El libro podía ser usado como manual de referencia en todos los temas de importancia, ya fuera por un estudiante español y por un misionero comprometido en adquirir conocimientos del idioma español a fin de ejercer su ministerio “entre un infiel o la población papista”. El volumen se imprimió a mi costa –dice Rule- y no se publicó en ninguna librería española. Algunos ejemplares no pudieron ser vendidos por estar dañados y tarados por negligencia del encargado de edición en Gibraltar, siendo el resto entregado a la Sociedad Misionera que lo distribuyó por España y América Latina.
En el año 1835 se hace por parte de Rule el primer intento de evangelización en territorio español. San Roque era la ciudad más cercana a Gibraltar. El 17 de noviembre tomó posesión de tres habitaciones con el objeto de hacerse familiar al lugar, haciendo visitas semanales y tratar de recoger una congregación en dicho local. En San Roque vivían varias familias que pertenecían a la congregación gibraltareña, además del piamontés Nicolás Lovero y su esposa.
Después de varias visitas se dispuso a cumplir con su plan trazado a pesar de que estaba advertido de que si entraba a España como misionero sería arrestado. Las habitaciones contratadas estaban dispuestas pero el 29 de diciembre una mujer que aparentó piedad en Gibraltar, había dado información, probablemente desde el confesionario, de los planes de Rule. Al visitar Rule al Alcalde como era su costumbre ante las autoridades, fue detenido y llevado ante el Vicario Apostólico. Una especie de jurado improvisado estaba dispuesto para frenar con insinuantes amenazas en aquel vicariato y ofrecerle una salida airosa: “El asunto puede estar rápidamente arreglado con solo pronunciar usted una palabra. En vez de resistir solo diga: Desisto”.
Aquella propuesta para Rule era inadmisible pues el mandato de predicar el Evangelio provenía de una autoridad mayor que aquel jurado, el mismo Papa o la Inquisición. Además existía la Constitución y ante su apelación el juicio se alargó dos horas más. De nada sirvió ya que las autoridades estaban dispuestas a cumplir la orden del obispo de Cádiz. Desde ese momento la esperanza de una congregación en San Roque se malogró y se dejaron de hacer las visitas, con la consiguiente persecución de los italianos Lovero y esposa. Viendo la postura de hostilidad, Rule decidió enfocar sus fuerzas sobre las leyes actuales que deberían ser derogadas y cambiadas en la legislación española. No se retiraría definitivamente Rule de San Roque, sino que distribuyó literatura y Biblias con alguna reunión al aire libre acompañado de un auxiliar de misionero y procurando despertar curiosidad, de manera que llegaron a prevenir la “amenaza protestante” poniendo soldados a los lados del camino de San Roque a Gibraltar.
Rule describe así la revolución de 1835:
“ Una gran revolución estaba en marcha. De golpe el clero se hallaba privado de todo poder público y en las escuelas privadas y públicas se había prohibido enseñar el catolicismo . Multitud de instituciones medievales, que habían permitido provisionar a los sacerdotes y enriquecer al Rey, con el empobrecimiento de las personas, fueron barridos. El número de monasterios fue disminuido, con vistas a la Supresión total de la vida monástica, y, el día 11 del mes de octubre de 1835, la vida monástica fue declarada extinguida en España. Para reducir el gran número exorbitante de los sacerdotes, fue absolutamente prohibido a los obispos ordenar a personas al sacerdocio, a excepción de aquellos que sólo habían sido admitidos como subdiáconos. El Gobierno asumió el control absoluto de las universidades, las universidades eran establecimientos esencialmente civiles. Un amplio margen de libertad era tenido en la prensa a excepción del tratamiento dado a las obras de religión y Sagradas Escrituras que estaban aún bajo restricción. Sin embargo se permitió una apelación de los obispos ante el Consejo privado hizo que Carlistas, Borbones, gobiernos despóticos de Europa y el Tribunal de Roma que declaraba por encima de todos, se declararon en encubierta hostilidad hacia España. Para el Papa y su corte, todas las relaciones entre España y ellos, fueron suspendidas y no solo la ordenación de sacerdotes sino toda correspondencia oficial con el Tribunal de Roma estuvo prohibida durante siete años. Fue un acto de alta traición.”
