Sería absuelto por el Papa Eugenio IV y este le daría licencia para trasladarse al convento de Santa María del Poyo, diócesis de Coria, donde estuvo nueve años consagrado a los deberes de la vida regular y solo con la prohibición de no confesar a nadie durante un año. Poco le duró el convento que al cabo de los años lo había abandonado y se había presentado delante del mismo papa Eugenio IV y este le volvería a absolver autorizándolo a oír en confesión pero no a predicar en público. Es muy probable, dice J. Aranzadi, que por estas fechas ya tuviese las posturas cercanas a los fraticelli y hermanos del Libre espíritu. Un año después sería autorizado por el indulgente Eugenio IV a ingresar en un monasterio de cartujos o benedictinos
La comunidad de los herejes de Durango aparece entre los años 1437 y 1442. Fray Alfonso de Mella y fray Guillén y quizás fray Francisco del Castillo comienzan su labor evangelizadora integrando en su grupo a las mujeres del beaterio franciscano y en menos de cinco años formaron un grupo numeroso como lo afirma la crónica de Juan II “que se levantó en la villa de Durango una grande herejía”.
Los miembros se reunían por las noches y burlaban la justicia que los vigilaba al toque de unas trompas, traídas de Santander y que repartían entre varios miembros que las hacían sonar cuando llegaba algún sospechoso de la Inquisición. Fue tal la fortaleza de estos seguidores que en algún momento pretendieron adueñarse del Duranguesado (“veinte villas y una ciudad de Vizcaya tenían 5.563 vecinos”), teniendo que mandar la Inquisición unos 4.000 hombres según unos informes, y según la crónica de Juan II solo “dos alguaciles suyos con asaz gente”.
El final de este intento civil y religioso de los herejes de Durango se acaba con la intervención de la Inquisición que detienen a “homes sencillos,” y “todos apuraron sus errores menos trece aldeanos, quienes afirmaron pertinaces que Alonso era bueno y buenas sus doctrinas los que seguirá hasta la muerte”. “Aún había e se sostenían muchos homes e mujeres de la secta e oposición diabólica del malvado hereje fray Alonso de Mella, de ellos públicamente e manifiestos e de ellos en secreto e escondidos, e aún muchos apurados e relaxos, se habían ausentado muchos temiendo la justizia por sus malas obras, por consejo de algunos de la villa; muchos fueron a cuestión de tormento”. “Algunos de los que fueron traídos a Valladolid, obstinados en su herejía fueren ende quemados, e muchos más fueron traídos a Santo Domingo de la Calzada, donde así mesmo los quemaron, de tal manera que fueron muertos e quemados vivos más de 100 homes e mujeres e monjas”
Hoy, se han podido ir reconstruyendo estos hechos por unos veinte documentos, aproximadamente, que citan el caso de herejía de los de Durango.
Una de las informaciones que más nos interesa a nosotros es la carta de Mella al rey Juan II o su sucesor Enrique IV de la que no dispuso Olaizola en su “Historia del protestantismo en el País Vasco”(1) y que nos aporta Iñaki Bazán(2). También en la “Summa utilísima errorum et heresun per Christum et eius vicarios et per inquisitores heretice pravitatis in diversis mundi partibus dampnatarum” en el que aparecen las proposiciones heterodoxas de Alfonso de Mella y los suyos, dentro de un apartado que titula: “Herejes y errores de los begardos menores, principalmente de fray Alfonso de Mella de la orden menor, nacido en la ciudad de Zamora”. También aparecerán citados los errores de Alfonso de Mella por 1517 en una guía para Carlos I con el objeto de que conociera al pueblo que iba a regir. Pero como decíamos nos interesa más lo que dice el propio Mella, porque su teología será la medida más correcta y cercana a los hechos.
No podemos aplicar suposiciones como lo hace por ejemplo Fernández Conde(3) en coordenadas del fraticelismo y del beguinismo y aún más alejados en el tiempo los Hermanos del Espíritu libre, e incidiendo en la libertad espiritual y corporal –sexualidad incluida-, desobedeciendo a la Iglesia y sin necesidad de buenas obras. Demasiado atrevimiento historiográfico, solo para apuntalar Conde, que la Iglesia (católica y Romana se supone) es la portadora de la eterna beatitud en la tierra.
Por las medidas y convincentes explicaciones de Iñaki Bazán, la fecha de la carta de Mella sea de 1442-44 aunque aparezca la carta dirigida al rey de Castilla, in regnum Granate circa annos Domini 1440. La carta comienza con una vindicación de su persona que se encuentra en boca de todos “
de doce años aca poco más o menos no a causa de las maldades ni a causa de otros delitos que yo hubiera cometido entre los cristianos con los cuales fui predicador”. Es decir, el no es un malhechor, ni un delincuente, sino un predicador de la Palabra de Dios.
Después explica el porqué había huido a Granada:
1º“por predicar la verdad del santo Evangelio como es declarada por los santos doctores y decretos” fue perseguido, y como esta persecución no remitía
, “pensé ceder a su ira y apartarme por algún tiempo como lo hizo Jesucristo y nos mandó que lo hiciéramos diciendo: “Si os persiguen en una ciudad huid a otra” (Mt. 10:23); 2ª “porque plugo al altísimo Dios quien según lo que le place e inspira, declarar en mi corazón que su santa ley y los santos evangelios no han sido explicados hasta el día de hoy suficientemente por los doctores anteriores según la propia verdad que contienen, y sobre todo carecen de la necesaria nueva y espontánea declaración para la iluminación de aquellos que están en las tinieblas de la infidelidad y juzgan que ellos andan con la luz clarísima de la fe, y señor, por entre los cristianos no puede manifestar mi corazón como conviene a ella como se ha dicho arriba a causa de la incredulidad de aquéllos y a causa de la crueldad de las leyes rígidas injustísimas” La explicación que da Iñaki Bazán a
“doctores anteriores” las considera una contradicción al entender que la doctrina que vindica es de los “santos doctores” y a la vez estos doctores no la habían explicado bien. Quizás la explicación provenga de aceptar Mella los primeros concilios y los santos Padres, pero no estos “
doctores anteriores” que no “
santos doctores”.
1) Historia del protestantismo en el País Vasco. El reino de Navarra en la encrucijada de su historia. Juan María Olaizola. Pamiella 1993.
2) Iñaki Bazán: «Herejía: Los herejes de Durango», Delincuencia y criminalidad en el País Vasco en la transición de la Edad Media a la Moderna. Departamento de Interior del Gobierno Vasco, Vitoria-Gasteiz, 1995, pp. 386-420.
3) La herejía en España F. Javier Fernández Conde.
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