Su edición arranca con un comentario de Raimi y los actores, a los que se añade otro del equipo técnico y unos documentales sobre el rodaje, en la versión especial. El segundo disco habla de la creación de nuevos personajes, como el Hombre de Arena, el Duende y
Venom, un personaje de los años ochenta que nos introduce al lado tenebroso de
Spider-Man. La mancha negra de
Veneno convierte al personaje interpretado por Tobey Maguire, en un tipo siniestro y retorcido.
Ya en los primeros minutos de la película, lo vemos como alguien engreído y egoísta, que disfruta de su éxito amoroso y profesional. Todo parece que le va bien. Tiene una novia encantadora y el jefe de su periódico, ya no le trata tan mal como antes. Los neoyorquinos le adoran y confían en él como su fiel protector, jaleándolo allá por donde pasa. El primer acto heroico que hace en esta secuela es sin embargo rescatar a una guapa modelo, interpretada por la hija del director Ron Howard, a la que besa en la boca, delante de su propia novia.
Esta chica fascinada por el hombre-araña, Gwen Stacy, era en el
comic la primera novia de Parker. Moría inesperadamente a manos del segundo Duende Verde, que es el amigo que intenta vengar a su padre, supuestamente asesinado por
Spider-Man. Al descubrir la identidad secreta de Peter Parker, su odio se extiende hacia su antiguo compañero de piso, que tiene cada vez más conflictos, hasta verse dominado por “una especie de parásito mental que transforma el cuerpo de su portador hasta fundirse con él”. Es para Raimi, “un símbolo, la cara oculta del ser humano, lo negro, lo incontrolable que todos llevamos dentro”…
¿UN CHICO NORMAL?
Desde que la picadura de una araña radioactiva lo transformó en un hombre-araña, Peter Parker no ha dejado de ser un chico como tantos otros. Algo solitario, porque sus padres murieron en un accidente y su querido tío fue asesinado por unos delincuentes, pero es tan sensible como la mayor parte de los adolescentes. Como tantos chavales, está enamorado de la más guapa del instituto, pero nadie le hace mucho caso. Su apariencia enclenque y carácter algo reservado, hacen que parezca más bien tímido. No es difícil para muchos de nosotros, identificarse con alguien como él…
La primera entrega de Spider-Man exploraba ese aspecto psicológico, hasta conseguir a la chica que amaba, que es Mary Jane en la película (curiosamente, el intercambio de papeles que tiene con Gwen Stacy en la versión cinematográfica, va acompañado hasta de un cambio de color de pelo: Kirsten Dunst se hace pelirroja y Bryce Dallas Howard se tiñe de rubio). Ella sin embargo en el original, era una parte fundamental del mito trágico del personaje, pero aquí no aporta más que una tensión sentimental algo estúpida. Se mezcla así finalmente la serie original de los sesenta, que hizo Stan Lee con Steve Ditko, y la versión de los noventa de Todd McFarlane, pero aunque todo resulta un poco confuso, los personajes se vuelven más humanos.
El impresionante Hombre de Arena (Thomas Haden Church) es en realidad el asesino de su tío, pero su crimen inspira comprensión, desde la compasión que ve a este delincuente con remordimientos por haber abandonado a su hija. Su debilidad y contradicciones nos resultan extrañamente cercanas. Tras el segundo Duende Verde no hay más que el dolor de un amigo que se siente traicionado. Y Brock es un fotógrafo ambicioso, que no repara en medios para quitarle a Parker su trabajo, pero dominado por el
Veneno se muestra cómo alguien humillado por Peter, que le golpea sin piedad, cuando busca reconciliarse con él, diciéndole: “¿Buscas perdón? ¡Vete a la iglesia!”.
EL PROBLEMA DEL MAL
“Todos son seres humanos y tienen pecado en su interior”, dice Raimi. El problema de la venganza y el perdón recorre las tres entregas de la serie. Lo que la convierte en una de las sagas más interesantes de analizar, desde un punto de vista filosófico e incluso teológico. En una de las pocas entrevistas que ha dado Raimi en Madrid, el periodista de
El Cultural, Juan Sardá, le observa: “Hay algo cristiano en todo”. Pero el director dice: “No creo que haya nada cristiano, son valores”. Una lectura parecida hace el actor Tobey Maguire: “Hay claramente un profundo remordimiento de Peter, siente que está perdido y se encuentra realmente humillado, pero no creo que sea algo en términos religiosos, sino más bien psicológicos y emocionales”.
