Cuando Carlos V llegó de España en 1520, las relaciones con los clerigos y la iglesia de Roma, en los Países Bajos, estaban paralizadas, y el progreso del luteranismo era abrumador hasta que llegó el legado Alejandro y fueron quemados los libros sospechosos y a Erasmo se le consideró peor que Lutero. Sin embargo, dirá Erasmo, que las quemas de Bruselas convirtieron a muchos al luteranismo.
Margarita, la regente mientras Carlos viajaba a España, murió en 1530 y para Carlos V era una persona de confianza. La regencia de los Países Bajos a la muerte de Margarita pasaría a manos de la hermana de Carlos V, María de Hungría, mujer preclara y apasionada de tal manera que cuando quería dominar un tema no paraba hasta conseguirlo. El obstáculo que aparecía en su curriculum era que su maestresala, el chambelán, el predicador, el capellán, la doncella de honor y quizás otros miembros de la casa real eran sospechosos en materia de religión (protestantes) y por tanto tenían que quedarse en casa si María era la regente de los Países Bajos. Algunas cosas permitidas en Alemania deberían ser suprimidas para no presentar más problemas por motivo religioso.
María desde joven había sentido inclinación hacia el luteranismo. El mentor de su marido le había puesto en contacto con Alberto de Brandeburgo, gran maestre de la Orden Teutónica y este también había visitado a María en la Corte de Praga en la primavera de 1522, cuando Alberto pocos meses después abrazase el luteranismo. María le pidió libros de Lutero y comenzó a tener gusto por la teología. Alberto la visitaría dos veces que se sepa en Buda y fue recibido con atenciones y hasta con la presencia del cardenal Campeggi.
Hay constancia de que María, al oir hablar del acuerdo del papa con Francisco I para unirse contra ella, había comentado que si esto se llevase a cabo, ella se haría luterana. Comenta Tyller (Tyler, 1959, pág. 101) que por 1525, María comenzaría a estar a favor de Erasmo al entrar a su servicio Johanes Henckel, apasionado erasmista. Este erasmismo tardio resulta sorprendente ya que por estas fechas en España, la mas erasmista de Europa, se publica el edicto contra erasmistas y luteranos. Además es consciente Tyler que María conservó sus criados protestantes hasta que Carlos se lo ordenó. Pero
ya en 1527 Lutero le había dedicado un libro y según parece, ella leía a Lutero en ediciones de Amberes. Según la misma María, ella no había pedido la dedicatoria a Lutero ni pudo tampoco impedirla.
Francisco de Enzinas (Enzinas, 1992, pág. 86) nos dice que el protestante Maestro Alexandre, que había sido carmelita del convento de Arras, era el predicador de la Reina María de Hungría. Juan Pérez de Pineda le dedicará la traducción de los Salmos: “
A la Ilustrísima y Serenísima Señora Doña María de Austria, por la gracia de Dios reina de Hungría y de Bohemia, etc”
Para Tyller durante la regencia de María y la política de Carlos V, el pueblo siguió católico. Sin embargo la entrada de los jesuitas, produciría inestabilidad y la fuerza del calvinismo haría que los Países Bajos se dividiesen en materia de religión, abrazando el Norte el protestantismo y el Sur siguiendo católico. Pero de lo que podemos estar seguros es que María siguió siendo luterana aunque por razones de Estado hiciese concesiones. María de Hungría al lado de Juana de Albret fueron dos reinas que sobresalieron por su inteligencia y han dejado muy alto al protestantismo español, en su servicio en la obra de Cristo, aunque todo esto se haya silenciado en beneficio de la exagerada unidad religiosa española.
Pero este entusiasmo reformador que acallaba los espírituos mas sedientos y los impulsaba al testimonio personal y a la práctica religiosa, pronto se desvaneció.
Dice Adolfo de Castro, quien tiene una visión tiránica y opresora de Felipe II: “No hay disculpa para los daños que sobrevinieron a España por la política suspicaz y desacertada de Felipe II, pues al querer este evitarlos trajo sobre su patria desastres parecidos a los que esperimentan las naciones en las guerras civiles. Si el deseo de este monarca era mantener en sus estados la
unidad religiosa, pudo servirse de medios mas humanos. Y si creyó útil la tiranía de las conciencias y la esclavitud del pensamiento, ejemplos mejores tuvo para destruir a los que segían en España la Reforma y para manifestarse al mundo con menos aparatos de crueldad y con la misma firmeza de ánimo”. Sigue diciendo Castro con encendida prosa: “ El perpetuo destierro de los que consideraba delincuentes en materias de fe, o las penitencias no tan rigurosas que impuso el Santo Oficio de la Inquisición a aquellos eclesiásticos y seglares que se llamaban “alumbrados”, hubieran sido remedios de igual eficacia para conseguir los mismos fines. Bien se que al llegar aquí esclamarán muchos que Felipe II al destruir a los herejes se sirvió de las leyes establecidas y de un tribunal constituido al efecto en otros reinados. Pero cuando las leyes son inicuas y mas inicuos aun los jueces, los castigos merecen tambien el nombre de iniquidades”.
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