Hemos tratado ya las diferentes escuelas religiosas (o sectas) judías para examinar lo que tenían de distintivo y en qué medida se podían relacionar con el movimiento originado en Jesús de Nazaret. Así, tras haber comenzado por los escribas, fariseos y saduceos (que aparecen en las páginas del Nuevo Testamento) vimos a los esenios y la secta de Qumrán, para pasar luego a los zelotes.
Cuando uno concluye el examen de las sectas judías en la época de Jesús, no debería caer en el error de pensar que las mismas representaban a la mayoría de la población. De hecho, no pasaban de ser minorías bien constituidas, cuyos miembros rara vez superaban algunos millares. Si hemos de ser sinceros, tenemos que confesar que la inmensa mayoría de los judíos de la época de Jesús quedaba fuera de los mismos. De mayor importancia incluso que las diferentes sectas que encontraban cabida en el seno del judaísmo del Segundo Templo fueron, sin duda, las instituciones religiosas.
LAS GRANDES INSTITUCIONES JUDÍAS
Sin duda las principales fueron el Templo de Jerusalén, el Sanhedrín y la sinagoga. Y (aunque no sea en sí una institución) trataremos por su valor e influencia en el pueblo judío el concepto de esperanza mesiánica.
Estas instituciones sí afectaban la vida de, prácticamente, todo Israel entendiendo como tal no sólo el que vivía en tierra palestina sino los más de dos tercios de sus hijos cuyo hogar material se encontraba fuera de la misma, en lo que, convencionalmente, recibía el nombre griego de "Diáspora" y los hebreos de "gola" y "galut".
EL SANEDRÍN
El término "Sanhedrín" servía para designar el concilio aristocrático de Jerusalén. Derivaba de la palabra griega "synedrion" que podríamos traducir por "concilio" o "consejo".
La primera noticia que tenemos de esta institución - o de otra muy similar -se halla en una carta de Antíoco III (223-187 a. de C.) en la que se la denomina "guerusía" (senado o consejo de ancianos). La "guerusía" es mencionada varias veces en los libros de los Macabeos y, posiblemente, existió todavía durante los Hasmoneos.
Durante el reinado de Herodes el Grande de haber seguido existiendo debió de ser bajo un control férreo del monarca. En el s. I d. de C., los romanos - siguiendo un sistema con paralelos en otros lugares - se valieron de él para controlar Judea. No es fácil tener una idea exacta de cómo era esta institución. Josefo utiliza el término "synedrion" para referirse a diversas instituciones tanto judías como romanas.
EL SANHEDRÍN EN EL N.T.
En el Nuevo Testamento, la institución aparece en relación con la condena de Jesús. Marcos 14, 53-55 parece referirse a una mayoría de sacerdotes -seguramente ligados a los saduceos- controlada en la práctica por figuras como Caifás, y Juan 11, 45-53 señala asimismo la presencia de fariseos en su seno, ambos datos parecen confirmados por
Hechos 4, 5-6 y 23 (donde entre sus miembros está Gamaliel).
Sus competencias parecen haber sido civiles y religiosas. Esta circustancia ha llevado a algunos autores a postular la existencia de dos sanhedrines, uno político y otro religioso, pero tal tesis resulta cuando menos dudosa -aunque en una sociedad como la judía de aquella época es difícil ver la diferencia entre unas y otras en muchos casos- aunque carecían de competencia para condenar a muerte.
En la literatura rabínica, se denomina al Sanhedrín "Bet din" (casa del juicio). De acuerdo a estas fuentes,
existió un gran sanhedrín con setenta y un miembros que se reunía en el Templo, tres tribunales con ventitres miembros y otros tribunales formados por tres. Su composición tendía a primar la erudición.
Los Evangelios señalan que Jesús fue juzgado y condenado por el Sanhedrín pero no es fácil saber exactamente a cuál se refiere y, por otra parte, el procedimiento no deja de ser muy irregular (por la noche, con interrogatorio directo del acusado para buscar su autoinculpación, etc). Pese a todo, pensamos que la noticia es histórica pero debe ser situada en su contexto correcto.
Jesús no experimentó un proceso regular ante el Gran Sanhedrín - donde, muy posiblemente, su condena no hubiera sido tan fácil - sino una vista preliminar o instrucción ante uno de los sanhedrines menores de ventitres miembros.
Que el procedimiento no fue conforme a derecho es evidente pero no puede negarse que había personajes de peso bastante interesados -como ya vimos- en la desaparición de Jesús. Cuando se obtuvo lo que aparentaba ser una acusación sólida, los miembros, o una representación de los mismos, se desplazaron hasta la residencia de Pilato para pedirle que ordenara la ejecución de Jesús, algo que ellos no podían, legalmente, hacer.
El romano comprendió que aquella era una acusación fundamentalmente religiosa y, siguiendo una práctica habitual de Roma, declinó inmiscuirse en el asunto. Pero los miembros de aquel sanhedrín no estaban dispuestos a soltar su presa. Entablaron un forcejeo que, finalmente, concluyó con la ejecución de Jesús. Les guiaba ni más ni menos que la creencia en una "doctrina de la seguridad nacional".
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