Escribiría Aventrot al final de la Carta al Rey de España, otra carta de admonición a Todos los Grandes del Consejo real, recalcando sus ideas anteriores. Pero los resultados eran infructuosos, por lo que decidió mandar una edición holandesa de dos mil ejemplares a España. Parece que no fueron confiscados porque muchos de ellos llegaron, por medio de la distribución gratuita, a muchos flamencos establecidos en la Península y Canarias. Volvería a mandar siete mil ejemplares en edición española, pero esta tendría menos éxito pues sería confiscada y su criado procesado y condenado a seis años de galeras en el auto de fe de 10 de mayo de 1615 celebrado en Toledo, al que vendría el mismo rey a autorizarlo.
Aunque Aventrot no especifique el nombre del criado, se sabe que era su sobrino Juan Coot, al que había mandado tres veces como portador de las cartas dirigidas a su Majestad aconsejándole que cambiara de religión y autorizase la secta de Calvino y la libertad de conciencia. También se sabe que en 1614 Coot había venido representando a su tío para presentar al Rey “muchos memoriales escritos y firmados con su propia mano, tratando de ganarlo a su falsa fe e instigando contra la Sede de Roma”, junto con un memorial impreso en español y un sumario explicativo de las principales herejías de Calvino, que él trataba de autorizar por testimonios de la Escritura, empleados fuera de su verdad y autoridad Todas es tas doctrinas no llegaron a publicarse en España, porque la Inquisición de Lisboa se apoderó de los 7.000 ejemplares enviados. Coot sería preso y condenado a siete años de galeras, como ya hemos dicho, y Aventrot no se daría por vencido, aunque su libro figurara en el índice de libros prohibidos.
Por 1614 o 1615 se desencadenó otro juicio en Canarias procesando a Aventrot y a Coot. En realidad lo que buscaban los inquisidores eran sus bienes para poder confiscarlos, puesto que Coot ya había sido condenado, pero en los tribunales canarios parece desconocerse esta sentencia anterior. Parece que el tribunal de Toledo había abierto información sobre los antecedentes de Aventrot y sobre sus intereses en las Islas Canarias.
Por es razón le informaba el comisario el 3 de junio de 1615 en estos términos: “En esta siudad e hecho toda la deligensia que a sido pusible en el negocio que V. S” me a mandado y no e hallado que en esta siudad ni en la ysla aya rastro, así de la persona como de bienes del dicho. Entre las personas de que me e yriformado hallé un Francisco Velbes, flamenco, vesino desta siudad, persona que haze los negosios de los forasteros, éste dize le sirbió e hizo tres biajes de Flandes a La Palma y que el último biaje le trajo más de treynta mil ducados, con los quales se fue a España y nunca más volvió. Y me dixo más, que abía escrito un libro contra el Papa, el cual se yntitulaba del nombre del sobredicho, y que él abía visto el libro en esta ys1aa. No qujze saber más, que para abisar a V S” esto basta En hallándome con alguna fuersa, luego yré hasta Garachico y de lo que pudieie saber avisaré a V. Sa .Y luego, el 16 de junio.”
Cuando se habla de haber escrito Aventrot un libro, sin duda se refiere a la Carta misiva al Rey. Para Werner esta carta –libro “da muestras de una gran familiaridad con el Antiguo Testamento, (sobre todo los libros de Éxodo, Daniel, Deuteronomio y el Libro de los Reyes) los Evangelios, las cartas de los Apóstoles y Apocalipsis de San Juan, conocimientos que no había adquirido hasta entonces, sino después de salir del archipiélago y sin ayuda de nadie. (Werner, 1992, pág. 54) Lo que resulta más original es que su escrito basado en el Apocalipsis, se distancia de toda la tradición libresca que muchos protestantes holandeses y españoles dirigiendo sus ideas al tema del “buen rey y los malos consejeros”, mientras Aventrot interpreta la rebelión de Flandes al hilo de Apocalipsis. En las cuarenta y cinco páginas que forman el cuerpo de la carta, Aventrot trata de explicar las Guerras de Flandes con las profecías de Apocalipsis y el resto de las Sagradas Escrituras. Según Aventrot la puta Babilonia es el Papa, el Anticristo que engaña a todos los monarcas de Europa para que mantuviesen su Imperio de pecado. Varios sabios como Lutero, Calvino y Zwinglio habrían tratado de abrir los ojos al mundo y desenmascarar al embaucador. En algunas partes de Europa se había conseguido pero en otras como España, el Papa había conseguido mantener el engaño en esta lucha entre el Bien y el Mal.
