Aparece Juan de Valdés, sin embargo, con múltiples filiaciones dirá Antonio Dueñas(2): “erasmizante,
alumbrado, luterano según algunas opiniones de los inquisidores, reformista, hereje según la doctrina oficial de la Iglesia del momento,
místico, caballero cortesano, agente político del emperador Carlos y beneficiario de sus favores, ocupa uno de los lugares preeminentes dentro del pensamiento heterodoxo español.
Sus cualidades personales, su singular atractivo, su fama de hombre sólo abierto a reducidos cenáculos de amigos y privilegiados, la irregular distribución y el tardío descubrimiento de su obra escrita, su condena por el tribunal del Santo Oficio, lo han rodeado de una oscura aura de devoción por parte de sus allegados y, posteriormente, de sus críticos y especialistas.” Añadirá Domingo Ricart(3) que si no hubiese sido por la tenacidad del ilustre protestante español Luis de Usoz y Rio y del cuáquero inglés Benjamín. B. Wiffen, compartida esta generosidad con Eduard Boëhmer, que empezaron el proceso de revalorización de su obra, desconoceríamos el talante y la esencia de la espiritualidad valdesiana.
La originalidad del pensamiento valdesiano y su compleja participación en distintas corrientes sin una aparente adhesión a ningún cuerpo de doctrina de su tiempo, es evidente que optó por una tercera vía que algunos han llamado “humanista con aspiraciones místicas” y que no entró dentro de la espiral del enfrentamiento.
A diferencia de Erasmo (con su indecisión permanente, no ser guía de nadie y encerrarse en si mismo) Valdés aparece como una persona carismática y con la decisión de un líder, aunque emplease la táctica del disimulo.
Montesinos dice que “cuando Valdés y sus discípulos esperaban ansiosamente el Concilio que había de decidir la cuestión dogmática, ninguno se tenía por menos que católico” sin embargo, esto no quiere decir que no tuviera formada y depurada su doctrina “católica” pero de la iglesia cristiana no de la
romana. Será Domingo Ricart quien diga que Valdés si hubiera que encuadrarlo en un movimiento, habría que “colocarlo “entre los herejes de le Reforma” o mas positivamente entre los espíritus libres y los reformadores espirituales que constituyeron la “tercera fuerza espiritual” del mundo cristiano del siglo XVI”. Pero esta tercera vía estuvo a punto de desaparecer ya que ni suponía un peligro real para la ortodoxia cristiana, ni para el imperio, aunque su aportación teológica valdesiana de las Tres vías hacia el conocimiento de Dios sea una teología nuclear del conocimiento religioso de Valdés dentro de la dialéctica Ley-Evangelio.
Según nos explica José C. Nieto(4), en su magistral estudio de la teología de Valdés, las tres vías o caminos para conocer a Dios por Cristo son: el
conocimiento natural, que es la luz natural nacida de la lectura del libro de las cosas creadas, a través de la contemplación de las criaturas y la razón humana. Las otras dos vías, son el conocimiento de las Escrituras sin la participación del Espíritu Santo y una tercera y principal que nos conduce a Cristo, retrato y revelador del Padre. Dirá Valdés sobre esta vía: “La tercera vía de conocer a Dios es por Cristo. Esta vía es la cierta, la clara y la segura y este es el camino llano real y señoril… que en conocer a Dios por Cristo, consiste todo el ser del cristiano, porque para conocer a Dios por Cristo, es necesario conocer antes a Cristo”.
La pujanza de esta teología y el haber llegado hasta nosotros no es tanto por el número de adeptos, que si los tuvo en España e Italia, sino por el valor de sus ideas abiertas y que posibilitaban reflexiones de entendimiento y tolerancia. Esta nueva dogmática se enfrentaba a las anquilosadas filosofías y teologías que cada día se apartaban de las verdaderas necesidades del hombre, pero lo haría Valdés desde esa
tercera vía del consenso y no del desafío.
1) Valdés, Juan de -. Diálogo de la lengua. Edición y notas por José F. Montesinos.
2) Juan de Valdés: un reformador español en Italia. Antonio Dueñas.
3) Juan de Valdés y el pensamiento religioso europeo en los siglos XVI y XVII .- Domingo Ricart
4) Juan de Valdés y los orígenes de la Reforma en España e Italia. José C. Nieto. Pág. 324
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