De tales viajes y del desgraciado intento de poblar las regiones australes, dejó cumplida constancia en sus escritos y memoriales.
Los avatares de su vida aventurera están, en ocasiones, difuminados por el tiempo y la falta de documentación, y así no es posible establecer con certeza ni su lugar de nacimiento (¿Alcalá de Henares? ¿Pontevedra?) ni las universidades donde cursó sus estudios. Tampoco puede afirmarse con seguridad que participara en las guerras de Flandes o del Milanesado antes de pasar al virreinato de la Nueva España, alrededor del año 1555.
Un primer altercado con la justicia, le hizo huir al Perú en 1557, donde algunos años después volvería a ser acusado por el Santo Oficio en dos ocasiones.
A partir de su nombramiento como capitán de una de las naves de expedición de Mendaña (1567), el rastro de su vida puede seguirse con mayor certeza. Entra al servicio del Virrey Toledo, participa en la Visita General que éste ordena (1570-1575), realiza sus viajes al Estrecho (1579-1580, 1581-1586), es capturado por corsarios ingleses frente a las Azores cuando volvía a España buscando ayuda para las poblaciones establecidas en el Estrecho, y es trasladado a Londres”(1).
Tras ser liberado por la reina Isabel, en su camino de vuelta es apresado por hugonotes franceses y permanece tres años en prisión hasta que logra pagar su recate (1590). Regresa, por fin, a España y es recibido por Felipe II en El Escorial. Poco después es nombrado Almirante de la armada encargada de escoltar las naves que traen el oro y la plata de América, y en uno de sus barcos moriría en julio de 1592, frente a las costas de Lisboa.
Para Toribio de Medina “Pedro Sarmiento de Gamboa nacía en Pontevedra (o en Alcalá de Henares, Madrid) en 1.532, en un enclave familiar donde recibirá esmerada educación mientras discurre su tranquila existencia en los días de su niñez provinciana, en contacto con normas del ambiente sencillo, donde daba rienda suelta a sus ilusiones. Y con esas ilusiones, a los 23 años, y después de peligrosa travesía, sobre 1.555 toca la costa atlántica de las tierras aztecas.
A partir de la segunda mitad del siglo XVI, Lima era la capital americana donde el Santo Oficio tenía el mayor trabajo de todo el Continente; la hechicería y sus derivados periféricos, se habían desbordado. Era tal el relajo, que la capital peruana parecía la Meca de la brujería, el santuario del aquelarre...; albergaba la mayor concentración de iluminados y visionarios de todos los estamentos, creencias y razas que pululaban entonces por América.
En septiembre de 1.560 moría el virrey Cañete y le sucedía el conde de Nieva. Como la notoriedad de Sarmiento ya era conocida, éste se las ingeniara para acceder al círculo íntimo del libidinoso virrey. Puesto que su habilidad era evidente, no le será difícil lograr este objetivo, y estando al tanto de los gustos y debilidades del virrey, además de regalarle el oído con la lista de las agraciadas féminas de Lima que solían engañar a sus maridos, le obsequia un curioso anillo con poderes mágicos, que tenía la propiedad de conquistar las gracias de las mujeres deseadas. ¿Qué más podía desear el virrey? Aquel portentoso talismán le abrió los brazos del virrey y las puertas del palacio virreinal; pero las cualidades mágicas del regalo llegaron a oídos de los inquisidores de la capital limeña, y Sarmiento, que ya figuraba en la lista negra del Santo Oficio, fue detenido y terminó en la cárcel y con una buena colección de azotes en sus espaldas. Pero como le cayó en gracia al virrey y gozaba de su amistad, pronto saldría del calabozo.
Con la intención de alejarlo de Lima para que no cayera en las garras inquisidoras, lo comisionó para preparar una expedición con objeto de descubrir nuevas tierras en los mares del Sur.
“En el proceso de Pedro Sarmiento de Gamboa, continúan los inquisidores, del cual tenemos dada noticia a Vuestra Señoría, habemos entendido porque salido que hubo de los chiriguanes, do había ido en busca del señor Visorrey, se le notificó un nuestro mandamiento para que pareciese ante nós personalmente, y, parescido, fue metido en las cárceles, porque de más de lo que había dicho, escribimos que había contra él sobrevenido cierta probanza, por la cual parece que mirando a una mujer las rayas de las manos, le dijo que por su causa habían de matar, en este reino, dos personas; y que tratando y hablando con ciertas personas de letras, una de las cuales dijo que había opinión o que no sabía si estaba publicado suficientemente el Evangelio a estos indios del Perú hasta agora, porque no había habido predicadores que en su lengua se lo pudiesen declarar; a lo cual el dicho Pedro Sarmiento respondió que no había que dudar de aquello en el Perú, pues en España, a cabo de tantos años, no estaba el Evangelio suficientemente promulgado o predicado; y reprendiéndole dello cierta persona de letras, respondió que él entendía bien lo que decía, mejor que la dicha persona, y que los entendimientos tan toscos como el suyo habían menester maestros y escuelas, que él con su entendimiento y felicidad de memoria sabía eso y mucho mas, y lo había estudiado; hízosele de todo cargo y él estuvo negativo”. Sin un conocimiento de su teología no podemos opinar de su luteranismo hasta tener mejores documentos que los consultados, pero si es evidente su conocimiento bíblico y cabalístico.
1) Biblioteca Virtual Cervantes. Historia de los Incas Pedro Sarmiento de Gamboa
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