La chica Playboy contaba que “ese día entregó su vida al Señor”. Estudió en varias escuelas bíblicas, colaboró en las campañas de Billy Graham, y acabó siendo misionera en Angola. Durante muchos años vivió ajena al mito que se ha formado en torno a ella, hasta convertirse en los años noventa en una leyenda como Marilyn Monroe. Ahora ha abandonado este mundo en un hospital de Los Ángeles, el pasado 11 de diciembre, casi medio siglo después de que entrara ese día en una iglesia y cambiara toda su vida.
El mundo cristiano, entonces como ahora, no sabía quién era Bettie Page. Su imagen es ahora símbolo del erotismo
pin-up de las chicas
Playboy, pero entonces sus fotos circulaban casi clandestinamente, decorando barracas de cuartel o garajes mecánicos. Hoy es conocida también sobre todo por los amantes del erotismo
chic y la historia de la pornografía, aunque se ha convertido en un personaje popular en
Internet por los
cómics, pósters, novelas y películas que han reivindicado su figura.
Es conveniente advertir en ese sentido que las fotos que ilustran este artículo no son, en modo alguno representativas de las poses que le hicieron famosa. Ya que ella solía aparecer casi desnuda y en una pose de
dominatrix, al estilo sadomasoquista, que resulta ofensiva a muchas personas. No obstante,
su conversión es un claro ejemplo de cómo nadie está demasiado lejos de la gracia de Dios…
INFANCIA DESGRACIADA
Bettie nació en Nashville en 1924. Su madre era medio
cherokee. Trabajaba de peluquera de día y lavandera de noche. Tuvo seis hijos, con los que
vivió en extrema pobreza. Así que ¡podían estar contentos, si recibían en Navidad una naranja de regalo! Su padre abusaba de las chicas, hasta que entró en prisión por robar un coche de policía. Bettie estuvo entonces un tiempo en un orfanato. Ya que sus padres se divorciaron cuando tenía diez años.
A pesar de ese trasfondo marginal, iba desde pequeña a la iglesia y tuvo una buena educación secundaria. Ya que consiguió una beca para ir a la Universidad. Su afición por el cine le llevó a intentar prepararse para ser actriz, cuando estaba estudiando para ser maestra. Se licenció y se casó con su novio del instituto.
Cuando su marido vuelve de la segunda guerra mundial, ella pide el divorcio. Había pasado un tiempo viajando por todo el país, hasta llegar a Haiti. Intenta ser actriz entonces en Nueva York, mientras está trabajando como secretaria. Un día de 1950, cuando paseaba por Coney Island, se encontró a un policía que le ofrece hacer fotos eróticas. Es así como se introduce en el oscuro mundo de la pornografía. Su imagen aparece desde ese momento en muchas de las llamadas “revistas para hombres”. Se hace famosa por su desinhibición, que le aparecer en las fotos con gesto desenfadado y una naturalidad, que la hace pionera de la supuesta libertad sexual que se inicia en los años cincuenta. La realidad era muy diferente…
La biografía que se publica en 1996, cuenta sus difíciles inicios, pero muestra luego una imagen ideal de su vida de modelo. Karen Essex y James Swanson la presentan como una mujer independiente, llena de sensualidad. El libro de Richard Foster, que apareció después, nos desvela una realidad muy diferente. El cuadro que nos hace de Bettie Page es de una mujer profundamente desgraciada. Los dos sin embargo coinciden en ver su cristianismo como una tragedia que malogra toda su carrera. Se convierte en una “víctima del fundamentalismo norteamericano”, y muchos dudan de la sinceridad de su conversión, a pesar del cambio evidente que hubo en su vida.
¿UN TRISTE FINAL?
Esa Nochevieja de 1958 nace una nueva Bettie Page. El pastor Morris Wright del
Templo Bautista de Key West, se nos presenta en estas biografías como un fanático cruzado contra la homosexualidad. Se nos recuerda que pasó un año en prisión por matar a un hombre en un accidente de coche, pero nada se nos dice del ambiente multirracial de esta comunidad y el amor que Bettie recibió por primera vez en su vida. La iglesia tenía un fuerte componente latino, que hacía que algunos la conocieran como el Templo Bautista Latinoamericano. Eran bautistas independientes, que estaban fuera de la Unión del Sur.
Bettie Page estudió en tres escuelas bíblicas. La primera fue Biola, el Instituto Bíblico de Los Ángeles, fundado por el petrolero Lyman Stewart. Tenía entonces ya un carácter multirracial. Luego pasó un poco de tiempo en el Instituto Bíblico de Moody en Chicago, antes de ir al Colegio Bíblico de Multnomah, cerca de Portland (Oregon). Durante ese tiempo Bettie
trabaja como voluntaria en un hogar de madres solteras y colaboró en las campañas de Billy Graham. Aunque la Misión del Multnomah la rechaza por ser divorciada, acaba yendo de misionera a Angola, tras pasar un tiempo en un centro de retiros en Boca Ratón.
Nunca volvió a posar como modelo. Y si alguien le preguntaba si era Bettie Page, ella decía que no, a pesar de ser su verdadero nombre.
Es cierto que a partir de entonces no acabaron sus problemas. Se volvió a casar, pero se divorció por tercera vez. Sufrió serias enfermedades psiquiátricas, que le llevaron a ser internada en un sanatorio. Cuando salió del hospital de San Bernardino en 1992, su figura empezaba a ser reivindicada como un mito desaparecido. Arrestada por un altercado con su casera, es declarada enferma, y pasa los últimos años con su hermano en Los Ángeles. No tenía derechos de las fotos que se empezaron a volver a
publicar en los ochenta, aunque contrató una agencia para tener algún beneficio por el uso de su imagen de tantas maneras, incluida una película que interpreta Gretchen Mol.
UNA NUEVA VIDA
La conversión de Bettie Page nos habla de la realidad del nuevo nacimiento. Es posible tener una nueva vida, como le dice Jesús a Nicodemo en el Evangelio según Juan, capítulo 3. Es cierto que no es una vida exenta de problemas, pero supone un nuevo comienzo. No sabemos cómo Bettie pudo mantener su fe en medio de la enfermedad y los problemas de sus últimos años, pero su abandono de su vida anterior nos habla de un auténtico arrepentimiento. Eso es sólo posible por el Espíritu de Dios.
Hay esperanza para nosotros. No importa lo lejos que estemos de Dios y lo sucia que sea nuestra vida. Nadie está fuera de la gracia de Dios, pero tenemos que “nacer de nuevo”. Podemos ser “una nueva creación en Cristo” Jesús (2
Corintios 5:17).
Este es un buen momento para reflexionar sobre tu vida. Y la buena noticia es que puedes cambiar. Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.
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