Juan Bautista Cabrera Ivars, nació en Benissa (Alicante) el 23 de abril de 1837. Entre sus títulos está el ser un buen poeta, historiador eclesiástico y teólogo, siendo el primer obispo de la Iglesia Española Reformada Episcopal desde 1896 a 1916. Fue su hermano el capitán Francisco de Asís Cabrera Ivars, político liberal y periodista de “El Centinela” de Benissa.
Uno de sus rescatadores del olvido es Bernart Capó, ilustre escritor catalán quien menciona la colocación en Benissa de unos azulejos alusivos a su nacimiento y al de su hermano Francisco de Asís, capitán de la Benemérita. Detrás de estos azulejos se esconden tiempos de silencio que olvidaron al primer obispo español con todo el significado que se le dio entonces. De todos modos fue recordado en el 175 aniversario de su nacimiento. Bernart cree que este olvido y rechazo de sus paisanos se debe a que abandonó la disciplina de las Escuelas Pías, en Valencia. “Era un escolapio desertor en un siglo muy especial para la historia española”. En 1980 su ciudad natal sin embargo le rindió un cálido homenaje.
Profesó Cabrera en la orden de los escolapios en 1853 con el nombre de Juan de la Purísima Concepción y sería enviado al colegio-seminario de Albarracín, en Teruel, donde se dedicó a investigaciones filológicas y bíblicas, llegando a dominar las lenguas griega, hebrea, inglesa e italiana, además de la Teología, Patrística y Liturgia, sin olvidar las clásicas matemáticas, física y mecánica, filosofía y teología dogmática y moral. Fue ordenado diácono por el obispo de Segorbe el 16 de marzo de 1862, ganándose fama de erudito. Se distinguió por su oratoria, erudición y conocimiento teológico.
Abandonó la Orden de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías para pasarse al protestantismo, imbuido ya de las ideas anglicanas y por estar próximo a varios protestantes encausados en Granada, Alhama, Trigo y Matamoros. Otros autores creen que Cabrera ya en el seminario debió de recibir algún tratado evangélico que le apremió a estudiar la Biblia, la cual estudiaría profundamente hasta el punto de que le llevase a dudar de algunas prácticas de la Iglesia de Roma, retraerse de sus servicios religiosos y por motivos de conciencia salirse con todas las consecuencias. Parece sin embargo que conoce el Evangelio por influencia de su hermano en Denia, lo que le llevó a abandonar la orden y no por lo expresado por Menéndez Pelayo con tanta saña, al decir que “ había huido a Gibraltar con la maestra de niñas de Fuente La Higuera. Y como los ingleses pagaban largamente, afiliáronse algunos estudiantes de teología, «reprobados, réprobos y reprobables en todo examen», y algunos clérigos sacrílegamente amancebados, cuyas semblanzas ha trazado el Dr. Mateos Gago en tono de novela picaresca, eternizando en la memoria de los zumbones la Cabreriza del ex convento de las Vírgenes y las aventuras de La Pepa”.
Es evidente que un personaje de la talla de Cabrera no tenía simpatías por parte del insigne polígrafo que usó toda su artillería enciclopédica para desacreditarle. En 1863 se refugia en Gibraltar a causa de la persecución religiosa y se casa con Josefa de la Torre, profesora de primeras letras, a quien había conocido en Gandía y de la que tuvo larga descendencia
(i): Rosa, Fernando, Ángel, Juan, Matilde, Magdalena y Pepita. Fernando le sucedió en la presidencia de la IERE y destacó por sus actividades en defensa de la libertad religiosa y organización de los tres primeros Congresos Evangélicos Españoles, como máximo representante de la Alianza Evangélica Española.
