Sería muy fácil entender las dificultades y hasta las dudas que hasta estas fechas se tenían sobre la evangelización en España, pero es evidente que ante los abandonos se cubrían las necesidades con otras personas que cuidaban la obra en España.
En noviembre de 1856,
Juan B. Quirrell, un español, natural de Gibraltar, y un profesor de Inglés en Cádiz, que había sido recomendado como un hombre piadoso por varios amigos de la causa, fue contratado por el Comité para la distribución de folletos, la lectura de Escrituras, e instruir a la la gente de casa en casa en Cádiz y el vecindario, durante cinco o seis horas diarias de trabajo misionero.
El
Dr. y la Sra. Tregelles,
[i] de Plymouth, visitaron Andalucía. Quirrell no mostró un trabajo satisfactorio en última instancia, pero su trabajo lo había hecho en forma continuada visitando los barcos a su llegada a la bahía de Cádiz, recogiendo los paquetes de libros y enviarlos a Vásquez y otros, siendo de mucho valor para la causa. Sus servicios fueron, sin embargo, después de un tiempo, compensados por el Comité.
Insiste Vilar que la extensión de la Reforma en España fue para los evangélicos el mayor de los desafíos. “Aunque todos se sintieron en la obligación de intentar algo contra uno de los tres principales baluartes romanistas en el mundo, en general resultaba escaso el interés por este país en ambientes misionales protestantes, conscientes de la dificultad del empeño, e inclinados a emplear mejor sus esfuerzos en campos más receptivos”. Esto que parece tan lógico no encaja con los datos que, aunque dispersos, parecen indicar que
un gran número de personas vinieron a misionar España. Y no solo vinieron de fuera, sino que dentro de España existía un caldo de cultivo libertario, ilustrado y abierto a nuevas corrientes a pesar del ostracismo general.
La noticia de la revista
El Alba en 1856 decía a este respecto:
· “El esfuerzo realizado y siguen haciendo ciertos cristianos ingleses para propagar el Evangelio en España, ya están empezando a sentirse y reconocerse. Se han producido muy reconfortantes y satisfactorios resultados en Barcelona,.. Madrid y otras ciudades importantes, ahora encontramos a muchas personas, incluidos no pocos de los clérigos, que protestan contra la tiranía y la superstición de la Iglesia de Roma. Sólo en Madrid, de acuerdo a la información en la que se debe confiar, hay cerca de
cuatro mil personas que han abandonado el culto papal, muchos de los cuales leen y estudian asiduamente la Escritura como la única regla y norma de su fe y conducta. "
El clero se encontraba dividido en tres grupos ideológicos: el clero afrancesado, el clero servil y el clero liberal entre los patriotas.
[ii] Aunque hubo algunos intentos como el de José Antonio Llorente por reestructurar una iglesia propiamente española según el modelo imperial, España siguió reforzando la prepotencia de las relaciones Iglesia. Estado, Trono y Altar. Esa fue la causa de que muchos canónigos tuvieran que exiliarse, emigrando a Francia como clero afrancesado. Lo mismo ocurría con el clero liberal en todas sus etapas, pero sus discrepancias no saltaron la barrera de lo políticamente religioso y abrazar posturas evangélicas, salvo excepciones.
Lo más significativo del periodo isabelino en cuanto a literatura anticatólica y que reforzaba los esfuerzos del protestantismo por cambiar las mentalidades, fue la literatura de ficción con ciertos ingredientes de sátira.
Los novelistas franceses se traducen y aparecen en los relatos odiosas instituciones y personas de la Iglesia. Así
El judío errante de Eugène Sue se pintan a los jesuitas en diabólica conjura y cometiendo toda clase de crímenes. En
María la hija de un jornalero de Wenceslao Ayguals de Izco se describe así la figura del pérfido franciscano Fray Patricio: “No tiene de fabuloso más que su nombre; su carácter, sus crímenes, su ambición, su hipocresía forman el tipo histórico de la mayor parte de los enemigos de la prosperidad, que so capa de caridad evangélica, de mansedumbre apostólica y de anhelos de fraternidad, pretenden ahogarnos en un lago de sangre para entronizarse sobre nuestros restos y erigirse en árbitros del pueblo”. Otras obras de este autor con parecidas intenciones son:
La marquesa de Bellafloro, Pobres y Ricos, La Bruja de Madrid o El niño de la inclusa.
