Dentro de la actividad industrial, a mediados del XIX, aparecen, en Córdoba y cercanías, varias colectividades de obreros y técnicos, británicos y alemanes fundamentalmente, relacionados con la minería, el ferrocarril y la fábrica de vidrio de don Manuel González Molada, afincada en la capital cordobesa.
Entre los inversionistas relacionados con la minería estarían los franceses así como sucedió en Asturias con
“Fábrica de Mieres” de Numa Guilhou. Entre estos obreros y técnicos había muchos interesados como colportores en la difusión de las Escrituras y celebrar cultos informales por las casas. La penetración del protestantismo en Córdoba había tenido diferentes entradas, entre otras, la silenciosa y efectiva que desde Sevilla dirigía el profesor y colportor
José Vázquez y el envío de revistas como “El libre Examen” que se enviaba desde Londres a tres vecinos de la ciudad, entre ellos el rector del seminario de san Pelagio, don Pedro Cabrero.
Se supo en el proceso contra Matamoros y algunos de sus compañeros, que estos habían visitado Córdoba y Jaén en labores de evangelización, lo que provocaría un esfuerzo misionero católico y la destrucción de publicaciones protestantes que se hacían en plazas publicas en Córdoba y Barcelona.
En los informes de la iglesia católica de la diócesis de Córdoba, se dice que
hay protestantes en Córdoba desde el año 1870, pero no se conoce el número exacto. Son españoles y se dicen evangélicos. No consta que existan pastores, pero es de suponer que sí. Tienen
escuela en la misma capilla para niños de ambos sexos, desde los cinco a los diez años. La frecuentan alrededor de
cincuenta alumnos, número que tiende a disminuir. Los llevan los padres porque para admitirlos no exigen documentos. Según el Inspector de Enseñanza Elemental, funciona ilegalmente, pero los Gobernadores no se atreven a cerrarla. Poseen una casa que está inscrita a nombre de
Duncan Cherry William Vallace: están subvencionados desde Inglaterra, por medio de un jefe que reside en Madrid. La propaganda la hacen repartiendo Biblias. En el ámbito popular no han tenido buena acogida. En alguna población de la diócesis trabajan intensamente, pero sus resultados desaparecen enseguida con la misión. Ha habido invasiones transitorias en otras partes, pero han desaparecido y sólo subsisten algunos restos en la minería del Pueblo Nuevo, que son gestionados por una compañía francesa, pero no tienen pastores, no hacen propaganda y mandan sus hijos a los colegios católicos. De vez en cuando aparecen en los pueblos, especialmente en tiempo de ferias, con la venta de Biblias de las que sin embargo venden muy pocas, y éstas pocas son retiradas fácilmente.
Murcia, las primeras congregaciones en Águilas
Siempre pondremos en primer lugar, para adentrarnos en las primeras congregaciones en Murcia, del libro de
Juan B. Vilar, Un siglo de protestantismo en Águilas, publicado, todavía con precauciones censoras, en 1879. Dice Vilar que el surgimiento de un grupo evangélico en Águilas proviene del establecimiento de un enclave militar británico y una colectividad de mineros ingleses que a diecisiete kilómetros de Águilas formaron el caserío de Cuesta de Gos fundado en 1878 por la compañía minera “
Reyne Mining Co. Ltd.”. Tenía también Águilas
actividad comercial con Inglaterra, exportando esparto y barrilla. Pero sobre todo Águilas daba salida al mineral de hierro y galenas argentíferas, extraído de la cuenca de Almagrera. A partir de 1870 la población británica ejerce la hegemonía económica sobre Águilas, aunque el ferrocarril, que podía mover grandes cantidades de mineral, cambiaría esta fisonomía a favor de Cartagena. Los ingleses sin embargo hacían vida colonial, independientes de los nativos, formando un mundo aparte con sus deportes, especialmente el futbol, y su club de tenis
“Law Tenis Club”. Hasta tenían el Cementerio Británico, a la espalda del Cementerio Civil, para que descansaran sus muertos, sin compartirlo con los criminales, suicidas o indocumentados.
Sin embargo, considera Vilar, que la
II Reforma en Águilas no entró por la actividad evangelizadora de los británicos, aunque estos influyeran en la respetabilidad del protestantismo,
sino por españoles. Hace hincapié Vilar en algo que siempre me ha llamado la atención puesto que no llego a entender su calificación de “modesta cuando no ínfima condición social” sobre los conversos españoles. Los datos que yo poseo de las minas asturianas y de los campamentos ingleses, no muestran esa “selecta colonia inglesa” que dice Vilar y no supongo en los obreros y mineros ingleses de Águilas mayor cultura que la de los protestantes españoles que al menos sabían leer la Biblia. Que hubiese una clase social alta británica siempre se referirá a los propietarios de minas, directores de ferrocarril o técnicos de fábricas pero no a los obreros.
Por estos años 70 funcionó una capilla anglicana cerca de la playa de Levante bajo la jurisdicción del obispo de Gibraltar, que se cerró por la escasa afluencia de fieles.
La mayoría de los evangélicos de Águilas eran españoles, habiendo sido bautizados entre 1893 a 1935 un total de 265 bautismos de los que solo siete eran extranjeros. El origen de las congregaciones de Águilas se remonta a tiempos en que algún marinero o colportor dejó algún Nuevo Testamento que se leía en las tertulias nocturnas y donde eran impactados con las historias bíblicas. Se reunían en una especial iglesia clandestina, quizás orientados por algún marinero bautista y luego descubiertos por un misionero evangelista. Se habían rebautizado unos a otros en una playa–dice Vilar- caso muy parecido al de Padrón en Galicia, donde unos marineros británicos habían establecido el anglicanismo. También es posible estableciesen contacto con el círculo protestante de Cartagena, lugar que desde 1836 tanto anglicanos, metodistas y presbiterianos venían misionando la zona al amparo del consulado británico. A partir de 1869 se unirán en un solo grupo y formarán una iglesia en Cartagena de unos 130 miembros. Estaría dirigida por el pastor
Felipe Orejón Delgado(i) quien en ocasiones visitó Águilas. Sin embargo el verdadero impulsor del protestantismo en Águilas fue el pastor bautista
Carlos Augusto Haglund que se había establecido en Valencia.
