El protestantismo o las principales doctrinas que lo conforman ya habían aparecido varas veces a lo largo de los siglos. Además
la doctrina de la antigua iglesia española siempre estuvo alejada del papado y en muchos casos, como lo fue el del exégeta español Claudio, obispo de Turín, próximo a muchas de las doctrinas evangélicas o de la Reforma. Claudio condenó el culto a las imágenes, las reliquias y los sepulcros de los santos y se resistió a la autoridad eclesiástica que imponía tales prácticas y citaba al que uno de los concilios del año 305, se ordenaba que no hubiese imágenes en los templos, ni pinturas que pudiesen ser objeto de idolatría.
La iglesia española en los ocho primeros siglos fue ajena a la primacía de los obispos de Roma y existen numerosas pruebas de que conservó su independencia. Se dice que España ha sido un país católico desde que Recaredo adjuró del arrianismo, pero el llamarse “reyes católicos” muchos de estos reyes no suponía conceder autoridad a Roma, ni que se siguieran los ritos y normas de los pontífices. Precisamente la independencia de la iglesia española en las formas de culto siempre fue diferente hasta la época de Carlomagno en la que se substituyó por la gregoriana.
Pero tampoco dejó de haber heterodoxias de todos los calibres, desde el gallego Prisciliano que en el siglo IV formó una secta parecida a los maniqueos y los gnósticos, pasando por la expansión del nestorianismo y la herejía adopcionista. Esta herejía que mantenía que Cristo era hijo adoptivo de Dios, fue defendida por Felix, obispo de Urgel y por Elipando, arzobispo de Toledo. Pero quizás lo que más nos interesa para contradecir la tesis de Menéndez y Pelayo de que entre todas la herejías la más impopular en España fue el protestantismo, hemos de afirmar que en numerosas ocasiones, las doctrinas que los Reformadores plasmarían en sus teologías, antes habían sido apuntadas en España, a lo largo de los siglos, por otras muchas personas de prestigio como Galindo Prudencio. En la controversia sobre la predestinación Prudencio mantenía posiciones parecidas a Lutero y Calvino.
Más cercanos a la Reforma, aunque se adelantaran 4 siglos a Lutero, nos resultan los valdenses o albigenses que aparecen con suma importancia en la Reforma de Italia, pero que en España son casi desconocidos. Los “barbas” o pastores albigenses y valdenses que habitaban la región de Albi, se aplicaron a lectura de las Escrituras y mantenían sus iglesias con el espíritu de la Reforma deseada. A España llegan por Aragón pues el rey era soberano de los condes de La Provenza y Languedoc. Estos reyes defenderían a los albigenses en la batalla de Muret, que perdieron y supuso tal desastre que muchos de los albigenses tuvieron que refugiarse en Aragón donde la Inquisición tuvo que hacer muchas pesquisas.
Se multiplicaron bastante y adquirieron importancia en diversas partes de Cataluña y Aragón, y sus iglesias eran atendidas por obispos. Pero no se puede decir que estaban confinados a estas dos regiones, también en Castilla y León tuvieron grupos numerosos, aunque las persecuciones no pararon durante todo el siglo XIV.
Muchos de los valdenses también fueron entregados a las llamas en Valencia y Mallorca y muchos de los seguidores de Wickliffe también habían emigrado a la Península. También parece que España fue visitada por los begardos que provenían de Durango –Vizcaya- en cuyas montañas se escondía una buena porción de ellos. Cuando aparecen los alumbrados “dexados”, en cuyo grupo encontraría Juan de Valdés las esencias teológicas predicadas por Alcaraz, podemos decir que un nuevo Evangelio había visitado España y la Reforma en España era una realidad.
1) Artes de la Inquisición de Montes, Historia crítica de la Inquisición de Llorente, la obra rara de encontrarse De vestigiis Luteranismi in Hispania de Büsching y El tratado del Papa y de la Misa de Valera
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