De hecho Raimi declara en esa entrevista que “Spider-Man simboliza a Estados Unidos en este filme”. Ya que piensa que “hemos pecado de orgullosos y ahora queremos levantarnos de nuevo sin negar nuestros errores del pasado”. No es casualidad que la serie empezó como la primera gran superproducción de Hollywood que se estrenó tras los ataques del 11-S. La visión de Nueva York, defendida por un héroe bueno, contra todo extraño malhechor, produjo una especie de catarsis social para el abatido espectador norteamericano. Hay una escena en esta tercera entrega en la que incluso Spider-Man posa con la bandera americana. Según Raimi, “esta imagen tiene mucho que ver con la historia de un chico que se considera a sí mismo por encima de los criminales y su pecado es el orgullo”. Es precisamente ahí, donde el director cree que “comienza su caída”….
El dilema que reflejan las tres películas es cómo reconciliar nuestros poderes con nuestra responsabilidad. La naturaleza pecaminosa de Parker adquiere su máxima expresión con el simbionte de Venom, que le hace sentirse dominado por un deseo de venganza, que le vuelve antipático y desagrable. Lo extraño es que “se siente uno bien”, dice el personaje, al descubrir su lado oscuro. ¡Por supuesto que sí! El pecado produce siempre ese efecto… Aunque su tía le advierte que “la venganza es como un veneno, que si se apodera de tí, te convierte en algo espantoso”, pero él ya no hace caso... Su caída llega hasta el punto en que se encuentra desesperado, mirando hacia arriba la silueta de la cruz de una iglesia, bajo un cielo gris de tormenta…
EL ASOMBRO DEL PERDÓN
¡Qué curioso, que sin haber intención religiosa alguna, Raimi sitúe entre los muros de una iglesia, el momento en que su personaje es despojado de su traje negro, para aparecer vestido de rojo! Ese simbolismo de limpieza nos muestra la única forma cómo es posible realmente el perdón. Porque no hay nada que podamos dar menos por obvio que el perdón. ¡Es un verdadero milagro!... Nos engañamos diciendo que una cosa es perdonar y otra es olvidar, pero nuestro perdón no significa nada en la práctica. Porque sólo reconciliados con Dios, podemos reconciliarnos los unos con los otros.
Todos tenemos una lucha con nosotros mismos. Ya que somos capaces de hacer daño, hasta a los que más queremos, tanto física como emocionalmente. Y nuestro adversario, no sólo puede hacer que destruyamos a otros, sino también puede hacer que nos destruyamos nosotros mismos. Pablo escribe a los
Romanos:
“¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” (
7:24). Aunque a continuación exclama:
“Gracias a Dios, Jesucristo me rescatará”, como dice una versión moderna del
v. 25.
Jesucristo no aparece para salvar a Peter Parker en la película. Sin embargo la confrontación final con el enemigo es en una iglesia. La escena es violenta y angustiosa. Cuanto más se intenta librar Peter del Veneno, más parece formar parte de él. La conclusión no deja lugar a dudas que la clave para nuestra redención está en nuestra facultad de elegir. Teológicamente, siempre ha sido un tema de discusión hasta que punto nuestra voluntad misma está caída, para impedirnos que tomemos otra elección que no sea el pecado.
Lo que está claro, es que como dice la tía de Peter, el perdón ha de empezar por nosotros mismos. ¿Cómo podemos perdonar, si no hemos sido nosotros mismos antes perdonados? ¡Esa es la cuestión!
MULTIMEDIA
Puede escuchar la entrevista de Daniel Oval a José de Segovia en
eMision.net con el título: “Spiderman, superhéroes y Mesías” (audio, 5 Mb)
También pueden ver aquí
la misma entrevista en video (9 Mb)
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