La condena de Coot hizo que Aventrot escribiera otra más mordaz y extensa carta, creyendo que el Rey no tenía culpa de las condenas inquisitoriales y entendiendo que el ir el Rey a Toledo para el auto de fe era obra de la Inquisición. Siguió viviendo en diferentes ciudades de los Países Bajos, como Ámsterdam, la Haya o Utrecht, predicando la libertad de conciencia. En 1616 saldría en su versión francesa su “Sendbrief”, en 1619 saldría otra obrita “Original de una carta italiana mandada al Duque de Venecia” y en 1621 “Christiana Institutio”, en cuyos escritos se pretende desenmascarar al Papa como el Anticristo que intrigaba en toda la política europea. Este era el caso de los espías españoles que pretendían echar a bajo la Aventrot también creería que Felipe IV vivía en la ignorancia, manipulado por todos y decidió viajar a la Península Ibérica para desengañarle y hablarle del Evangelio personalmente. En el otoño de 1632 viajó desde Utrecht a Madrid, llegando el 9 de octubre y alojándose en casa de un flamenco llamado Luis de Besel, en la calle Los Leones.
Cumplía Aventrot setenta y tres años cuando vino a “negociar con el rey”, presentándose antes ante el Conde-Duque de Olivares para comunicarle sus intenciones. Le pediría tres cosas el rey, según manifestó a Olivares: Que Felipe IV se convirtiera al calvinismo; que diera libertad de religión a sus súbditos y que quitase el embargo inquisitorial de sus bienes en Canarias y en España. Sin embargo Olivares le haría llamar varias veces y al fin solicitaría a Aventrot que lo expusiese por escrito. El 24 de octubre escribiría Aventrot una carta en la que rogaba al rey que permitiese en sus reinos la predicación del verdadero Evangelio, como ocurría en Inglaterra y otros países protestantes y aboliese la Inquisición.
Olivares le ofreció la devolución de todos sus bienes si se retractaba de sus herejías. Aventrot rehusó sin dudarlo, pero Olivares enseguida mandó un escrito el 29 de octubre al Inquisidor General en el que daba su opinión del caso. “Creo que este es un perro hereje que viene con ánimo de morir mártir de su Religión y en verdad que yo le cumpliría su deseo” expondría Olivares, quien adjuntaba la Carta a Felipe IV con documento justificativo. Poco tiempo después, un comisario de la Inquisición lo detuvo en la posada, siendo llevado a la Inquisición de Toledo y el 10 de noviembre estaba recluido en las cárceles secretas.
Aventrot confesó abiertamente en la audiencia todo el propósito en este viaje. Reconoció los memoriales, las Cartas misivas y la carta a Felipe IV. A pesar de esta rápida confesión, el proceso cuyas actas se han perdido, avanzó poco debido a las constantes intervenciones del Inquisidor General. El 1 de abril el tribunal lo condenó a ser relajado, aunque se le hicieron múltiples ofertas engañosas para que abjurara como era costumbre. En su momento Aventrot diría que “le importaba poco vivir y solo quiere tratar de su salvación, de la que está seguro ir por el camino acertado porque así se lo dicta el Espíritu Santo”. El 22 de mayo de 1633 fue ejecutado y “murió en su pertinacia” (Werner, 1992, pág. 59)
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