Como siempre será Menéndez y Pelayo el que después de reconocer que el ignorado autor del Crotalón era luterano y que su obra “debe colocarse entre las mejores de los protestantes españoles” según expresaban los editores, dirá después que no lo es y que solo era erasmista conocedor de los diálogos de Alfonso y Juan de Valdés.
Las nuevas aportaciones a la
biografía de Villalón, sin embargo, mantienen a Villalón entre los humanistas y reformadores luteranos, no solo por los contactos con Francisco de Encinas y otros correligionarios, sino por las evidencias internas de su obra.
Parece probable que Cristóbal de Villalón naciese en una familia humilde de la población de Villalón de Campos- Valladolid- hacia 1510. Algunos lo ubican en Valbuena de Duero y otros en Alcalá, pero si se sabe que estudió en esta Universidad y que recibió el grado de bachiller en Artes en 1525, aprendió griego y se licenció en Teología. Por 1538 residirá en Salamanca y tramará amistad con Hernán Pérez de Oliva, ingeniero español, que sería catedrático de Filosofía y Teología en esta ciudad y profesor del Colegio Trilingüe de esta universidad. Según otras fuentes, Villalón, por 1530, estaba encargado de la cátedra de Lógica en la facultad de Artes en Valladolid, cargo que abandonaría para ser profesor de latín de los hijos del conde de Lemos entre 1532 y 1534.
Se sabe que en 1543 fue ordenado sacerdote y se le encomendó la diócesis zamorana de Olalla de Tábara. Se sabe que viajó mucho por toda Europa y que estando en Nápoles fue hecho prisionero por los turcos y llevado a Constantinopla, consiguiendo su redención ejerciendo como médico de la mujer e hijas del sultán Sinan Baja, quien posteriormente le nombraría intérprete y secretario.
A la muerte de Sinan logró escapar de Constantinopla y refugiarse en el monte Athos, donde, en esta península, hay muchos monasterios ortodoxos. De Athos pasaría a la isla de Quios, a Atenas, a Samos y atravesando el estrecho de Mesina llegaría a Italia y Francia para acabar en Valladolid por 1555, donde residiría hasta su muerte en 1562 ejerciendo de profesor de humanidades. Algunos prolongarán su muerte hasta 1580 e indican que Cervantes lo tomó como uno de los testigos en la querella contra Blanco de Paz.
Respecto a su obra, siempre cuestionada en su paternidad, siempre es de una gran cultura y estilo y va mas allá del erasmismo. No solo es conocedor de Juan de Valdés, a quien Menéndez y Pelayo tributa frases muy laudatorias como que “algún recuerdo y honra merecería el padre y maestro del
diálogo de costumbres, el que puede hombrear sin desdoro entre Mendoza y Mateo Alemán y sólo se inclina ante Miguel de Cervantes”, sino que Villalón conocía también excelentemente los clásicos.
De igual manera Villalón conocía a fondo además del castellano, el griego y el latín, otros cinco idiomas lo cual le proporcionaban una riqueza lingüística que fue expresada en una de las mejores gramáticas castellanas. Con esta cultura y en el tiempo del mejor castellano del Siglo de Oro, no resulta extraño ver como Villalón supo expresar a través de la fuerza de los diálogos, como librepensador que era, todo tipo de críticas de una sociedad corrompida desde arriba. En “El Crotalón”, en el que se intercalan episodios históricos con los males actuales expresa en forma de sátira todo su pensamiento teológico y filosófico. “El viaje a Turquía” será un libro autobiográfico como se podía esperar de su desventurada vida, pero el Crotalón expresa el pesimismo antropológico protestante en muchos momentos: “Porque en ningún tiempo se pueden más a la verdad que en el presente verificar aquellas palabras que escribió Moysen en el Genessi < >: «Que
toda carne mortal tiene corrompida y errada la carrera y regla de su vivir». Todos tuerçen la ley de su obligaçión.”
Para los estudiosos como Pascual de Gayangos y Manuel Serrano y Sanz, nuestro Villalón “ha pasado a ser del oscuro autor de una gramática y algunas otras obras menores a ocupar un puesto en la primera fila de la prosa renacentista” Quizás el “problema Villalón” lo haya complicado aún mas Marcel Bataillon, cuando, basándose en un estudio del contenido ideológico asegura que el autor era un luterano italiano en Valladolid y que del “Viaje a Turquía” su autor sería el doctor Laguna, médico destacado, humanista y erasmista sobresaliente. Para Bataillon solo “El Scholástico” sería de seguro de Villalón.
Para Asunción Rallo las concomitancias de Erasmo y Vilalón que se basan en su común actitud humanista, difieren en mucho, pues el “alcance ideológico del vallisoletano en especial en “El Crotalón”, están muy por encima de la actitud a veces cauta, ambigua o pacata del roterdano” “Junto a ello definen también a Villalón su antibelicismo, la crítica escolástica, el reformismo social y la misoginia, temas que se presentan en
El Crótalon con toda crudeza, remachados por una habilidad narrativa, alcanzando niveles más efectivos que los imaginados por Erasmo (pág. 116). Pascual Gayangos dirá: “El Crotalón de Christophoro Gnosopho (Sabio), escrito en Valladolid en los primeros días del reinado de Felipe II, contiene doctrinas, que fueron calificadas de heréticas y contrarias a los clérigos y frailes. "Fuera de esto, el libro es muy interesante para el estudio de la lengua, de las costumbres del tiempo y de la invención literaria, y muy ameno y entretenido, por la variedad y enredo de las peregrinas historias que en el se relatan”.
También escribió Cristóbal de Villalón un “Tratado de Cambios” y un libro muy raro, que se titula “Comparación de lo antiguo y lo moderno”, existente en el Museo Británico. Publicó una novela dialogada breve, la Tragedia de Mirrha, de fuerte influencia ovidiana. Dedicó a fray Alonso de Virués su Ingeniosa comparación entre lo antiguo y lo presente (1539)
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