Elecciones en Atenas

Por supuesto votaron al primero, más que nada por lo disparatado de la oferta del contrincante.

Pero al cabo de los años se vio que la promesa realista de los cambios en la enseñanza escondía el único propósito de alcanzar el poder. Como resultado sólo permaneció una legislatura, en las siguientes elecciones fue penalizado y los atenienses no tuvieron más alternativa que votar al partido excéntrico.

La sorpresa de los atenienses fue mayúscula cuando al cabo de dos años de las elecciones todos poseían un utilitario con el que desplazarse rápidamente por la ciudad, disponiendo de zonas verdes y azules para aparcar (hecho no confirmado por los historiadores).

Reunidos los filósofos escépticos reflexionaban sobre este tema:
—De las dos mentiras prometidas por los políticos, una ha resultado no serlo, la más inconcebible. ¿Qué está pasando? — dijo uno de ellos.
—Quizá se deba a la fe y al empeño— contestó otro.
—Los sueños, mientras no se cumplen son como las mentiras, pero llegan a realizarse gracias a la fe— dijo otro.
—Entonces ¿en el inicio fe y mentira son lo mismo? ¿Comparten la nada?— respondió el siguiente
—Algo así, —dijo el más anciano—la mentira niega lo existente, y la fe crea sin elementos pre-existentes. La persona honesta se confunde ante la mentira, y para el mentiroso es imprevisible el resultado de la fe. Dos personas pueden decir que son capaces de trasladar un monte al mar y una de ellas lo dice mintiendo, mientras que otra lo acomete por fe. No ocurre así con la estética o la ética, que nos remiten a lo bello y a lo bueno. Son verificables.
—¿Quiere esto decir que para poder volar basta con creerlo para lanzarme al vacío?— preguntó un joven
—Sí, pero no corras, mejor espera que se invente el avión— se apresuraron a decirle.

Concluyeron aquella tertulia con la sensación de ser un poco menos escépticos. A partir de entonces fueron más prudentes en desconfiar de las falsas promesas de los políticos, porque quizá alguna de ellas llegue a cumplirse. Y por supuesto volvieron en taxi a sus casas, con el consiguiente atasco, no faltaba más.