Como estudiante en el seminario cordobés y posteriormente como catedrático interino de Tercia y Vísperas de Teologíadesignado por el obispo cuando tenía 21 años, le hacían una personalidad apreciada.
En las pruebas de 1825-1826 obtuvo la siguiente valoración: “Don Lorenzo Lucena, de capacidad superior, aplicación igual, instrucción igual y aptitud para cualquier cargo literario, especialmente eclesiástico; bien sea en la enseñanza, en el ministerio pastoral y demás dignidades superiores”.
Fue en el seminario de San Pelagio de Córdoba donde tendría Lucena un alumno singular, Julián San del Rio, introductor del Krausismo en España. En 1830 Lucena fue encomendado a desempeñar la Presidencia del seminario y a la vez mantendría su cátedra con el objeto de gobernar el colegio y que los alumnos preguntasen las dificultades que tuviesen tanto en filosofía como de teología.
Sin embargo cuando Lucena tenía delante de si una carrera eclesiástica envidiable en su corta edad en enero de 1836 se despide de sus cargos en el seminario y huyó a Gibraltar donde renegó del catolicismo y se hizo párroco anglicano.
Evidentemente las causas de su cambio estaban en la educación liberal y las discrepancias con la doctrina católica romana. Su padre estaba vinculado al movimiento liberal y como católico liberal más abierto a la postura protestante que a la ideología absolutista. Llegar al protestantismo desde esas bases era cuestión de tiempo.
Quizás a través de la literatura protestante distribuida con profusión durante la guerra de la independencia o con algún contacto de los muchos misioneros que pasarían por esta región. Lucena explicó esta experiencia con estas palabras: “Por experiencia y convicción estaba deseoso de renunciar a los errores de la Iglesia de Roma y de abrazar la fe y la práctica de la rama anglicana de la Iglesia Católica y Apostólica”.
Adolfo de Castro señala que sufrió otro revés dos años más tarde de haber dejado la Presidencia en el seminario: “En las vacaciones de 1835 pasó a Madrid con el fin de solicitar del duque de Medinaceli la capellanía del convento de religiosas de Nuestra Señora de la Coronada en su patria”. Al no ver cumplidos sus deseos dimitió de su cargo ante el obispo de Córdoba. Menéndez Pelayo cuenta que “huyó en una noche de ventisca y truenos en compañía de un contrabandista y una prima suya de quien estaba locamente enamorado”. Según Jaime Memory este hecho aunque sea cierto que le acompañó su prima Micaela, no parece factor determinante de su huida y más parecen ser otros hechos más expeditivos.
El 8 de enero de 1836 Lucena había pedido cita a don Joaquín María de Villavicencio, gobernador eclesiástico y provisor del obispo ausente para despedirse oficialmente. La aparente normalidad esperaba su reacción que ocurriría cinco días más tarde cuando vemos a Lucena comprando un pasaporte falso a nombre de José Guisado, marchante, con el que emprendería su viaje a Gibraltar. Su prima Micaela figuraría en el pasaporte como Josefa del Valle, su esposa. El 19 de enero se presentaron en el consulado británico de Gibraltar y se casaron el 24 por el rito anglicano en la recién construida iglesia gibraltareña de la Trinidad. Ellos serían los primeros casados de esta iglesia y recibirían un trato especial de los anglicanos, pues el grupo de quince a veinte personas de habla española que se reunía no tenían a nadie que les oficiase en su lengua. Por esta necesidad Lucena y su esposa pocas semanas después embarcarían para Inglaterra para obtener la licencia del obispo de Londres.
Las actividades de Lucena en Gibraltar estaban apoyadas por la Society for the Propagation of Christian Knowledge (SPCK), una misión de la iglesia anglicana que publicaba biblias y literatura en español para su distribución en todo el mundo.
En 1836 había comenzado el proyecto de revisión de la Biblia de Torres Amat, obispo católico, y teniendo en Londres a alguien de las habilidades de Lucena le encargarían esta revisión y la de la liturgia anglicana Libro de Oración Común, que detuvieron más de un año a Lucena en Inglaterra. El 30 de mayo de 1837 recibiría los permisos y licencia eclesiástica para ser ordenado pastor y establecerse en Gibraltar, aunque el Gobernador, general Sir Alexander Woodforf reconoció que la presencia de Lucena “será repugnante a los miembros de la iglesia católica en este lugar. Puede dar lugar a sentimientos muy desagradables, tanto aquí como en sus alrededores”. El miedo del Gobernador al catolicismo español, aun estando en una colonia británica, aconsejaría dando instrucciones precisas de “no entrar en ninguna controversia, ni hacer nada que pueda dar causa de ofensa a los católicos romanos, más bien dedicarse a predicar y enseñar pacíficamente las doctrinas de la iglesia anglicana”. Como ministro de la congregación en Gibratar celebraría si primer bautismo en diciembre de 1837.
Durante doce años Lucena se dedicó a tres labores fundamentales:
1.- El cuidado pastoral de la congregación española. Celebraría los domingos por la tarde los oficios religiosos, incluyendo los matrimonios y bautismos entre los que estaban sus propias hijas Louisa Amelia y Julia en 1845 y 1848. Participaría en la labor general de la iglesia.