Los primeros tiempos no fueron fáciles, teniendo que ganarse el sustento enseñando Matemáticas y Dibujo, pues como él dice “ los ratos libres los dedicaba al estudio, sin ejercer cargo alguno eclesiástico”. Gracias a un comerciante judío de Gibraltar fue consolidando sus finanzas que se mejoraban con traducciones y dibujos para el periódico local. Algunas traducciones fueron empeño personal, como la obra gigantesca y erudita de Edward Harold Browne “
Exposición histórica y doctrinal de los treinta y nueve artículos de la Iglesia Anglicana” que, publicados en 1867, 1868, 1871 y 1872 los cuatro primeros tomos, parece que la impresión corrió a su cargo. Ya había traducido en 1865, del inglés, el folleto “
La esclavitud y el tráfico de esclavos : sus efectos sobre la condición de los naturales de África, y sobre el carácter de los principales jefes y de los otros agentes de tan criminal comercio ... “ que dice traduce de “un inglés” y considera propiedad del traductor. Este folleto no corresponde con el de Blanco White “
Bosquejo del comercio de esclavos y reflexiones sobre este tráfico considerado moral, política y cristianamente, publicado en español en Londres 1814, ni con la “Carta…” de Wilberforce.
Solo estas dos traducciones nos hacen pensar que Vilar tiene razón al considerar al emigrado alicantino uno de los mejores frutos del exilio, “siendo en su tiempo el único reformador español interesado en cuestiones teológicas, litúrgicas, eclesiológicas e históricas y llamado a ser el forjador de los cauces que deberían reconducir y canalizar el renaciente protestantismo hispano. Cabrera en Gibraltar se relaciona con los últimos perseguidos de Granada, Málaga y Sevilla, pero también con otros emigrantes como Pablo Sánchez Ruiz, franciscano y excombatiente carlista, que era un excelente colportor y evangelista. Antonio Simó y Soler, que abandonó una situación próspera en una parroquia para ser pobre siguiendo el Evangelio. Soler en Gibraltar trabajaba de misionero de la Sociedad para la Evangelización de España de Edimburgo y pretendía marcharse a Orán –Argelia- acompañando a John Furnis Ogle y Robert Steward Clough obreros que trabajaban para la misión que para españoles mantenía esta Sociedad escocesa citada anteriormente.
Cuando Soler marchó a Orán, Cabrera se puso al frente de esta congregación y cuando muere el pastor Sutherland el 18 de octubre de 1867, se hizo cargo también de la iglesia y la misión presbiteriana, en cuyos locales se reunió el conjunto de creyentes españoles. En su diario anota que el 13 de noviembre de 1867, cuando Antonio Soler partió para Escocia, le había entregado una carta de la Misión España de la iglesia presbiteriana de Gibraltar para que se hiciese cargo como Agente y Pastor a las órdenes de
Spanish Evangelization Societ, Edimburgh. Celebraba cultos cada Domingo a una congregación de 10 a 50 personas, muchos de ellos transeúntes de Málaga, Estepona, Cádiz y de oficiales y señoras de la Roca. A los que asistían a los cultos les entregaba un ejemplar del Nuevo Testamento (algunos con notas) o algún tratado como los conocidos “
El Cristianismo restaurado, Tradición, Preservativo contra Roma, y otros trataditos menores y en algunos casos una Biblia. También entregó algunas de sus traducciones de la “
Exposición histórica y doctrinal de los 39 artículos de la Iglesia Anglicana” (1867).
Cabrera se relaciona con muchos disidentes españoles e interesa en sus proyectos a las congregaciones de Andalucía y parte de España, logrando el beneplácito de dirigentes evangélicos de Inglaterra cuando, para completar estudios, permaneció un corto tiempo antes de regresar a Gibraltar. Tiene entre su correspondencia y visitas que recibía a muchos creyentes y pastores como Vallespinosa, Aguayo, Soler, Clough, Mr. Peddie. Rev. Alton. Rev- Covertry, coroneles Basto y Maberley y otras personas de Jimena de la Frontera, Cádiz Málaga, Algeciras o Madrid.
Resuelto a reunir en asamblea a los pastores y evangelistas refugiados en el enclave, para redactar una Confesión de Fe Reformada, el 25 de abril de 1868, en el local de la iglesia presbiteriana y en asamblea de la Iglesia Española Reformada, salió un Consistorio presidido por Cabrera y como secretario Manuel Hernández, compañero de Matamoros que había escapado en 1860. Firmaron también Pablo Sánchez, Antonio Soler, José Alhama y Rober Cloud. Se imprimirían 747 ejemplares para distribuir a los convocados a la 1ª Asamblea del 27 de julio de 1869.
