Refiriéndose al libro de Longhurst “ Luther´s Ghost in Spain, también se pregunta cómo se puede atrapar a un fantasma, o un espectro. Nieto piensa que hasta que no tengamos más datos fidedignos sobre la influencia luterana que se presume comenzó inmediatamente después de 1517 o como mucho desde la Dieta de Worms el 18 de abril de 1521, (fecha esta que también Henry Lea mantiene en su voluminosa obra sobre la Inquisición), no podremos saber cuando comienza la Reforma protestante en España.
Tellechea(1) cree que hasta 1557-1558 España se mantuvo impenetrable al luteranismo y resultó una sorpresa la presencia de grupos organizados y con un alto grado de proselitismo. Grupos que tenían obras de Calvino. Lutero, Ochino, Melanchton o Juan de Valdés y que además de las grandes urbes como eran Valladolid y Sevilla se habían ramificado por otras ciudades. Sin embargo nos sorprende de Tellechea (quien cita a E. Schaefer como estudioso de las primeras décadas del XVI) crea que un fenómeno de tal naturaleza aparezca por generación espontanea.
Nos parece innecesario recordar que Carlos V en sus cartas a diferentes instituciones y en especial a la Inquisición apoyaba la máxima represión a todo lo que “oliera” a luteranismo. El mismo Tellechea mantiene que “aunque la historia se empeñe en endosar la responsabilidad de esta represión a Felipe II, hay que decir que él se encontraba en Flandes, alejado del escenario español”.
Además de la agresividad feroz de los últimos años de Carlos V, de las continuas quemas de libros luteranos, de los edictos, de los autos de fe en diferentes regiones, no podemos decir que no hubo luteranismo porque los acusados no se sintiesen seguidores de Lutero. Había un espíritu de reforma que se elevaba por encima de los obstáculos imperialistas y represores de la libertad de conciencia. El que algunos luteranos dijesen que sus ideas eran afines a los de la universidad de Alcalá y el que no se sintiesen por tales luteranos, no suponía que ellos no se diesen cuenta que su manera de ser y pensar, no era católico romano. Era lo que hemos denominado “cristianismo evangélico”.
Parece ser que según Redondo(2) las primeras obras luteranas confiscadas por la Inquisición de Aragón son del 27 de septiembre de 1521. También la Inquisición valenciana lo haría ese mismo año 1521 y la de Navarra el 7 de mayo de 1523. Aunque Longhurst aporte datos de 1520 para la existencia de obras de Lutero en español, no se sabe si estas llegaron a la Península o fueron confiscadas antes de salir para España.
En lo que los grandes historiadores están de acuerdo es que hay que usar a Lutero y a Erasmo con mucho cuidado en este deseo de introducir precozmente sus doctrinas, pues muchos de los procesados que usaron sus nombres, ni los habían leído ni podían hacerlo porque aún no habían llegado a España sus libros. Dirá Bataillon que muchas de las víctimas usaron a Erasmo como máscara, siendo una táctica de defensa ante la represión Inquisitorial.
Pero seguimos creyendo con Nieto, que aunque resulte muy difícil explicar el erasmismo y el luteranismo, la teología que aparece en sus obras y en la de otros autores posteriormente católicos es la de la justificación por la fe, independiente de las obras. Así mismo la antropología luterana que expresa ese pesimismo del hombre viejo frente a la visión optimista del hombre en Erasmo nos lleva a una fundamentación de una doctrina cristiana valdesiana, origen de una teología explicativa del luteranismo y el erasmismo: “doctrina cristiana evangélica”. Esta quizás sea la primera piedra segura donde apoyarnos para poder atravesar la charca turbulenta de la espiritualidad del siglo XVI, pero no excluimos el poder encontrar otros puntos de sostén del fantasma del luteranismo que emerge en casi todos los procesos inquisitoriales de alumbrados, erasmistas y luteranos.
El mismo Tellechea(3) en su erudita monografía sobre el proceso del arzobispo Carranza al cual ha dedicado toda su vida intelectual, siente el fantasma de Lutero entrar y salir en el proceso del arzobispo “luterano”. En el prólogo al libro de Tellechea “Tiempos recios” que le hizo Bataillon, este, comentando sobre fray Luis de la Cruz, personaje que sería procesado por hereje luterano, dice: “ Fray Luis no tendrá inconveniente en confesar que los sentimientos declarados por él al prelado no carecían de lisonja y mentira. ¿No habría, sin embargo, entre ellos una complicidad de luteranos solapados?” Este desentrañar y desenterrar pruebas y documentos reveladores es lo que nos falta para saber y entender mejor el protestantismo español.
1) Tiempos recios. J. Ignacio Tellechea Pag. 28
2) Luther et L´Espagne.- Agustín Redondo
3) Tiempos recios. Inquisición y heterodoxias. J. Ignacio Tellechea. Ediciones Sígueme. Salamanca 1977 Prólogo de Marcel Bataillon
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