El año 1836 fue un tiempo de expansión para el ministerio de Rule. Pretendía extender la Misión de Gibraltar a Cádiz, Málaga y Granada. Ya había indagado sobre los ingleses y americanos que entraban a puerto tanto en barcos como en personas. En los doce meses anteriores habían entrado 332 buques con un personal de 3302 personas, de las cuales entre 300 y 400 residían en Cádiz y muchos de ellos nacidos en Gibraltar y por tanto súbditos británicos. El único culto a Dios se realizaba en casa del Cónsul británico donde se predicaba un sermón los domingos por la mañana cuando era posible.
El Gobernador de Cádiz don Pedro de Urquinaona era un bien probado defensor de los derechos civiles y de la libertad religiosa y autor del libro España bajo el poder arbitrario de la Congregación apostólica, publicado en París en 1833. Rule aunque las leyes no le permitían establecer una congregación abierta al público esperaba que fueran derogadas y así se lo propuso al Gobernador. En Málaga encontró a otro hombre brillante, Cónsul general británico para el reino de Granada, un ferviente protestante y amigo de España,William Mark, que llevaba viviendo en ella 20 años. Desde el primer día siempre hubo reuniones y oración en su casa durante los domingos y a pesar de los peligros en tiempos de represión. Sirvió a la causa de la Constitución española como si fuera la propia, y con la ayuda de lo recursos puestos a su disposición por el gobierno británico, salvó a Málaga de ser saqueada de sus bienes de las bandas del general carlista Gómez. Por este y otros servicios recibió la Cruz de Isabel la Católica y agradecimiento público de los Ministros en las Cortés. Pero Málaga no presentó para Rule el aspecto prometedor que ofrecía Cádiz.
El viaje a Granada le dio oportunidad de conocer mejor el país. Ahora, por primera vez, conoció Rule a algunas personas que tenían Biblias, tratados religiosos vistos y leídos, traídos directamente de Gibraltar, o distribuidos por el señor Cónsul Mark en Málaga. Las pinceladas que da Rule de la situación religiosa a veces están trazadas en dos frases pero dibujan perfectamente el retrato de una España hipócrita en materia de religión. Dice Rule que viajó a Granada con dos curas “ignorantes, dogmáticos y testarudos”. A las doce del mediodía llegaron a Loja, ciudad importante. La calle principal estaba intransitable para los carros debido al pavimento. Las personas se agolpaban delante de la iglesia por día de San Fernando de España. “Mis compañeros de viaje bajaron hasta la multitud, y me invitaron a unirme a ellos. Todas las manos, menos la mía se sumergieron en el “agua bendita” en la puerta, y un hombre cuyo lasciva conversación se había metido en nuestros coloquios durante el viaje, él mismo fue quien cruzó el umbral de manera más devota”.
Vería luego Rule llenarse toda la iglesia, -cuando lo visto hasta ahora era que la gente se quedase fuera-, golpearse el pecho después de un murmullo de oraciones y los ojos de todos mirándole al quedarse de pié al levantar la hostia el cura. Relata Rule con emoción este acto:
“Aquí y allá voces que controlaban lo que se hacía en la iglesia, elevaron su voz para que me arrodillara. Si me hubiese arrodillado el silencio habría sido restablecido probablemente, pero eso era lo único imposible para mi. Sentí horror innombrable, si, lo confieso, no acompañado por miedo, pero el horror, la indignación y la piedad predominó sobre el miedo. Me volví para ver si tenía alguna manera de salir. Aquellos más cercanos, se corrieron a un lado, como si estuviera contagiado, y di el primer paso mostrando mi intención de para salir del lugar, así lo hice, y llegué a la puerta ileso. El alboroto entonces desapareó. Respiré el aire fresco del cielo, y con mucho gusto caminamos a la posada. Uno de mis compañeros de viaje se unió a mí, y otros siguieron rápidamente. En respuesta a sus expresiones preguntando por mi osadía de negarme a caer de rodillas ante el anfitrión, les hablé de los hebreos en la llanura de Dura, y quedaron satisfechos”.
En Granada Rule fue huésped de don Manuel Sauz quien le presentó a un viejo capitán del ejército don Vicente Savonat, quien había conocido en Francia a Volney y había aprendido sus sofismas incrédulos, siendo uno de los discípulos favoritos. Nunca había hablado con un ministro evangélico. Su retrato de España estaba en la línea de las impresiones de Rule. “Dijo que los españoles en general, pero especialmente los jóvenes, se habían apartado de toda de toda religión. Observaban algunas ceremonias, pero al mismo tiempo menospreciaban toda ceremonia religiosa, y conformándose a los hechos en aras de evitar el enfrentamiento con los eclesiásticos. Aquí y allá se puede encontrar gente que piensa seriamente sobre estos temas, y con mucho gusto aceptaría otra religión mejor que la que prevalecía en su propio País. … Pensaba que un protestante residiendo en Granada podría hacer mucho bien dedicándose a la instrucción de los jóvenes, pero necesitaría mucha paciencia para soportar su el ocio y la inestabilidad, y que tendría que empezar por impartir los primeros elementos de conocimiento. La mejor manera de sería con maestros de escuela naturales de España. Pero un discípulo de Volney no era la persona adecuada para asesorar un misionero ni llamar a la puerta de entrada del Papismo. Él no conocía el poder del evangelio de Cristo”.
