El poder de la motivación

Los anhelos y los sueños que generamos se tambalean a menudo con los continuos zarandeos de una sociedad maltrecha y degradada. Unos y otros debiéramos tener la obligación de apoyarnos, creando juntos una cadena de continua motivación.

Atendemos nuestras necesidades fisiológicas, exigencias elementales que satisfacer. Pero, no hemos de escatimar esas otras necesidades que como seres humanos también precisamos. La necesidad de estima, de autorrealización factores del ámbito social y que tan importantes son para nuestro crecimiento como personas.

Me centro en el apremio que tenemos de ser motivados.

La motivación hace que la tarea que desarrollamos dentro de cualquier terreno sea más llevadera. En esos difíciles momentos de derrota, unas palabras de ánimo hacen que se recobren las fuerza, y el sendero sea menos abrupto para poderlo transitar.

La palabra de Dios, libro entre libros, está plagada de personajes con gran capacidad para la motivación, hombres y mujeres que arremetiendo contra la desidia propagan frases portadoras de gran estímulo.

Uno de esos personajes ilustres es Josué. Un siervo de Dios a quien se le encomienda la nada desdeñable tarea de guiar a una gran multitud hacia la tierra prometida.

Antes de motivar al pueblo, él… previamente fue animado por las palabras de Dios, en las que se le demanda esfuerzo y valentía, a no temer ni a desmayar porque en la ardua labor de conquista, el Señor de los ejércitos estaría a su lado.

Es así como en cada tramo de su vida, hace gala de un gran liderazgo para guiar al pueblo a una extraña y lejana tierra. Vertiendo palabras de ánimo sobre cansados corazones.

Quizá nosotros nunca vayamos a conquistar naciones. Quizá nuestra tierra prometida no es tan lejana ni extraña, aún así, en nuestro caminar diario necesitamos esas palabras de motivación que derramadas sobre nuestras almas nos hagan saber que las cargas son más llevaderas cuando estamos cercados por verdaderos motivos para seguir.