Muchas de las novelas eran anónimas y aparecían en los folletines por entregas o en los libelos anticlericales sueltos. También eran recitadas por los ciegos y se vendían a bajo precio lo cual indicaba que los indignados de entonces contra la Iglesia de Roma tenían una aceptación popular considerable. Algunas de estas novelas eran,
La bruja o la corte de Roma de Vicente Salvá;
Una noche en el infierno de Pedro Martínez López;
Los misterios de Madrid de Joaquín Castillo Mayone;
El fraile o la reliquia entre las ruinas de Joaquín Rodríguez;
Los misterios de los jesuitas de Joaquín Rodríguez;
Los cartujos y la monja: novela anónima que algunos consideraron calumniadora del clero, las instituciones religiosas y cuanto depende de la iglesia por el insultante sarcasmo, el vilipendio y toda la ponzoña de un rencor reconcentrado, cuando ya habían sufrido la expoliación y la opresión de la Iglesia y sus Ministros.
Algunos periódicos sostuvieron acerados debates con toda clase de clérigos, obispos y cardenales, tales como el periódico progresista
La Iberia, La Democracia, La Discusión, El Almanaque democrático o
El Pueblo. Uno de los apasionados escritores “anticlericales” o mejor acatólicos fue Roque Barcia un filósofo, lexicógrafo y político republicano que enfrentó al obispo de Tarazona con el artículo “Influencias y protestas neocatólicas. Influido por Castelar decía Barcia: “Sobre el catolicismo del Evangelio, sobre el catolicismo de los Apóstoles, sobre el catolicismo del calvario y de las catacumbas se ha levantado un catolicismo gentil; el catolicismo de Constantino y su esposa Elena... el catolicismo de las regalías, de las inmunidades, de los privilegios, de los palacios, de los banquetes, de los coches, de las alfombras, de las cruces de oro, de anillos de esmeralda; ese catolicismo medio judío y medio gentil de donde vienen el diezmo y la primacía, la Inquisición, los jesuitas, las órdenes caballeresco-religiosas, los pingues derechos de visita, la venta de indulgencias, los meses apostólicos, la simonía, las anatas, las quincenas, las tercias reales, las bulas, las letanías, los anatemas contra la ciencia, contra los inventos, contra las artes, contra la industria, aún contra los oficios, porque los neo-católicos han rota lanzas hasta con la fabricación del vidrio y con la invención de los relojes”
Durante diez años estuvo Barcia escribiendo su obra conocida como
El progreso y el cristianismo, pero además escribió substanciosas obras como
Cuestión pontificia 1855;
Cartas a Su Santidad Pío Nono, precedidas de una carta que desde el otro mundo envían a S.S. los masones Monti y Togneti. Madrid, 1869. Esta obra fue prohibida por el Obispo de Osma el 9 de abril de 1870;
Cartilla religiosa. Madrid, 1869.
El Evangelio del pueblo. Madrid, 1885.
El Evangelio del pueblo. Madrid: Impr. Galiano, 1868. Contiene: El Feudalismo
. No más señoríos.
No más esclavitud.
El Evangelio del pueblo. Madrid: M. Galiano, 1869. Contiene: Cargas de la justicia
. Forma republicana
. Veamos lo que hacemos
. El Papado ante Jesucristo. Madrid, 1870. La segunda parte se intitula:
Otro emplazamiento papal. Madrid, 1870,.
Teoría del Infierno y Ley de la vida. Madrid, 1868.
La evangelización a través de Biblias, porciones de la Biblia, tratados y folletos fue una de los pilares del exsacerdoteAntonio Villaespinosa. La conversión de Vallespinosa, parece que estuvo motivada por su conocimiento de las doctrinas protestantes, durante su última estancia en el seminario de Tarragona. Así, y según explica Vallespinosa en sus
memorias, fue la lectura de unos
tratados de propaganda evangélica, impresos en castellano y regalados por unos marineros ingleses a su amigo Lorenzo Ral, estudiante externo del seminario, resultó determinante en su resolución de abjurar del catolicismo.