Es conocido el encuentro del general Prim con Cabrera después de la Revolución de 1868 y las garantías de este de que en España habría libertad de cultos: “¿Son Vds. de aquellos que fueron condenados en Granada porque se decía que no eran buenos cristianos? Sean Vds. bienvenidos. Desde hoy en adelante habrá libertad en nuestra patria, verdadera libertad, acabó la tiranía. Cada hombre será dueño de su conciencia, y podrá profesar la fe que mejor le parezca. Ustedes pueden volver a su país en el primer vapor que salga, y están en libertad de entrar en España con la Biblia bajo el brazo, y predicar las doctrinas en ella contenidas “. (Palabras del General Prim, según las anotó Juan Bautista Cabrera en 1868 en su Diario)
En la Iglesia Cristiana Española de corte presbiteriano, se pretenden unir todas las iglesias evangélicas españolas, salvo Bautistas y Hermanos y Cabrera se esfuerza en este proyecto además de dirigir las congregaciones de Sevilla (27-12-1868) de la Iglesia Española Reformada. Debatió en Sevilla con sacerdotes católicos como Francisco Mateos-Gago o el chantre Cayetano Fernández Cabello, haciéndose amplio eco de la polémica en los periódicos de la época y a ella alude Luis Montoto en su
Vida y milagros del magnífico caballero Don Nadie.
En 1869 y hasta 1871, en Sevilla, publica y dirige Cabrera el semanario “El Cristianismo” revista que sacó a la luz 42 números. En noviembre de 1874, habiendo fallecido Antonio Carrasco Palomo, que pastoreaba la iglesia del Redentor de Madrid y a petición de los congregantes, le sustituye Juan Bautista Cabrera y también el semanal “La Luz”, que había sido fundado por Carrasco, es dirigido por Cabrera. En 1880 se reúne en Sevilla el Sínodo que pretendía organizar la Iglesia Española Reformada Episcopal, con representantes de Málaga y Madrid, donde fue nombrado obispo de la IERE, habiendo venido de Irlanda tres obispos para consagrarlo. Ingresó en la masonería en la misma Logia que Sagasta donde llegó a tener el cargo de Gran Capitán de Guardias del Supremo Consejo. Fue elegido miembro de la
Hispanic Society of America en 1915 y el 18 de mayo de 1916 falleció.
Entre sus obras escitas sobresalen: El celibato forzoso del clero (1870), Himnario para uso de las Iglesias Evangélicas Españolas (1871), Liturgia (1881 y 1883), Catecismo de Doctrina Cristiana (1887), Manual de Controversia Cristiana (1900), Poesías Religiosas y Morales (1904) y La Iglesia en España hasta la invasión sarracena (1914). Canto Memorial, una autobiografía rimada, apareció póstuma un año tras su muerte.
El 16 de mayo de 2012 el Ayuntamiento de Benisa programó una serie de Conferencias en el 175 aniversario de su nacimiento, participando varios especialistas de su obra que aportan bibliografía Bernardino Rubert “
Vida y obra literaria de D. Juan Bautista Cabrea Ivars, Alicante, 1970 y Bernardo Capó "Los hermanos Cabrera Ivars, de Benisa",
Revista del Instituto de Estudios Alicantinos, núm. 28, 2.ª época, septiembre-diciembre, 1979, pp. 134-135.
El primer templo evangélico de España.
Unas semanas después de la entrevista con Prim el 27 de diciembre de 1868 se inaugura el primer local de cultos de la Iglesia Evangélica en Sevilla. A finales de 1869, en esta iglesia pastoreada por Cabrera, se habían celebrado 20 bautismos y 7 defunciones. Sobre el tema de los matrimonios dice Cabrera: “La dilación de las Cortes en legislar sobre el matrimonio, ha impedido que se hayan celebrado muchos que estaban concertados entre feligreses de nuestra iglesia, y solo uno se ha celebrado
in artículo mortis, con ausencia de la autoridad local”. Este primer templo estaba en calle de las Vírgenes, pero cuando terminó el contrato de arrendamiento del local, que había sido antiguo convento de las Vírgenes, la congregación se trasladó a la calle Garci Pérez, 21, un local bastante inapropiado por lo que se estaba en trámites de la compra de un nuevo local. Se trataba de la iglesia de San Francisco de Paula, situado en la calle de las Palmas, cuyo culto romano había sido suprimido en 1868 y que se inauguraría tres años después de la llegada de Cabrera a Sevilla el 31 de diciembre de 1871.