2.- Otra de las labores fue el establecimiento y dirección de un colegio para niños españoles en 1839. Financiado por la Society for the Propagation of Christian Knowledge (SPCK), no solo eran los niños de los miembros de la congregación sino cualquiera que quisiese dar educación anglicana a sus hijos.
En 1842 el colegio aparece en el informe anual del Gobernador, que contaba con 111 niños, 30 niñas, dos profesores españoles y Lucena como su director.
3.- Lucena también desempeñó una labor como publicista de la iglesia anglicana.Dice Adolfo de Castro: “Lucena ha escrito é impreso varios tratados religiosos. Entre ellos están
El buen Centurión, Marta y Marta, y
Los dos fogosos discípulos. Estos librillos son traducidos de las
Contemplaciones de Hall. Traduciría Lucena la obra Apología de la Iglesia Anglicana de Jewel (1562), escrita en latín, que publicó en la imprenta de la Biblioteca Militar. Del nuevo Testamento se enviaron 2424 copias a España, Méjico y Latinoamérica, y 1774 de la Liturgia Anglicana, revisados en Londres.
Lucena no se conformaba con mandar literatura a España, sino que quería volver.En un memorial de 1844 rogaba al Gobernador sir Robert Wilson le concediese la condición de ciudadano del Reino Unido por estos motivos: “Que el que escribe esta memoria, por su renunciación de la Iglesia de Roma y su expatriación voluntaria, está sujeto a ciertos estatutos penales severos, los cuales, sin la protección de esta condición, le pondrían en considerable peligro personal. Que el que escribe esta memoria tiene padre y familia con los cuales sigue conectado por los lazos de sangre y afecto, y que es su deseo visitar de vez en cuando”. La respuesta fue clara y realista: “El gobierno de Su Majestad, habiendo tenido en su consideración la rogativa de esta memoria, es de la opinión que no hay medios por los cuales el señor Lucena pueda librarse de su lealtad a la corona española y que, si él volviera a España, el gobierno de su majestad no podría salvaguardarle contra las leyes del país”.
Ante la imposibilidad de un ministerio más efectivo en España en 1849 Lucena y su esposa y dos hijas comenzaría su nueva vida en Liverpool.
No perdería sin embargo su deseo de predicar el Evangelio a los españoles. En Liverpool, uno de los puertos más importantes del mundo, llegaban marineros españoles con necesidades espirituales y materiales. La “The Liverpool Foreigner´s Mission” (Misión Extranjera de Liverpool) abrió una capilla anglicana en varios idiomas, entre ellos el español.
Lucena fue nombrado misionero de los españoles residentes en Liverpool y de los marineros. Además de este trabajo seguía como traductor y publicista, procurando mandar biblias y literatura protestante a España, Filipinas, Cuba y Puerto Rico. Se le interceptaría una partida de revistas del
Examen Libre en 1852 en la estafeta de Irún con destino a personas del seminario de Córdoba compañeros de Lucena.
En estos primeros años también comenzó a dar clases de español en uno de los colegios más prestigiosos de Liverpool,
The Mechanics´ Institute. Lucena también sería profesor titular del
Queen´s College en 1857 y del directorio
Crockford´s de la Iglesia Anglicana para el año de 1858.
Lucena se trasladó a Oxford junto con su esposa y las dos hijas en abril de 1858 donde estuvo de profesor en la Universidad hasta su muerte ocurrida veintitrés años más tarde. Lucena fue el primer profesor de españolpor lo que tuvo que reponer las ausencias importantes de obras en español en la Biblioteca Bodleina como Moncada, Melo, Rojas, Zorrilla, Samaniego, José Zorrilla, Juan Valera y Pereda entre otros.
El esfuerzo educativo en la Universidad fue reconocido en 1877 con el título honorario de Master of Arts. El rey Juan Carlos y en 1986 recibió el doctorado Honoris Causa en Derecho Civil y reconoció la labor de los protestantes españolescon estas palabras: “En momentos de inestabilidad política o religiosa, Oxford ofreció su hospitalidad a eminentes estudiosos españoles como Cipriano de Valera, autor de la preciosa Biblia Castellana que, modernizada, todavía se sigue publicando, o Antonio del Corro, que enseñó teología en esta Universidad y cuyas Reglas (publicadas en Oxford en 1586) constituyen el primer libro impreso en Oxford en un idioma moderno europeo y el primer libro español publicado en este país”. Aunque no hizo mención de Lucena podría estar incluido entre los muchos profesores protestantes de español que recorrieron el mundo.
Murió Lorenzo Lucena el 24 de agosto de 1881 en su casa de Walton Street, Oxford, siendo anunciada su muerte en el periódico de la Universidad, prensa local y el The Times de Londres.
En la lápida del cementerio público de Oxford puede leerse: “ «Reverendo Lorenzo Lucena M.A., que dejó esta vida el 24 de agosto de 1881 con 74 años.» Le sobrevivieron su esposa y sus dos hijas, Louisa Amelia y Julia y un nieto, James Lucena Mackenzie Wilson.
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