Pero la vida de Felipe Orejón que comienza en 1843 es la de una temprana vocación religiosa. Ingresa en el Colegio de los Capuchinos Misioneros de Cuenca en el que tendrá por compañero al luego famoso Padre Lerchundi. Lerchundi abriría las misiones en Marruecos por 1862 y ya en 1873 había aprendido árabe y logra ser asesor del mismo Sultán Moulay Hassan con el que discutía las cuestiones de reformas para su país.
A Marruecos precisamente fue enviado como misionero Orejón, junto con Lerchundi y allí empezarían sus conflictos religiosos que le llevarían a abandonar la iglesia católica y sufrir un destierro en África. Sabedor de las consecuencias a que se sometía a los disidentes, Orejón se refugia en Gibraltar, donde por 1867 se había formado el Consistorio General de la Iglesia Española para “buscar la unificación de esfuerzos para la extensión del Evangelio en nuestra Patria”.
En Gibraltar hará pública su fe evangélica y abiertas las puertas de la libertad en 1868 empieza a colaborar con Antonio Carrasco, trasladándose a Madrid. En 1871 será ordenado pastor con imposición de manos del Presbiterio, en la iglesia de calle Madera Baja. Compañeros como Francisco de Paula y Ruet, Antonio Villespinosa o José Alhama serán siempre un grato recuerdo de aquellos días de servicio en Madrid, porque al marchar Miguel Trigo a Valencia en 1972, Orejón se hará cargo de la iglesia en Cartagena(2) a la que servirá por 43 años. Pero en Madrid está el primer amor y sus cultos evangélicos, en una habitación de su casa madrileña, le dejarán una huella imborrable.
La amplia cultura de Felipe Orejón y su capacidad para la oratoria le hicieron indispensable en muchos foros, especialmente el Ateneo de Cartagena. Pero había otros no tan conocidos como era la masonería a la que por 1897 aparece como Orador en la logia Hijos de Hiram nº 118, siendo además fundador de otras logias en Cartagena como la Sparta 18 y la Unión nº 160. Ya Miguel Trigo había militado en la francmasonería desde 1869 a 1875 y Orejón lo haría de 1876 a 1897.
Pero además Felipe Orejón tuvo una actuación meritoria en obras de carácter social y entre ellas las inundaciones en Andalucía del 14 al 15 de octubre de 1879 en las que dirigió un plan de ayudas a las víctimas y haría lo mismo en la enfermedad infecciosa del cólera en 1885, aunque, como dice José María Martínez(3), nunca perdería de vista Orejón, lo primordial de su ministerio: la evangelización. Sirvió en 1873 a la Cruz Roja durante el levantamiento cantonalista, y siguió activo en ella aún cuando tuvo que huir el 15 de Agosto de 1873 al vecino Las Herrerías y de allí a Villa de La Unión, porque había rehusado llevar armas.
Apoyado por el Comité de Ginebra y otra sociedad holandesa, la iglesia de Cartagena tendría también su escuela a la que iban hijos de creyentes y no creyentes y así mismo adultos. La escuela estaba en los pisos superiores a la capilla ubicada en la Plaza la Constitución. Le ayudaba en la enseñanza y en la hipnología su hijo Felipe Orejón Garrido y también había sido ayudado por el profesor Eduardo Bermejo, que con los disturbios de 1874 había huido a Orán, del que no volvería porque se dedicó a evangelizar a la población española del norte de África hasta su muerte en 1876. Pero las escuelas de Felipe Orejón siempre fueron reconocidas por la calidad de una enseñanza integral al estilo alemán. La competencia vendría del Instituto de Enseñanza de los jesuitas que en el campo educativo tenían fama, pero cuando en 1886 Orejón participa con sus alumnos en los exámenes públicos que cada año tenían lugar en el Ayuntamiento, la escuela evangélica obtuvo tan buen resultado que el alcalde que había recibido a una Comisión de Enseñanza de Constante van Loon se presentó con ellos a agradecer el mantenimiento de tan extraordinaria institución. Esto sería motivo de que el cura que formaba parte de la Comisión de Enseñanza protestase a voces y presentara la dimisión por premiar a la Escuela Evangélica.
Fue tal el prestigio social de Orejón que incluso en una ocasión, en Octubre de 1897, el Tribunal de Murcia le nombró miembro del jurado para juzgar un homicidio. Sus discursos en el Ateneo, en los que las cualidades de voz y su palabra atrayente, le facilitaban el acceso a personas influyentes, aunque en su iglesia, en la que le escuchaban personas de todas las clases, siempre predominó la clase sencilla del pueblo.
Nos dice Rafael Arencón(4) que su vida familiar también fue fructífera. Su esposa Teresa Garrido, de carácter agradable y afectuoso acompañó a Orejón en todos los compromisos de la Obra y en las alegrías y penalidades de los pioneros. Sus numerosos hijos tuvieron las mismas aficiones que el padre en especial su pasión por la música. Moriría Orejón el 6 de agosto de 1915 como consecuencia de una enfermedad que le había postrado en cama en múltiples ocasiones.
Orejón fue fundador del Cementerio de los Ingleses, cuyas ruinas se encuentran hoy en el barrió cartagenero de Lo Campano, dónde también fue enterrado
1) Este Felipe Orejón debería ser el hijo: Felipe Orejón Garrido también destacado compositor e himnólogo evangélico.
2) IGLESIA EVANGÉLICA ESPAÑOLA EN CARTAGENA desde 1869 http://www.iee-levante.org/cartagena/es/c1a.htm
3) La España evangélica ayer y hoy Andamio-CLIE 1994
4) Nuestras raíces Recursos ediciones 2000.
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