Cuando decimos el primer templo de España, no es del todo exacto puesto que el primero había sido el de la Sociedad Evangélica Libre de Mahón, fundado el 10 de septiembre de ese mismo año y pastorada por Francisco Tuduri pero se puede decir que lo fue de la Península y anteriores a los de la Misión del capitán inglés residente en Sevilla el Rev. L.S. Tugwell y del presbítero Francisco Palomares. Este iglesia de San Francisco de Paula
(ii) que la había adquirido el Comité de Escocia, tuvo solemne inauguración con representantes de Escocia, como los Sres. Black, Antonio Carrasco representando la iglesia de Madrid y Palomares la reformada de San Basilio. Predicó el sermón inicial el Sr. Cabrera sobre el texto de Juan 4:24, asistiendo como delegados el pastor Fliedner y el pastor de las iglesias de Madrid Sr. Guillermo Moore, misionero de la Iglesia Presbiteriana de Irlanda.
La labor de Cabrera en estos años se concentra en la congregación y ahora a finales de abril de 1870 en la revista “
El Cristianismo” que reaparece un año después de ser cerrada, pero sobre todo, por este medio, aglutinar y fomentar la unidad de las iglesias que ya estaban preparando la 2ª Asamblea que iba a tener lugar en Sevilla el 11 de abril de 1871. El trabajo era grande teniendo que preparar la revisión de la Confesión de Fe con las enmiendas aportadas, el Código de disciplina, el Directorio del Culto, Himnario y el Catecismo.
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(i) Destacan algunos de sus hijos como
Fernando Cabrera Latorre, continuador en gran parte de la obra de su padre Juan Bautista Cabrera y también conocemos de su hermana
Rosa Cabrera Latorre (1864-1950). De ella dice Gabino Fernández que nació en Madrid, dirigió las Escuelas Evangélicas de la IEE, en la calle Noviciado; se casó con su profesor de Bellas Artes, Lino Casimiro Iborra. Que la dejó viuda el año 1935. Ambos, descansan en el Cementerio Civil. Podemos, además, recordarla como “pintora, escritora y traductora española”. Colaboró con los periódicos liberales y tradujo una biografía de Juan Calvino. En la Catedral de la IERE (c/ Beneficencia, 18. Madrid), se puede ver su copia de un cuadro sobre la conversión de San Pablo y su Apostolado. Otras biografías le pierden la pista en 1917 año en que aún publicaba en “El País”. Había recibido una esmerada formación académica primero en la Escuela Normal y de Institutrices, y posteriormente perfeccionó sus estudios en Gran Bretaña. A su regreso a España ejerció su docencia como Profesora de Instrucción Pública, colaborando en varias revistas y periódicos. Sobresalen
“La Luz” “Alrededor del Mundo” ”El Liberal” así como
“La Flora Cubana” de la Habana. Tradujo obras literarias del inglés que dominaba perfectamente, siendo una de las traductoras de la época. Entre los títulos estarían
El príncipe de los timadores (Barcelona: Sopena, [s.a., 1910]), de Boothby;
El Canciller rojo (Barcelona: Sopena, 1909 y
La mano invisible (Barcelona: Sopena, 1910), ambas de William Magnay;
La esclava del silencio (Barcelona: Sopena, 1910), de F. M. White;
El misterio de Lord Avon o Rodney Stone (Madrid; S. Calleja, 1908), de Arthur Conan Doyle; y
Guy Mannering o El Astrólogo (Madrid: S. Calleja, 1907) y
Enrique Beltrán de Ellagowan (Madrid: S. Calleja, 1908), ambas de Walter Scott.
(ii) “Hoy iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Tras la desamortización este templo fue adquirido por la Sociedad Bíblica de Londres para su conversión en iglesia protestante. Más tarde pasó a ser propiedad de Mr. John Sutherland quien lo cedió a la Compañía de Jesús”. (Dos nuevas aportaciones gráficas… por Álvaro Pastor Torres)
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