Hemos de insistir en que la Reforma protestante en España se instala en las clases altas y sus principales valedores figuran entre los más representativos de todos los campos del saber. Solo la insistencia y la repetición histórica de las ideas minimizadoras y disolventes respecto a la poca relevancia de la Reforma, ha hecho que prevalezca el desconocimiento absoluto del protestantismo. TOMAS M´ CRIE dice: "Por los hechos que hemos presentado (y nosotros también presentaremos) el lector habrá podido apreciar la EXTENSIÓN que alcanzó la propagación de la doctrina reformada en España y la RESPETABILIDAD, tanto como el número de sus discípulos.
Tal vez
no hubo nunca en ningún otro país, una proporción tan grande de personas ilustres, tanto por su rango, como por sus conocimientos, entre los convertidos a una religión nueva y proscrita. Esta circunstancia ayuda a entender el hecho notable de que un cuerpo de disidentes que no debió de bajar de las 2000 personas, diseminadas sobre un extenso territorio y vagamente relacionadas entre sí, hayan podido comunicar sus sentimientos y realizar reuniones privadas, durante una cantidad de años sin ser sorprendidos por un Tribunal tan celoso y vigilante como el de la Inquisición
Miguel de la Pinta Llorente dice:
En España muy muchos doctos, muy grandes nobles y gente de lustre e ilustres han salido por esta causa en los autos. Común refrán es el día de hoy en España cuando hablan de algún docto decir. "
Es tan docto que está en peligro de ser luterano."
El caso de Pere Galés es el de estos doctos que a la edad de veintitrés años se instala en Italia, viviendo sucesivamente en Roma, Bolonia, Turín, Asti y Nápoles. Regresaría a Cataluña en 1580 y volvería a Papua en 1582. Este año ocuparía la cátedra de Filosofía en la Universidad de Ginebra, ocupada hasta entonces por el jurista Julio Pacius. También enseñaría en Nimes, Orange (1588-1591) y Casters (1591-1593) hasta su apresamiento definitivo que le confinaría en Zaragoza y al poco tiempo muerto en prisión.
Pere Galés fue amigo del genial humanista calvinista Isaac Casaubon y el jurisconsulto Jacques Cujas quien le alabó señalándole como “doctísimus et acutísimus”. Además era amigo del arzobispo de Tarragona, gran humanista, Antonio Agustín y del obispo de Vich y más tarde de Tortosa, Juan Bautista Cardona, pero no pudo acudir a ellos cuando la Inquisición le detuvo pues Agustín había muerto en 1586 y Cardona en 1589. Cardona había dicho de él: “El es una gran personalidad y no le hemos merecido en este país”. También existía un intercambio de libros entre Galés y el arzobispo Agustín. Sin embargo lo que más sorprende es que un hombre de la talla de Galés haya permanecido en la sombra y parece que las causas de este olvido sean algo más que lo que apuntan Bohemer y Morell, en el sentido de que sus trabajos quedaron sin imprimir. Es más probable, por otra parte que este silencio provenga de su condición de hereje, según la tesis doctoral de Pilar Barbeito Diez, sobre el humanista valenciano, Pedro Juan Núñez. Pedro Juan aparece al lado de muchos protestantes, entre ellos Petrus Ramos, pero sabe guardar con disimulo y prudencia, las formas exigidas por la Inquisición. También tuvo Pedro Juan contacto con Galés, a quien llamaba su discípulo y Gales solía decir que el maestro Núñez me sacó mal retórico”
Decíamos que Galés habría muerto en manos del Santo Oficio por 1593-94 sin que finalizara el proceso en el que se le acusaba de calvinista y pese a estar muerto se le condenó “a relaxar en estatua y desenterrado su cuerpo y huesos y ansi mismo relaxados” Fueron quemados sus restos el 7 de abril de 1595.
En Barcelona existe una escuela evangélica con el nombre de PERE GALÉS que recuerda su magisterio. También el escritor Jordi Tiñena ganaba el premio Pin i Soler de narrativa en 1998, el más importante de los Ciutat de Tarragona con la novela
L´ombra d´una amenaza, Edicions El Mèdol. Comenta Tiñena “Entre estos herejes se habla de uno de Ulldecona del siglo XVI que fue torturado en Roma por la Inquisición. Se escapó de allí, lo atraparon otra vez en Francia y fue encerrado en Zaragoza, donde murió. Lo juzgaron una vez muerto, lo desenterraron y lo quemaron. Lo que me interesa del relato es que poseía una gran biblioteca que se perdió y aquí empieza mi novela, pensar qué pudo pasar con esos libros.”
1) The spirit of Catalonia / [Joseph Trueta] London ; New York [etc.] : G. Cumberlege, Oxford University Press, 1946
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