Pequeñas cosas de gran valor

Mi pelo ondeando al viento.
La sombra de unas manos en la arena.
El roce de tus labios en mis mejillas.
Un susurro en mis oídos.
El recuerdo de una infancia deliciosa.

Abrir una puerta, cerrar los ojos, descubrir un mundo plagado de aromas. El suave tintineo de lo nuevo nos hace rebosar de ganas por destapar, por desenvolver el embalaje que recubre misteriosamente ese algo inesperado.

ÍNTIMO AUTOR Yolanda Tamayo 14 DE JUNIO DE 2007 22:00 h

La vida es en parte eso, una acción de explorar continuadamente en busca de todo cuanto se nos ofrece.

En esa acción de rastreo y puestos a adentrarnos en la maleza, hemos de tomar conciencia de que cada individuo tiene sus propias prioridades, su forma de vida, y por lo tanto, sus anhelos no tienen porque estar supeditados a los cánones reglamentarios y puntualmente establecidos.

La belleza de cuanto nos rodea es relativa, vista desde diferentes perspectivas y catalogadas de formas muy diversas. De igual manera, el concepto felicidad pertenece a un género abstracto, y cada cual lo atribuye a aquello que cree merecerlo. Es precisamente esa forma de atribuir un valor lo que hace realmente valioso a algo o a alguien.

Mirar la vida con demasiada objetividad hace que te apoltrones en el sofá y pienses cuán complicado es abordar la rutina diaria, sin embargo, cuando aprendes a relacionarte con tu entorno, a valorar la belleza de cada cosa por muy superflua e insignificante que esta parezca, entonces, en ese transcurso comprendes que en la vida hay miles de cosas por las cuales merece la pena vivir.

Ese despertar de los sentidos incluye un desalojo de todo aquello que apulgarado se ha mantenido intocable en nuestra existencia, esos episodios tristes que sin ser llamados acuden para hacernos evocar un trazo amargo del ayer.

Evitemos esos azotes, pongámosle color al presente, vivamos con determinación el nuevo día aceptando que somos frágiles, imperfectos y por ello, dignos del amor de Dios.

Tomar un café, pasear por la playa, leer, comprarte un capricho, degustar un helado, disfrutar de una película, cortarte el pelo, salir con los amigos, charlar con tu madre, reírte de ti mismo, mimar al ser amado, soñar con proyectos nuevos, cambiar de trabajo, regar tus plantas, ir a pescar, contemplar como el mar se bebe al sol, hablar con un amigo en la distancia, recitar poemas, escuchar calladamente la voz de Dios…

Pequeñas cosas de las que está compuesta la vida, pequeñas cosas que tienen un gran valor.

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