Cuando J.A. Monroy escribió
“Defensa de los protestantes españoles”(1958) expresó la falta de libertad en unos hechos concretos: la prohibición de abrir locales de culto, las multas por reunirse, los encarcelamientos por testificar de la fe, los consejos de Guerra que se le hacían a los soldados por negarse a hacer aquello que iba contra su conciencia, a los creyentes se les echaba de los trabajos, se les prohibía contraer matrimonio civil, se dificultaban los entierros civiles, los hijos de los protestantes tenían todos los inconvenientes para estudiar, y un largo etcétera.
Sin embargo la violencia emocional todavía era más fuerte y fiera.
Al leer el artículo de José de Segovia sobre la obra de Delibes “Cinco horas con Mario” uno puede darse cuenta de la agresividad que el protestantismo provocaba en aquella sociedad manipulada y con orejeras para no ver más allá de lo que se le permitía.
Aquella mujer delante del cadáver de Mario, después que todos se han ido, le descubre aquellos secretos de su matrimonio y de su vida monótona. Sabía por Higinio Oyarzun que se reunía los jueves con los protestantes para “rezar” juntos y por eso conocía la Biblia. Y le advierte: “"Pero si, sin ir a buscarlo, alguien me lo demostrase, aun sintiéndolo mucho, hazte la idea de que no nos hemos conocido, de que nuestros hijos no volverán a oírme una palabra de ti, antes prefiero, fíjate bien, que piensen que son hijos naturales, que con gusto tragaré ese cáliz, que decirles que su padre era un renegado".
Para eso no tiene tolerancia: "Sí, Mario, estoy llorando, pero bueno está lo bueno, que yo paso por todo, ya lo sabes, que a comprensiva y generosa pocas me ganarán, pero antes la muerte, fíjate bien, la muerte, que rozarme con un judío o un protestante". Porque "si Cristo levantara la cabeza, ten por seguro", dice Carmen, "que no vendría a rezar con los protestantes". Ya quea su personaje en realidad le escandaliza la libertad religiosa: "¿Pues nos salen ahora con que los protestantes van a abrir una capilla aquí, en la esquina? Pero ¿es que estamos bien de la cabeza, imagínate, con cinco criaturas? ¿Con que tranquilidad les va una a dejar salir de casa? Es que noquiero ni pensarlo, Mario, que esto nos pasa porque no sois como debierais, la gente no medita ya en el Más Allá, ni tiene principios ni nada que se le parezca".
La mujer de Mario, Menchu, es una mujer tradicionalista, sobre todo en lo concerniente a la religión y a la apariencia ante los demás. Clasista, racista, machista, contraria a la intelectualidad, representa los valores de la "España profunda", y de muchos momentos de la historia de España. Dice sobre los intelectuales: “Los intelectuales “con sus ideas estrambóticas, son los que lo enredan todo, que están todos medio chiflados. porque creen que saben pero lo único que saben es incordiar, lo único, fíjate bien, y sacar a los pobres de sus casillas que el que no acaba rojo, acaba de protestante o algo peor". Afirma asombrada: "Si a estas alturas, también va a resultar que los protestantes son buenos, acabaremos por no saber dónde tenemos la mano derecha". Ya que "la Inquisición era bien buena porque nos obligaba a todos a pensar en bueno, o sea en cristiano, ya lo ves en España, todos católicos y católicos a machamartillo, que hay que ver qué devoción, no como esos extranjeros que ni se arrodillan para comulgar ni nada, que yo sacerdote, y no hablo por hablar, pediría al gobierno que los expulsase de España, date cuenta, que no vienen aquí más que a enseñar las patorras y a escandalizar". La ironía de Delibes esconde o quizás nos descubre mejor la violencia discriminatoria hacia lo protestante por muchas generaciones visto como foráneo y peligroso.
José de Segovia termina su artículo[i] sobre Delibes y la España antiprotestante en Cinco horas con Mario, con un certero análisis social y espiritual: “Pero lo más trágico, es que la lectura de la Biblia no caracteriza ya a aquel sector disidente que representaba Mario. Esta mujer, ni lee, nientiende la Biblia. Puesto que todo lo que dice a raíz de ella, está totalmente fuera de contexto. Pero sus inquietudes son sobre todo de un materialismo tal, que no tiene la menor curiosidad por cuestionesespirituales. Esa es la España que hemos heredado de nuestros padres,ignorante y consumista a grado máximo. Pero ¿qué esperanza tenemos asífrente a la muerte?”.
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