Con Isabel de la Cruz entramos en otra esfera de espiritualidad netamente evangélica y referida a la iglesia cristiana, sin más apellidos, sin más denominaciones, sin más títulos que” iglesia de Cristo”, haciendo pedazos los dogmas sobre los que se asentaba la iglesia de Roma
. Ya hemos comentado que por razones de cronología es muy posible que Isabel de la Cruz y Pedro Ruiz Alcaraz no tuviesen conocimiento de las doctrinas de Lutero y por tanto se adelantan a Lutero en cinco o más años.
El proceso inquisitorial de Isabel (1524-1529) contiene las declaraciones de su discípulo Alcaraz y la considera su maestra cuando por 1512 ya tenían reuniones en Escalona y otros lugares de Guadalajara y Toledo. Longhurst dice que ella es la pionera de todo el movimiento iluminista o del recogimiento, la verdadera maestra de un circulo enorme de profanos, clérigos y beatas en Castilla la Nueva. Aunque no hay datos para reconstruir su vida y sus movimientos vitales, algunos los sabemos por el discípulo Alcaraz. Nieto(1) cree que cuando Alcaraz dice que Isabel fue
ynpuesta por frailes de la orden franciscana, no indica que le fuera fiel a los principios de los frailes sino que más bien ella le dio nueva forma y contenido a las ideas, por lo que “disputó violentamente con los frailes franciscanos de Escalona, cosa que no habría ocurrido de haber profesado su doctrina”.
El centro de su doctrina nace del descubrimiento y comprensión de estar en la absoluta certeza de que puede gozar del amor de Dios; “estar en el amor de Dios” le garantizaba el no poder errar en materia de fe, aunque fuese una mujer pecadora y lo seguiría siendo. Este amor no es concebido como unión mística con Dios, sino que Él guiaba su mente para leer las Sagradas Escrituras con entera libertad y no cometer errores de fe. Por eso ella ofrecía la Biblia al pueblo, segura de la nueva libertad que reside en el amor de Dios, y porque era mandato de Dios el predicar el Evangelio no siéndole “necesario de recordar lo que tenía que decir cuando hablaba de asuntos de Dios” (Mat 10:20) Recurriría a los Salmos para sus citas, a los Profetas y los Evangelios. Dice Nieto que se podía añadir que su concepción religiosa abarca toda la Biblia, mientras que no hace la mínima mención a un solo libro religioso traducido o publicado en España bajo Cisneros. Como franciscana terciaria no tenía la obligación de obedecer a sus superiores a quienes consideraba
atados a una vida cristiana hecha de reglas y ceremonias que no cambiaban la vida. Pero la idea radical de Isabel es la libertad del creyente en base al amor de Dios, Con ella minaba la autoridad eclesiástica en materia de doctrina, en la interpretación bíblica y en la forma de conducirse cristianamente.
También Isabel tiene clara la doctrina de la gracia en oposición a los actos humanos, que no contienen mérito ante Dios, aunque se hagan con sufrimiento y se sacrifique el cuerpo con ejercitaciones (ascesis). Hacer esto es indigno para el hombre y rebaja el amor de Dios en el cual debemos depositar nuestra confianza. El proceso revelador de sentirse libre del
apetito yterior y de cómo quedó libre de las devociones a los santos, a la Virgen de la que ella era muy devota, y a las imágenes, aprendiendo en la Biblia las verdades que necesitaba, se lo explicaría a los Inquisidores con un desarrollo sistemático y sólido. Pero dice Nieto que lo novedoso en Isabel sea el concepto de saberse pecadora y saber que va a seguir pecando pero tiene la absoluta convicción de que en la plenitud del amor de Dios estará libre de errores dogmáticos, puede leer la Biblia con la certeza de que el Espíritu Santo le guiará a su comprensión.