El pastor Haglund había nacido en Munktorp (Suecia) el 13 de marzo de 1854, Profesor de cálculo mercantil, abandonó esta profesión para servir al Evangelio. Había cursado estudios teológicos en el seminario bautista de Estocolmo, ejerciendo de pastor en su país hasta 1882 en que decide partir a las misiones extranjeras. Después de un breve tiempo en Cataluña, y reagrupada la congregación de Valencia, en otro tiempo pastoreada por Trigo, en 1888 ya tiene formada una iglesia normalizada en sus cultos aunque con solo nueve miembros. En este año contrajo matrimonio con Feliciana Armengol, cristiana evangélica con la que tuvo dos hijas, Karin y Carolina, una de ellas ciega. Durante medio siglo estas dos mujeres estarían al frente de las escuelas evangélicas fundadas por Haglund.
Sabedor Haglund de un grupo de creyentes en Águilas, les visitaría en 1893 en una de sus visitas a distintos lugares. Permaneció varios meses enseñándoles, ante la poca formación religiosa de los creyentes aguileños, mientras prestaba servicio pastoral en los buques de alemanes y anglosajones que visitaban sus aguas.
Haglund, como buen bautista, celoso y bien formado teológicamente, consideró que no habían sido bautizados por inmersión los protestantes de Águilas y los volvió a rebautizar en la playa “El Charco” siendo los bautizados
Pedro Román Gásquez,
Manuel Fernández de Pila,
José Aullón Pérez y
Dolores Gallego Gálvez. No habiendo podido bautizarse
Francisco Díaz Rubio, al día siguiente el 25 de agosto de 1893 volverían todos a la playa al bautismo y también dejar constituida la iglesia de Águilas. Los cultos solían celebrarse en casa de Pedro Román, carpintero de ribera, de modesta posición social, que Haglund dejó de diácono de la iglesia con la imposición de manos. Pero durante el año en que estuvo en Águilas, recorrió los pueblos de la comarca y los poblados mineros con un vivo celo misionero. “Su simpática estampa de hombre alto, delgado, impecablemente vestido, amable con todos y llevando siempre en una mano la Biblia y un armonio portátil en la otra, parecía sacada de una novela de Dickens” –dice Vilar-.
En una de estas salidas contrajo una enfermedad pulmonar que le obligó a regresar a Valencia donde el 14 de febrero de 1895 produjo la muerte.
Con la muerte de Haglund, la congregación de Águilas no quedó desamparada por la Unión Bautista, que pronto les envía a uno de los misioneros más veteranos en el ministerio de España:
Leon B. Armstrong. Llegó este a Águilas acompañado de su esposa Julie, habiendo trabajado anteriormente en Mérida, en el pueblo jienense de Iznatorat, y por muchas partes de España, al no depender de ninguna misión que le apoyase. De Villanueva del Obispo habían traído una chica, Leonor Gutiérrez, a la que educaron y trataron siempre como una hija y que estaría auxiliando en las labores de la misión, junto a su ama de llaves, Escolástica, y la valiosa colaboradora suiza Elisa Kunzi. Esta fallecería a los treinta y tres años, recibiendo sepultura en el cementerio británico de Águilas.
Con Armstrong se establecerá la primera capilla que tuvieron los protestantes aguileños, en la calle San Sebastián 35, que era un local cedido por el creyente Francisco Serrano “Paco el Torta”, panadero de profesión.
Al ser ya mayores los Armstrong, hicieron llamar en 1896 a un joven escocés llamado
Roberto P. Simpson. En 1909 fallece Julie Armstrong inhumada en el cementerio británico local, figurando en lápida “que ha trabajado en España por 35 años”. El 8 de junio de 1910 fallecería Leon B. Armstrong enterrado en el mismo lugar. Vilar sabe describir con ilustración el ambiente finisecular en el que vivieron los Armstrong, “pródigo en carestías, paro y emigración”.
Su actividad social no estaba condicionada al proselitismo, sino al socorro de los necesitados como seres humanos, confortando a los afligidos sin esperar nada a cambio.
Las inundaciones en el barrio de Jesús que dejaron en la calle por años a muchas personas y la peste de tifus, encontraron el hermoso testimonio cristiano de estos protestantes implicados en su ayuda. Como siempre esto no pasó indiferente a los ojos del párroco y el obispo que se implicaron en las amenazas constantes con las penas del infierno a los que mantuvieran contacto con los herejes y el obispo, de origen irlandés Tomás Bryan y Livermore utilizase su influencia para que los protestantes locales no hallasen amparo en la localidad.
El ataque fue frontal frente a folletos, biblias y tratados. Desde 1840 en que Graydon había distribuido el Nuevo Testamento de Scio y posteriormente la Biblia de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, sin notas, la zona, como casi toda España, estaba bien nutrida de esta literatura protestante. Los colportores que se enviaban desde Águilas lograron fundar en Medrano una iglesia y otras conversiones en Huercal, Albox y Vera.
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(i)Una semblanza ya la hemos publicado en
http://www.protestantedigital.com/ES/Blogs/articulo/885/Felipe-orejon-delgado
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