No parece haber quedado muy diezmada la congregación de Vallespinosa en calle Amalia, como habíamos dicho anteriormente pues –dice- “"nuestro Culto usual de los domingos tenía lugar, a media mañana, en Barcelona, calle de Amalia; por la tarde, en la escuela de la Barceloneta, y por la noche en la calle del Tigre, en Barcelona, y en la escuela de Gracia, calle de San Gabriel. En el culto de la mañana predicaba yo solo, y en el de la tarde, Mr. Lawrence, el maestro Agustín Forner y yo, y en el de la noche predicaba yo, alternativamente en Gracia y Barcelona, haciéndolo también con regularidad Mr. Lawrence y el señor Boix”.
El abandonar la misión metodista de Mr. Lawrence por parte de Vallespinosa, parece estar relacionado con ciertas discrepancias doctrinales, unas relacionadas con el bautismo de infantes y otras sobre las festividades litúrgicas.
Convocó en asamblea a sus fieles y les informó de su resolución a abandonar la misión y “si querían encargarse de pagar el alquiler de la sala evangélica, del Fondo de la Sociedad de enfermos, yo cuidaría de mantenerme con el producto que me dieren en la nueva escuela que voy a establecer”. Los miembros aceptaron la resolución de Vallespinosa que a mediados de abril de 1871 comunicó a Lawrence su renuncia al cargo.
INGLATERRA DE NUEVO.
Vallespinosa fue incapaz de subsistir con la escuela, no llegando su número de alumnos ser suficiente para cubrir los gastos. Al cabo de unos meses desistió de su propósito, viendo además que la oposición clerical se había insoportable sabedores de su mala situación económica con la que intentaron sobornarlo.
Dice: “Habiendo llegado a oídos de los romanistas mi pobre modo de vivir, probaron a ver si podían de nuevo volverme a ellos; pero en vano. Valiéronse para el efecto de un amigo y condiscípulo mío, que vino a verme y me propuso que si abandonaba la causa del protestantismo me darían 4.000 duros, pudiendo además gozar de un buen empleo en su iglesia.'' El rechazo hizo que los agentes del catolicismo le hiciesen la vida imposible con reiteradas amenazas y agrediéndole en varias ocasiones.
La determinación de volver a Inglaterra tenía como propósito el conseguir financiación de alguna misión para continuar ejerciendo su ministerio en Barcelona por lo que pidió a Empaytaz se encargara de ministrar en la congregación en su ausencia.
Se despidió el 16 de febrero de 1871, pero su regreso no llegó a realizarse al haber fallecido en Londres en 1887 a los 54 años de edad. Se sabe que en esta etapa de Londres se dedicó a redactar varios manuscritos de apologética, escribió sus Memorias y la Anotaciones a la historia de Valls del autor Puigjaner. Los manuscritos de apologética fueron remitidos a Juan Bautista Cabrera y depositados en el archivo de la Iglesia Evangélica Reformada Episcopal donde se conservan hoy en día.
SU LEGADO EN VALLS
Las anotaciones de la Historia del Valls, la esposa de Vallespinosa,
María Conde Massot los donó a Victor Castells cuando este visitó Londres.
La vida de Vallespinosa no pasó desapercibida para los vallenses y los barceloneses y siempre fue acogido con una expectación inusitada. Él mismo lo relata así:
“A las dos horas de mi llegada estaba la casa llena de parientes que, habiendo sabido que me hallaba con mis padres, vinieron a saludarme. El día siguiente me quedé en casa y recibí visitas de muchos vecinos y antiguos conocidos; mas ninguna de aquellos que se llaman religiosos (...) el jueves por la mañana, cuando me preparaba para marchar, vino un monaguillo y dejó una carta de parte de un cura, antes amigo mío, que horrorizado por haber yo abrazado el protestantismo, creyó hacer una buena obra o quizá convertirme, escribiéndome. Llegada la hora de mi marcha, que fue a las dos de la tarde, salí de la casa acompañado de mi hermano mayor y un primo mío; y como vivía en el centro de la población, tuve que pasar por varias calles que estaban llenas de curiosos que deseaban darme una mirada, pues para ellos era una novedad el ver a un hereje, como algunos decían. Hasta que subí al coche, que estaba fuera de la población, estuve rodeado de gente que me miraba y observaba todos mis movimientos”
No sería hasta el año 1897 cuando Antonio Martínez Castilla[i], pastor de la iglesia en Reus desde 1876 notifica a su Société Evangélique de Ginebra, misión de la que dependía, realizó una campaña evangelística con una serie de reuniones en Valls, Vila-rodona y Santes Creus.
Martínez de Castilla establecería una congregación en Pont d’Armentera con una duración de al menos veintitrés años desde 1877 hasta 1900, año en el que fue sustituido en la congregación de Reus por el asturiano de Besullo Daniel Rodríguez-Castellano. Esta congregación de Pont d’Armentera tenía capilla en la que llegaron a asistir más de cincuenta miembros y escuela evangélica regentada por los
misioneros Ezequiel Martín, Ignacio Poza y
Mariano Aznar.
[i]Antonio Martínez de Castilla. Caballero protestante (1841-1911). Rafael Arencón Edo. Gayata ediciones. 1997
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