[iii]
Ya hemos comentado en otras ocasiones que la Constitución y el tratado concordatario firmado con la Santa Sede en 1851, interpretaban la difusión de la propaganda protestante como un atentado a la religión oficial. Con todo, ya pesar de los impedimentos legales existentes, la distribución no cesó confiando en la promesa bíblica:“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,” así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mi vacía, sino hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envíe.” (Isaías 55:10-11 Reina Valera 60.) En este mismo sentido, nos consta, por ejemplo, que la
Spanish Evangelization Society, una de las varias sociedades bíblicas que operaban en territorio español, distribuir, desde su constitución a principios de 1855 y hasta finales de 1857, aproximadamente 100.000 ejemplares bíblicos, testamentos, evangelios y tratados de apologética traducidos al castellano”.
Resulta casi imposible saber cuantos extranjeros estuvieron ocupados en la distribución de literatura bíblica encontrándonos con expedientes abiertos como causa criminal a Daniel Evans, súbdito británico y capitán de un bergantín inglés, acusado de "Delitos contra la religión", a resultas de la denuncia instigada por Antoni Palau, vallense y entonces obispo de la diócesis de Barcelona, debido a su acción proselitista, efectuada en Vilanova i la Geltrú a finales del año 1859, época en que distribuyó ampliamente numerosos tratados de propaganda protestante. "
Vallespinosa aún estando dentro del seminario ya tiene contactos con los protestantes convertidos en Barcelona, entre ellos el farmacéutico Clemente Nava que le orientará en el Evangelio y cuando sale decide irse a Gibraltar para ponerse en contacto con los evangélicos de la Roca. En Gibraltar solicitó ayuda a Francisco de Paula Ruet que dirigía una congregación española, pero este, falto de medios, le prometió buscar otras ayudas. Como las necesidades de Vallespinosa eran urgentes, se dirigió Mr. Sleeman, reverendo anglicano que le acogió de manera desinteresada, gestionando su admisión en el seminario teológico de Saint Adams, situado en las proximidades de Liverpool. Mientras esperaba viajar a Liverpool trabajó en la difusión de sus creencias entre los españoles de la Roca, escribiendo a sus padres, familiares y compañeros de seminario explicando su conversión, lo cual provocó las iras del párroco del pueblo quien publicó un folleto titulado
Nuevo triunfo de la religión católica tratando de desprestigiarlo.
Dice Daniel Solá, describiendo esta revolución religiosa dentro del clero provocada por el protestantismo:
· “Por otra parte, cabe decir que Vallespinosa, durante su estancia en el seminario de Liverpool, coincidió con otros dos estudiantes españoles: por un lado, Félix Reig, religioso de la localidad de Cullera y, por otro, Miguel Torres, seminarista de Tarragona, amigo de Vallespinosa. Y es que, la verdad sea dicha, la decisión manifestada por Vallespinosa en abjurar del catolicismo y adherirse al protestantismo no fue sólo una excepción aislada, sino una actitud constante entre los religiosos liberales de época isabelina, los cuales, en legislarse la libertad religiosa con el advenimiento del Sexenio Democrático, constituirán junto con los misioneros extranjeros establecidos en territorio español la élite dirigente de la incipiente comunidad protestante. En este sentido, destacan entre otros religiosos conversos a la fe reformada: Juan Bautista Cabrera, Cipriano Tornos, Francisco Palomares, Pedro Sala Villaret, Tristán Medina, etc.
En referencia, sin embargo, a las trayectorias individuales seguidas por Fèlix Reig y Miquel Torres, ambos compañeros de Vailespinosa en el seminario de Saint Adams, cabe decir que, después de unos meses de permanencia en el seminario, Reig se retractó de la su conversión al protestantismo, y acudió a un sacerdote católico residente en Liverpool, con el fin de exponerle su intención de renuncia y deseo de retorno a la Península, aunque a su llegada a Gibraltar se avergonzara de la su actitud y pidiera disculpas por su conducta improcedente, marchando seguidamente a Orán, ciudad argelina donde fundará una congregación evangélica entre los emigrantes de nacionalidad española residentes en la localidad. "Asimismo, en referencia a la trayectoria de Miquel Torres, vale decir que meses después de ingresar en el seminario, inducido por la influencia de en Vallespinosa, se vio obligado a volver a territorio español, afectado de una dolencia física."
[i]Debe referirse a Samuel Prideaux Tregelles, teólogo y filólogo al servicio del movimiento de Plymouth
[ii]Religión y sociedad en España (siglos xix y xx): Seminario celebrado en la Casa de Velázquez (1994-1995) Paul Aubert 2002
[iii]Antoni Vallespinosa i la incidència del protestantisme a l'alt camp a les darreries del segle xix per Daniel Solà Luceno
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