Nació en Sevilla en 1528, de una familia oriunda de Francia; m. en 1559 ó 1560 cuando, desde los Países Bajos, se dirigía a España para ocupar el cargo de preceptor del príncipe D. Carlos por encargo de Felipe II. El barco que le conducía naufragó y pereció ahogado, malográndose una de las figuras más prometedoras de la Filosofía española. Discípulo de Cornelio Valerio, había estudiado Humanidades, Latín y Griego en España cuando se dirige a Lovaina para ampliar sus conocimientos. Quedará trabajando allí, lo cual hace su vida en cierto modo paralela a la de Luis Vives, aunque Fox Morcillo es menos ecléctico y más crítico.
Cuando, poco antes de ser llamado a España, muere en Yuste Carlos V, Sebastián
se destaca en Lovaina junto a un notable grupo intelectual español en el que cabe citar a Pedro Jiménez (mencionado en el artículo de la pasada semana) y F. Furió Ceriol. De estilo correcto y claro, gran conocedor de Platón (aunque en parte a través de S. Agustín con el que confunde a veces cosas) y de Aristóteles, su síntesis viene a ser un Aristóteles muy platonizado y entendido en cristiano. Menéndez Pelayo reivindica la olvidada memoria de Sebastián a quien pone como modelo («la mejor dirección de la Filosofía española») por su armonismo, ya que como no hay verdad total en filosofía, hay que caminar tomando de cada uno lo que más convenga. (Enciclopedia GER)
La vinculación docente a los Países Bajos viene marcada por los años que impartió clases en Lovaina hasta 1559 o 1560, pero también por la multitud de sus obras que al lado de León Hebreo y Miguel Servet representan la cumbre del neoplatonismo en la España del siglo XVI. “No dejó penetrar por ningún resquicio en su ontología la doctrina del éxtasis, volvió los ojos a la naturaleza y al método experimental”. M. Pelayo resume la doctrina de conciliación Platón-Aristóteles con cierto simplismo, convirtiéndola casi en un problema terminológico: Aristóteles viene a decir lo mismo que Platón, puesto que si esa forma primera y divina existe, tiene que ser algo universal separado de la cosa misma. De modo que si el físico debe remontarse a los principios elementales, hay que buscar algo superior a la materia y a la forma, algo que precede a toda composición y sea por sí mismo realidad simplicísima. Y esta realidad sólo puede encontrarse en las ideas divinas.
Además de la metafísica, Sebastián toca en sus obras todos los temas de la filosofía del momento, lógica y dialéctica, filosofía natural, la ética y la política. Conocía a los Padres de la Iglesia cuyo estudio había renacido de la mano de Erasmo, dando un sentido humanístico universal.(Dierse, 1992 )
Según la enciclopedia GER, “de esta metafísica armonista se infiere todo su sistema ideológico, en el cual, al admitir la existencia en el entendimiento de ideas innatas no adquiridas por los sentidos sino participantes del mundo de las ideas reflejadas de Dios, no lo hace subjetiva y dudosamente (como su maestro, L. Vives), sino dando fuerza y actividad a las mismas. Sigue ahí con fidelidad el De Magistro agustiniano y basa en las ideas innatas toda posibilidad de ciencia y demostración: «Innatos son para F. M. los axiomas matemáticos; innatas las ideas morales; innatos, sobre todo, los generalísimos conceptos del ser, de la esencia y del accidente, de la cualidad y de la modalidad...» (M. Pelayo). En su «plan de estudios» preconiza la necesidad del trivium como base del estudio de la Filosofía que, para él, sigue siendo el estudio de todo lo racionalmente abarcable, dividida en natural (Física, Matemática y Teología) y moral (Monástica, Económica y Política) según un enfoque tradicional”.
A pesar de su corta vida publicó bastantes obras (todas de 1554 a 1557, en Amberes, París o Basilea). La más importante es
De naturae philosophia, seu de Platonis et Aristóteles consensione (1554), destacando también
De demonstratione, eiusque necessitate ac vi (en que pueden notarse ciertas anticipaciones a Descartes),
De philosophici studii ratione (con clara influencia de L. Vives, según R. Blanco), la curiosa obra de filosofía política
De Regni, Regisque institutione, varios tratados prácticos´ (
De usu et exercitatione Dialecticae, Ethices philosophie compendium..., De Historiae institutione dialogus), comentarios a las obras de Platón Timeo, Fedón y La República, así como diálogos de corte platónico originales suyos
: De iuventute, De honore.
En otras biografías se le considera filósofo e historiador, pero en lo que todos coinciden es que era uno de los heterodoxos del grupo de Pedro Jiménez, que en su Filosofía natural hará una crítica al catolicismo romano. Miembro relevante de este heterodoxo cenáculo de Lovaina, fue Sebastián Fox Morcillo tan luterano como su hermano. “Matriculado en el Trilinglie, Fox oyó las lecciones de latín de Pedro Nannio, las de griego de Amerot, las de filosofía de Cornelio Valerio y las de matemáticas y medicina de Gemina Frisio. Fueron las enseñanzas de Valerio las que tuvieron una influencia más decisiva en la formación de Fox. Compusieron en colaboración una
Physicae Institutio, que Valerio publicó en 1566, a instancias de Plantino. En 1551 ya figura entre los estudiantes que acudían a la casa de Jiménez en los momentos más arduos de la polémica bayanista, y pronto se destaca como uno de los más prometedores y fructíferos filósofos españoles. En 1554 publica en Lovaina
De narurae philosophia. seu Platon er Arisroteles consensione, De philosophici studii ratione, y los
In Platonis Timacum commentarii; En 1556 salen a la luz en Basilea sus tratados
De juventure, De honore, y De demostratione, iusque necessirate tic vi; En Amberes, en el mismo año,
De Regni Regisque institurione (1556
), De usu er exercitatione Dialecticae (1556), Commentario in decem Platonis in libros de Republica (1556); Y en París, por último, su
De Historiae instirutione diatogus (1557).
La dedicatoria a Francisco de Bobadilla y Mendoza de sus dos libros del
De imitarione es un ejemplo de sus horizontes literarios. En ella hace preces para que todos los sabios de España, abandonando la ambición, la envidia, la rivalidad y la soberbia, empezaran a registrar en letra escrita lo que a menudo reflexionan para que el fruto se extendiera a todos.
Fox anhela la llegada de una nueva edad dorada para las letras en España, bajo el gobierno de Carlos V y de su hijo Felipe. Sus palabras son testimonio de fehaciente de las esperanzas que los humanistas españoles y belgas albergaban con respecto al nuevo rey, una nueva era en lo cultural, pero también lo político y en lo religioso. Mientras en Amberes, Calvete, Plantino, van Ghistel, y Grudio saludan de una manera poética el inicio del remado filipino, en Lovaina las poesías se toman en tratados políticos.
Fox Morcillo fue el primero en tratar de dotar a Felipe II de un programa de gobierno, con su
De Regni, Regisque institurione (Amberes, Gerad Spelman, 1556). Dedicada a Juan de la Cerda, duque de Medinaceli, esta obra se estructura en forma de tres diálogos, en los que disertan tres interlocutores, Aurelio, que expone los principios que deben fundamentar la institución regia, Antonio, que critica los argumentos de Aurelio y expone opiniones contrarias, y Lucio, que ofrece de vez en cuando cuestiones para continuar el diálogo en esta erudita “conversatio”.
Continuará…
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