Furió Ceriol fue el primer adalid español de la difusión de la Biblia en lengua vulgar y Casiodoro de Reina estuvo entusiasmado de que el valenciano fuese un convencido de la utilidad de las versiones vernáculas de la Biblia y hasta las dialectales. Esta defensa la hace en su libro “Bonomia sive de libris sacris en vernaculam linguam convertendis”.(Basilea 1556). En él se sustenta que la Biblia en lengua vulgar también es obra divina, lo contrario que sostenía Juan Bononia a la que consideraba como herejía. Furió Ceriol mantiene una interpretación basada en la exégesis y hemeneútica de todo texto, abordando por tanto los problemas de un mensaje mal interpretado y la necesidad de buenos predicadores. Pero además argumenta que si no está prohibida la lectura de libros fantásticos, menos debe prohibirse al lector no latino el conocimiento de las Sagradas Escrituras. Este debate dividiría la universidad entre ideas tradicionales y las reformadoras, llegando alguno de sus amigos a presentar una requisitoria violenta contra la Inquisición en Sevilla. Furió fue detenido en octubre de 1559 en Lovaina, por orden de Margarita de Parma y purgado de toda herejía, acudiendo a su protector príncipe elector de Colonia, volvió a España tras la muerte de este, llegando a ser historiador y cronista de de Felipe II.
Intervino en la campaña de Flandes en 1557 y de regreso a España publicaría “El concejo y consejos del príncipe” que es un manual para gobernantes dedicado a Felipe II. Con motivo del nuevo y joven monarca Felipe II, y a manera de Erasmo que ya había dedicado su “Institutio principis” dos españoles más hicieron lo mismo. Pertenecen a este grupo de Lovaina y son, por una parte Felipe de la Torre, quien en 1556 escribió su Institución de un rey cristiano, y por otra, el de Furió Ceriol en el que insiste en la necesidad de un gobierno según Cristo. También están entre las obras de Furió Ceriol la “Institucionum rethoricarum” Fox Morcillo también había escrito “De Regni regisque institutione”
Para algunos autores estos humanistas del grupo de Pedro Jiménez, que disfrutaban de una mayor libertad, se aproximan ideológicamente alrededor del erasmismo, del bayanismo o al agustinismo irénico, que posteriormente sería prohibido por la Inquisición. Pero lo cierto es que el miedo tiñó de cautela y disimulo toda expresión literaria y según Maravall y Tellechea este es un grupo paradigmático y difícil de definir. Sus relaciones con los protestantes más conocidos, además de sus convicciones propias irénicas o erasmistas, les hacen parecer más osados al sancionar la herejía pero a la vez expresando su indignación contra “los hipócritas, corruptores de la religión, enemigos del pueblo de Dios, que ni entran en el cielo, ni dejan entrar a los demás, resisten al Espíritu Santo y a la iglesia”
El problema que plantea el erasmismo o la reforma en España es compleja según J. Martínez Millán, quien es uno de los investigadores sobre el tema con más equilibrio en los juicios. Para él, Menéndez y Pelayo, paradigma de la investigación de los heterodoxos, para quien todos los relegados pasaron al bando de los “equivocados” de la Historia de España y por tanto no han sido estudiados debidamente, se equivocó al usar la religión al servicio de la unidad de España. Por esta causa minimizó la Reforma en España, afirmando que solo es “un episodio curioso y de no grande trascendencia”(1) … Desengañémonos: nada más impopular en España que la herejía y de todas las herejías el protestantismo” “El genio español es eminentemente católico, la heterodoxia entre nosotros es accidente y ráfaga pasagera”. Pero no es así en las investigaciones que van apareciendo. De ahí que muchos erasmistas en realidad son protestantes. La Historia del protestantismo de Adolfo de Castro y la de Reformistas de Usoz y Río abordaron la dura persecución de Felipe II con su Inquisición, y aportaron el valor y la importancia de muchos hombres y mujeres de la Reforma que si existieron y fueron algo más que un Renacimiento cultural y espiritual de raíces erasmistas.
El mismo Marcel Bataillon llega a decir que en el siglo XVI no habían existido ni herejes ni luteranos sino sólo erasmistas y por tanto en los reinos hispánicos no habría existido Reforma. Del mismo modo otros historiadores como Víctor Kemplerer afirmaron con rotundidad que en España no hubo Renacimiento español, solo eran corrientes espirituales y políticas. Se ha negado que hubiera herejes y que solo los había en la imaginación de los inquisidores que exageraban la heterodoxia. Por eso la idea de erasmistas (católicos al fin y al cabo) de todos los marginados-dice José Martínez Millán(2) atinadamente- reforzaría la interpretación globalizadora de la Historia de España, como si esta no fuese la Historia de las disidencias obligadas por falta de tolerancia.
Sin embargo, para muchos, el erasmismo más que herejía es cristianismo autentico, religión interior y acicate moral. Por eso creemos como muchos de los seguidores del investigador J.C. Nieto, que el luteranismo y otros movimientos religiosos, crearon un “movimiento evangélico” diferente del catolicismo y que por ser luteranos en cuanto su manera de pensar les llevó o les podía llevar a la hoguera. Esta definición de “evangélicos” vulgo protestantes, comprendería las fuerzas reformadoras tan dispares a las de Lutero, Erasmo o Lefevre d’Etables y que pueden identificarse en Juan de Valdés o Casiodoro y mas significativamente a los grupos de Amberes y Lovaina.
1) Léase también mi introducción a la “Historia de la Inquisición en España y en Asturias” Orbayu. Manuel de León, en donde demuestro la importancia de la Reforma en España
2) José Martínez Millán.- Corrientes Espirituales y Facciones Políticas en el Servicio del Emperador Carlos V
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