Pienso en ti

25 de noviembre, Día para eliminación de la violencia contra las mujeres.

Hace algún tiempo encontré el texto que a continuación transcribo. Se publicó en el periódico 20Minutos, en la sección “Ni libre ni ocupado” y, ya tuviese su autor buena o regular intención, luce irónicamente divertido e ilustra la misión que se les endosa a las mujeres. Lo guardé y me apareció hace unos días. Aquí va.

Cada vez que abro la nevera y me encuentro el mismo medio limón ya sin alma (o con el alma deshidratada) al fondo del tercer estante, pienso en ti. Cada vez que abro la guantera de mi taxi y me asomo al resguardo de esa multa que puse a tu nombre (por eso de conservar mis puntos), pienso en ti. Cada vez que abro una lata de mejillones sin mirar la fecha de caducidad, pienso en ti. Cada vez que me abro la cabeza jugando al fútbol, pienso en ti. Cada vez que abro la cartera para pagarle al del herbolario, al del spa o a la del Club Geishas, pienso en ti. Cada vez que abro el buzón y sólo encuentro propaganda de comida a domicilio, de ópticas o de compañías de seguros, pienso en ti. Cada vez que abro el depósito de combustible de mi taxi y me quedo mirando como un bobo la manguera, pienso en ti. Cada vez que me abro las venas para colocar cada glóbulo en su sitio, pienso en ti. Cada vez que abro el armario de la cocina donde guardo los platos hondos, pienso en ti. Cada vez que abro los ojos en mitad de la noche, llorando por culpa de esos putos pétalos de cebolla que siempre esparzo sobre el colchón y en tu nombre, pienso en ti.

Sólo quiero que sepas que sólo pienso en ti cuando abro algo y que me paso el día solo, abriéndolo todo.

(Tomado de aquí)

Como decía, el texto es ilustrativo y se podrían añadir otros conceptos, como que en una mujer se piensa cuando un hombre de esta hechura no es capaz de encontrar un calcetín desparejado; si el almuerzo no está preparado ante su asiento; cuando después de echar de menos una camisa, la encuentra en la canasta de la ropa sucia. En una mujer se piensa con mucho ahínco si ha dejado de dar todo lo que el hombre estaba acostumbrado a recibir. Cuando estando cabreado ya no puede golpearla como si fuese un saco de carne.

Al pensar en una mujer de esta manera, realmente está pensando en sí mismo. No parece comprender el motivo del por qué se le han acabado los chollos y tiene que apañárselas con el uso de sus manos y sus pies para cubrir sus necesidades diarias.

Hombre que así actúas, cuando la que consideras mujer de tu vida, de la tuya porque la de ella no te importa un comino, ha dejado de servirte y no llena más los huecos que ha dejado, sigue pensando en ti, remángate y no te hundas. Estoy segura de que tienes las mismas capacidades que ella para seguir adelante. Primero tira el limón deshidratado al fondo del tercer estante, ya es hora. Luego vas al supermercado y compras lo que necesitas. A continuación cocina a tu gusto o hazte de comida preparada. Limpia a tu antojo. Y, cuando termines, ya que ella no está, te das unos masajes en los pies si ves que has hecho un esfuerzo insoportable y no te rinden para terminar el día. Tú puedes. Recuerda que no tuviste voluntad de dárselos esos años que estuvo a tu lado, sirviéndote desde la sombra mientras pensabas en ti.

Ese hueco que sientes no lo ha provocado una mujer, lo tenías tú de antes. Es más, estoy convencida de que naciste con él y todavía no sabes de qué manera llenarlo si no lo hace ella.

Mal día es este para celebrar.

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