A principio de 1837 la Misión de Cádiz se estableció sin grandes contratiempos. La formaba un maestro metodista con cargo a la Misión, el cual predicaba a los merineros que llegaban en los buques ingleses y americanos y posteriormente a los habitantes de la ciudad. En lugar de ocupar la casa de del señor Lyon, Rule alquiló una mansión en la calle Calvario, que había dejado vacante un duque español. Tenía un amplio salón equipado para un orador y amueblada otra espaciosa habitación para la escuela de niños y otra de igual tamaño para la escuela de niñas. El licenciado José María Pérez se encargó de registrar el documento. Aunque había muchos niños también había mayores en sus predicaciones. En las clases se usaban las Sagradas Escrituras, sin notas ni comentarios y se impartían en el domicilio del director de la escuela. No tardaría la oposición de las autoridades eclesiásticas, aunque al principio el obispo solo solicitaba se cumpliese la legislación vigente la cual imponía que los profesores fuesen titulados. Lógicamente el director era de nacionalidad inglesa y no tenía el título homologado para España y el obispo obtuvo del Gobernador una orden de cierre de la escuela. La intervención de Rule ante el Gobernador logró la reapertura a la espera de que en Madrid se resolviera el asunto. En esta espera las actividades de los metodistas fueron intensificándose de manera que hubo necesidad de abrir una residencia para albergar los alumnos interesados en su educación.
Las autoridades eclesiásticas ante tal éxito del misionero metodista Salvador Negrotto, volvieron a la carga obstaculizadora, considerando su obra una intrusión y un desacato a la Constitución. Rule mantenía la postura de que la antigua Constitución de 1812 ciertamente prohibía el culto protestante, mientras que la nueva de 1837 no lo prohibía expresamente y por tanto había libertad en asuntos de conciencia.
El problema se agravó cuando el Gobernador Pedro de Urquinaona fue sustituido por el conde Clonard a primeros de 1838 quien tomó la decisión de cerrar de nuevo la escuela. Rule acudió al embajador británico ante el gobierno de Madrid, pero poco podía hacer ante las autoridades que lo consideraban un incendiario. Así se expresaba el Cónsul de Gibraltar:
“Un tal Mr. Rule Metodista inglés, se ha presentado en el consulado de mi cargo, con pasaporte para pasar a esa ciudad, y se lo he visado el 3 del corriente. No puedo menos sin embargo en cumplimiento de mi deber, poner en conocimiento de V. S. como dicho Rule es un hombre díscolo y fanático y de los más exagerados miembros de la Secta metodista, que instigada principalmente por él, se había propuesto desde Londres el desatino de hacer prosélitos en España.
Seguramente la verdadera fe está arraigada en los pechos españoles, pero al mismo tiempo, no me parece convenga de ningún modo resida en ésa este nuevo incendiario, cuando por desgracia existen tantos elementos de discordia y partidos como los que agitan a la España en la actualidad”.
Las gestiones en Madrid con la ayuda de George Borrow dieron resultados y el embajador inglés le comunica que el problema quedaba solucionado pudiendo reiniciar su actividad. Evidentemente el Gobernador de Cádiz había obrado por su cuenta sin haber recibido ninguna orden del Ministerio.
De abril de 1838 a abril de 1839 la Misión de Cádiz adquiere un auge considerable poniendo como maestro a un profesor de la cuidad, que dice Rule no tenía mucho talento pero estaba titulado. También puso una maestra titulada en la escuela de niñas. Sin embargo en una Real Orden de 19 de mayo de 1838 se prohibía la impresión, importación o distribución de textos sagrados. Rule no haría caso a esta normativa y siguió trabajando en las escuelas y en la congregación, con fieles “reverentes y llenos del espíritu divino”. En marzo de 1839 la Misión ordena los primeros ministros elegidos entre los miembros de la congregación.
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