“Esta idea es la raíz primaria -dirá Nieto- de la herejía de de Isabel y también, más tarde la de Alcaraz. En su doctrina se designará como alumbramiento. Es importante comprender que según Isabel, la iluminación del espíritu no se produce en aquel peldaño de la escala mística conocido como vía iluminativa, anterior al estado de la unión con Dios, sino que el Espíritu de Dios – y de esto está absolutamente convencida- ilumina la cotidianeidad de la vida natural y normal de todo aquel que confía en Él y en Su amor y transcurre su existencia segura de depender absolutamente del gracioso amor de Dios. Él, juzgándonos en nuestra situación humana y haciendo caso omiso de nuestras obras, derrama sobre nosotros Su amor y la luz del Espíritu Santo para guiarnos en la lectura de las Escrituras” Sin lugar a dudas esta espiritualidad está muy próxima a la mayoría de los pensamientos de la Reforma. No eran formas externas las que adoctrinó Isabel –dirá Longhurst- a la explicación Bíblica y la exégesis ella agregó el mensaje de rendición a la voluntad de Dios y la sumisión consiguiente del individuo para barruntar la dirección en todas las cosas. Como una consecuencia lógica a esto ella impulsó a sus oyentes a rechazar todas las formas exteriores de devoción, como arrodillarse en la iglesia, hacer el signo de la cruz, tomar el agua bendita, inclinar la cabeza y rezar en voz alta. Aconsejaron a sus seguidores, sobre todo frailes franciscanos, dejar las disciplinas, vigilias y rezos privados, porque estos no debían estar sobre el camino a la perfección.
La doctrina del
dejamiento en el amor de Dios fue bien acogida no solo en los conventos de franciscanos de Guadalajara, sino también por muchos de los miembros de esta ciudad y de la casa del tercer duque del Infantado don Diego Hurtado de Mendoza. Entre mayo y junio de 1519, la beata Mari Núñez denunciaría a la Inquisición de Toledo a Isabel de la Cruz por simple despecho por un antiguo amigo y profesor. Sería acusada porque en 1518 había desautorizado una lectura de San Buenaventura sobre los tormentos del infierno y que Isabel le regañó diciendo que no había infierno y que solo se habla de él para asustarnos. Por esta tontería la Inquisición de Toledo no tomó ninguna acción contra Isabel, pero como la influencia de Isabel comenzase a extenderse mas allá de Guadalajara y como consecuencia de su labor misionera y la de su discípulo Alcaraz, el 26 de febrero de 1524 serían prendidos por la inquisición de Toledo, ella y su discípulo. Se habían formado comunidades en varias ciudades de Castilla. En Cifuentes los frailes franciscanos Diego Barrera y Antonio Pastrana se convirtieron en portavoces de las nuevas doctrinas.
En Pastrana y en la Universidad de Alcalá se establecieron nuevos vínculos y visitando y debatiendo Isabel misma en estos círculos.
Por 1523 el ímpetu de las doctrinas iluministas de Isabel recorría todos los rincones de Castilla, poniendo sobre aviso a los inquisidores, especialmente cuando el provincial franciscano Andrés de Écija investigó las enseñanzas de Isabel. Fueron también seguidores de Isabel, Diego de Espinosa; el “mozo” Campuzano y Aldabán sobrino de Alcaraz que eran “caballerizos” del duque y se formaría un grupo de seguidores y criados al servicio de la oligarquía de los Mendoza que se sintieron atraídos por la guía espiritual de Isabel.
Entre los laicos que también estaban al servicio del duque, María de Alcaraz casada con Diego Moya (secretario), el criado Hernando Alcaraz, don Alonso de la Cerda y su mujer María Arias y un sinfín de familia de Guadalajara y Toledo que se reunían para leer y comentar las cartas de Pablo
1) En la mayoría de los temas teológicos seguimos a José C. Nieto en su erudita y novedosa monografía sobre Juan de Valdés y los orígenes del protestantismo en España e Italia.
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