticas premisas quedarán flotando en el aire, para disiparse con la bruma del paso de los días.

Son promesas de hombres, y como tales, tienen los días contados.

Cuan diferentes son esas otras promesas, que emitidas por Dios, nos otorgan la confianza de su cumplimiento. Palabras a las que nos aferramos sabiendo que quien las pronuncia es conocedor de lo que emite y fiel a sus compromisos.

Entender las voluntades y buenas pretensiones de quienes intentan gobernarnos desde sus cargos públicos, no es a menudo sencillo. Ellos hablan en términos no siempre entendibles, con frases hechas que nos suelen recordar que cada legislatura somos “lo más importante”.

Luego vendrán las escusas por no cumplir lo pactado, una retahíla de bien estructuradas frases que limpiando sus conciencias verterán sobre nuestros oídos para hacernos ver que ellos nunca se equivocan, creando desencanto en quienes confiaron en sus palabras.

Este año volveré de nuevo a depositar mi voto en una urna, deseando que el partido que elijo para gobernar mi país sea el más ecuánime, un partido consecuente con lo prometido. Sé que es una utopía, pero aún así, he de ejercer mi derecho como ciudadana demócrata y decantarme por alguno, confiando en que pueda gobernar sabiamente.

De momento me mantengo escéptica, confiando tan sólo en aquel que siempre cumple lo que promete.