Será con el desarrollo de las ciencias bíblicas que ya en 1416,
Juan el Viejo exponía en el
Memorial de los Misterios de Christo, y daba a luz la
Declaracióndel Salmo LXXV, obras estas en que a la erudición de las Santas Escrituras, conocidas en los textos originales, allegaba mucha y muy sazonada doctrina. En hermoso castellano, sencillo y castizo, desgranaba los versículos y desentrañaba el hebreo, transmitiendo erudición y piedad.
Figuran dignamente a su lado un don
Alfonso de Cartagena, un maestre
Pedro Martin, un fray
Lope Ferrández, y un fray
Alfonso de San Cristóbal, quienes difundían la Palabra de Dios durante la primera mitad del siglo XV.” “Señalóse el obispo de Burgos, oráculo de la corte, entre los escritores ascéticos con su aplaudido
Memorial de Virtudes, obra escrita en lengua latina y traída después al castellano l, y con el celebrado
Oracional de Fernán Pérez, libro de muchos citado con error, y de muy pocos detenidamente examinado .
Escribíalo en los dos últimos años de su vida, muerto ya el rey don Juan II, y requerido por el docto caballero Fernán Pérez de Guzmán, que retirádo en su castillo de Batres, “imploro (le decía con singular instancia) la fuente de vuestra sabiduría, para fartar la sed de mi desseo, que lié de mi natural condición, el qual es algund remedio a mis tribulaciones”. (Amador de los Ríos, 1848 pág.317)
No nos parece desacertada la exposición de Joseph Pérez[1], aunque parezca paradójica su postura, cuando sostiene que, aunque muchos han colocado la modernidad más tardíamente en el siglo XVII, es el siglo XVI el que entronca con la Edad Media como algo más natural. Dirá Joseph Pérez: “Los anhelos de una vida religiosa más afectiva, más sentida, más intensamente vivida, aparecen en la baja Edad Media, así como el rechazo de una teología libresca, sobrecargada de fórmulas intelectuales y escolásticas y el deseo de una lectura directa de la Biblia, prescindiendo de los comentarios pesados de los doctores”.
Deja claro Pérez que el legado espiritual del medievo influirá definitivamente en los movimientos alumbrados, erasmistas y luteranos. La aportación a la espiritualidad de los místicos alemanes del medievo tendrá una influencia importantísima entre los movimientos del XVI. Pérez sostiene que el luteranismo español no logró arraigar profundamente a diferencia del alumbradismo que sí logró canalizar las inquietudes de los españoles y por tanto logró preocupar a las autoridades. Resulta sorprendente, sin embargo, que este autor no considere los tres movimientos (alumbrados, erasmistas y luteranos) como un todo de las inquietudes religiosas del XVI.
Es consciente Pérez que la Biblia es el centro de estos grupos que se reunían en “conventículos” para leerla y estudiarla, “interpretándola de una manera muy personal”. En la interpretación y libre inspiración personal de textos evangélicos, Pérez ve que los alumbrados prescinden de la ciencia humana para entenderlos, pero no es correcta esta interpretación en la práctica alumbrada ya que recurrían a la “ciencia y la experiencia” como machaconamente afirmaba Juan de Valdés. Pone el ejemplo de
Rodrigo de Bivar que comentaba un trozo del Evangelio “no sabiendo letras ny aun gramática”. El doctor Diego de Albornoz discute su interpretación y Bivar exclama: “Ah Señor, que esta manera de inteligencia no la alcanzan los teólogos sino los que gustan del espíritu del Evangelio”. Está claro que “gustar del espíritu del Evangelio” tiene más importancia entre los alumbrados que la sabiduría de los sabios cuyo entendimiento esta entenebrecido como afirma el apóstol Pablo. La razón humana poco puede servir para el camino de salvación en un ser humano incapaz de elevarse hasta la gloria de Dios. Solo la fe es la única vía para alcanzar la salvación. Sin embargo esto no supone un rechazo a la “ciencia” y un abandono de la razón, como lo demostraron muchos de los alumbrados, los erasmistas y luteranos que fueron adelantados en muchas ciencias.
Pérez considera que el protestantismo español con raíces judeoconversas y alumbradas, es un movimiento diferenciado y elaborado a partir de fuentes españolas, si bien reconoce que en Juan de Valdés hay influencias de Luterocomo lo ha demostrado Carlos Gilly. Gilly, contrariamente a lo demostrado por C. Nieto. Dice Gilly que el
Diálogo de doctrina cristiana de Valdés tiene adaptadas libremente y hasta traducidas de una manera casi literal trozos de varias obras de Lutero. Sin embargo se insiste en que la mística del XVI arranca del franciscanismo y su reformación, cuando nosotros entendemos el siglo XVI como un siglo de reforma desde la Biblia y la exposición de las enseñanzas del Evangelio, que poco tienen que ver con la mística visionaria y profética, aunque esta fuera permitida por Cisneros. ¿Tiene algo que ver la mística con fray Luis de León, por ejemplo, aunque se le sitúe entre ellos?
Melquiades Andrés dice que “no existe primero la herejía o la mística de los alumbrados y después la mística ortodoxa que lo rectifica, sino que históricamente aparece primero el recogimiento y luego la desviación o mala inteligencia del mismo”. Melquiades Andrés considera al
recogimiento como místico y por tanto arranca la mística del franciscanismo, pero según Nieto en el siglo XVI son los alumbrados
dexados, los que imprimen formas distintas de espiritualidad. La llamada a la interioridad y la libertad espiritual que vemos en los alumbrados y franciscanos, no procede de las formas tradicionales de la piedad, ni de la teología ortodoxa, sino que esto se estaba aprendiendo de la lectura de la Biblia. Los verdaderos adoradores habían comprendido que había que adorar al Padre en espíritu y en verdad, por eso el iluminismo español habla de libre inspiración, sin trabas dogmáticas e institucionales, que lo convertían en peligroso para Melchor Cano.
Estamos en desacuerdo con Joseph Pérez cuando afirma que el luteranismo ha tenido escasa importancia, siendo las coincidencias entre Lutero y los protestantes españoles raras y fortuitas.Esta afirmación se repite constantemente sin que intelectualmente tenga contestación y se acepta como dogma de eruditos. Ciertamente no todas las preocupaciones y enseñanzas de los protestantes españoles se dirigieron hacia la exégesis, la filología o la teología especulativa, pero ello no quiere decir que no coincidieran con Lutero. Además se ha usado la magna obra de Lutero o de Calvino para contraponerla o compararla a principios elementales de muchos de nuestros luteranos, que fueron encasillados por la Inquisición en artículos y expresiones de los libros de procesar.
Además la mayoría de nuestros protestantes tuvieron que aplicar el principio de “primero vivir y después filosofar” al ser perseguidos o permanecer expatriados. Sin embargo la mayoría de los reformados españoles influiría decisivamente en la concordia intelectual y política de este siglo tan convulso, donde muchos de ellos fueron alabados por sus contemporáneos y representaron un contrapeso intelectual y espiritual en Europa. Aunque solo fuera por la reacción que provocó el luteranismo en España, habría que considerar su extraordinario valor.
[1]De l'humanisme aux Lumières études sur l'Espagne et l'AmériqueCollection de la Casa de Velázquez Autor Joseph Pérez.-Casa de Velázquez, 2000.- Pág. 180
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